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“La Canica es un concepto exportable a cualquier parte del mundo”
Simplemente Bricio, así le reconoce todo el mundo, se asoma a nuestra sección “Aceite y Limón”, junto a su amigo y compañero de viaje del alma, Paco Roncero, para adelantarnos el último proyecto gastronómico. Se trata del restaurante La Canica, en San Miguel de Allende. Está ubicado en Guanajuato, su tótem culinario donde nació su templo gastronómico: El Jardín de los Milagros. El mestizaje de Bricio se inspira desde sus orígenes: Respira aires del Mediterráneo por parte materna, concretamente del Líbano. Especializado en recurrir a la cocina prehispánica, se siente totalmente seducido por la española, para como dice él, a modo de lema, cocinar para emocionar, antes que para alimentar.
“La inspiración funciona como epílogo del proceso culinario. El resto del plato es trabajo”
Dirige la Terraza del Casino de Madrid, un balcón privilegiado al buen gusto y al asalto del sol radiante y el cielo estrellado en la noche. Después de casi 25 años su equipo y él han conseguido tres “estrellas” Michelín y tres “soles” en la Guía Repsol. Mejor cocinero del Año en 2006, Paco Roncero lleva entorchados muchos galones, “que no dejan de ser nada más que el reconocimiento al trabajo de un equipo de sala, de cocina, de limpieza, de recepción”, como dice, y de toda la gente que trabaja con él. Vive un momento de madurez, así se percibe en la conversación, a golpe de frases lacónicas, como la que nos habla de la reciente puesta en marcha de un restaurante de cocina peatonal en México, un proyecto en común con su amigo Bricio Domínguez: La Canica.