Y llegó el acuerdo Mercosur – UE
Por Marga López, periodista agroalimentaria.
Llevo más de 16 años trabajando como periodista agroalimentaria, y desde mis inicios en este sector, siempre escuché y leí, los avances o retrocesos que se llevaban a cabo en los acuerdos entre los países del Mercosur y la UE. Pensaba yo, que si tanto estaban tardando en cerrarlo, es que sería increíblemente bueno para ambas partes, porque de eso van los acuerdos, de lograr beneficios para las partes implicadas.
Y así lo han tratado de vender a este lado del charco, el nuestro, en Europa. Un acuerdo equilibrado, lo definía el Comisario Europeo de Agricultura Phil Hogan, al tiempo que reconocía que se habían tenido que hacer “algunas concesiones en materia agrícola y agroalimentaria”.
En términos generales, el acuerdo interregional entre la UE y el Mercosur eliminará la mayoría de los aranceles sobre las exportaciones de la UE al Mercosur, haciendo que las empresas de la UE sean más competitivas, al ahorrarles cada año 4.000 millones de euros en derechos de aduana.
Se beneficiarán el sector del automóvil, la maquinaria (14-20 %), las sustancias químicas, los productos farmacéuticos, la ropa y el calzado o los tejidos de punto. También otros tantos productos agroalimentarios, como vinos, bebidas espirituosas, bebidas no alcohólicas y productos lácteos, a los que hay que sumarse 357 denominaciones de origen protegidas en la UE, que pasarán automáticamente a ser reconocidas como tal en los países del Mercosur.
De forma recíproca, el acuerdo liberaliza de forma extrema la práctica totalidad de las importaciones agrícolas de Mercosur con destino a Europa y lo hace en los siguientes términos: para el 81,7% de las mismas eliminará los aranceles de importación, mientras que para el 17,7% restante fijará cuotas o preferencias fijas.
Así, y de acuerdo con las informaciones aportadas por AVA – Asaja, frutos secos, uva de mesa, cerezas o ciruelas entre otros muchos, no pagarán aranceles desde la entrada en vigor del tratado. En el caso de los frutos cítricos, de las hortalizas, del arroz, de los aceites vegetales o de las mermeladas se llevará a cabo una reducción arancelaria paulatina durante un período de entre 4 y 10 años. En cuanto a las cuotas, se ha acordado que entren en los mercados comunitarios 60.000 toneladas de arroz originario de Mercosur sin arancel y otras 180.000 toneladas de carne de ave y 45.000 de miel en las mismas y ventajosas
Aún no se trata de un acuerdo firmado, le queda al menos 2 años para su puesta en marcha, de ahí que sea ahora el momento de alzar voces reclamando un acuerdo justo o al menos que se contemplen las llamadas cláusulas de salvaguardia, una disposición que permite una excepción a la norma comunitaria por grave crisis económica.
En este sentido, nuestro Ministro de Agricultura en funciones, Luis Planas, no ha tardado en reconocer que “tenemos que conseguir que el acuerdo con Mercosur sea positivo desde el punto de vista agroalimentario”, pues cree que “desde el punto de vista comercial” el sector agrícola se encuentra en “una situación desequilibrada”.
Y es que es especialmente preocupante este acuerdo para el sector de la carne, el arroz, los cítricos o la miel, productos que ahora llegarán a la UE procedente del otro lado del Atlántico, con aranceles aún más reducidos de los actuales en un principio, para alcanzar una liberación total a medio plazo.
Si nos centramos por ejemplo en el sector citrícola, de ponerse en marcha el acuerdo en los términos actuales, en 7 años desaparecerán los derechos aduaneros al zumo 100% exprimido, estratégico para la industria nacional, y en 10 años los del concentrado. Ello conllevaría graves desequilibrios para el sector español, que destina cada campaña entre el 15 y el 20% de la producción citrícola a la industria del zumo: ¿a dónde irá a parar esa fruta si el mercado europeo del zumo está inundado de productor de Brasil? Se producirían graves desequilibrios en los mercados europeos, actualmente ya saturados con importaciones de terceros países.
En el caso del arroz, se trata de un cultivo deficitario que sobrevive a base de subvenciones, mientras que la miel atraviesa una enorme crisis debido a las adversidades climáticas de la sequía y a las importaciones masivas de países terceros, especialmente de Sudamérica, que se traducen en precios ruinosos para los apicultores que no les permiten ni siquiera cubrir los costes de producción.
Con respecto al sector cárnico español, éste soporta ya importaciones de Mercosur que suponen el 80% de la carne de vacuno que entra en la UE y cualquier concesión adicional introducirá fuertes desequilibrios en este mercado en un momento en que tendremos que enfrentarnos también el Brexit. A este respecto, la UE sí se estaría planteando la modificación de este acuerdo en el apartado del vacuno, que afecta principalmente a los países del norte de Europa, especialmente a Francia, Reino Unido, Alemania e Irlanda.
Queda por delante la ardua labor de nuestros representantes políticos, de tratar de defender los aspectos positivos de este acuerdo, que los tiene, y mitigar en la medida de lo posible los menos favorables. Los productores, ganaderos, comercializadores también deberán seguir trabajando, aunando posiciones y reclamando acciones compensatorias que no compliquen aún más el difícil entramado comercial que hoy es nuestro mundo.
¡Aún no está todo dicho!