La viticultura, obligada a adaptarse al cambio climático para asegurar su futuro
Diversificación y sostenibilidad se presentan como dos de las grandes estrategias para asegurar el futuro de un sector vitivinícola en riesgo por las consecuencias del aumento de las temperaturas a causa del cambio climático.
Por Juan Herrera, periodista agroalimentario
Del mismo modo que el cambio climático amenaza nuestros hogares, la producción de alimentos o nuestras formas de vida, también amenaza la producción y el suministro global de vino. Y es que si las temperaturas aumentasen hasta llegar a los 2°C, las regiones del mundo que actualmente son idóneas para la viticultura podrían disminuir hasta en un 56%; si se llegase a los 4°C de calentamiento, hasta el 85% de esas regiones dejarían de ser aptas para producir buenos vinos. Así se desprende de un nuevo estudio, liderado por Ignacio Morales-Castilla, investigador de la Universidad de Alcalá, publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Por suerte, esta investigación también sugiere una estrategia de adaptación. Sus hallazgos indican que reorganizando dónde se cultivan ciertas variedades disminuiría la pérdida de regiones vitivinícolas (a la mitad, con 2°C de calentamiento y en un tercio, si se alcanzasen 4°C de calentamiento). Desde hace tiempo, los científicos han sospechado que la diversidad agrícola es esencial para la aumentar la resiliencia de la agricultura al cambio climático y la vid ofrece una oportunidad única para comprobarlo. La vid es un cultivo extremadamente diverso – actualmente existen más de 1100 variedades distintas plantadas bajo un amplio rango de condiciones ambientales – y bien documentado, además de ser enormemente sensible a los cambios en las temperaturas y las estaciones que se prevén con el cambio climático.
Morales-Castilla comenzó esta investigación en la Universidad de Harvard, donde se reunió a un equipo de colaboradores multidisciplinares que se centraron en un rasgo clave para la adaptación al clima, la fenología –cuándo se producen las fases clave del desarrollo– de once variedades de vid distribuidas globalmente: Cabernet-Sauvignon, Chasselas, Chardonnay, Garnacha, Merlot, Monastrell, Pinot noir, Riesling, Sauvignon blanc, Syrah y Ugni blanc. Para cada una de estas variedades, los investigadores utilizaron registros agrícolas de sus fenologías y modelizaron cuándo se produciría la brotación, floración y maduración, en cada una de las regiones vitivinícolas del mundo, y bajo tres escenarios de calentamiento: 0°C, 2°C y 4°C. Seguidamente, utilizaron proyecciones de cambio climático para determinar dónde serían viables esas variedades en el futuro.
Para los dos escenarios de calentamiento se pronostican cambios en las condiciones climatológicas que experimenta la vid durante su desarrollo. Los cambios durante el proceso de maduración afectarían a la calidad de los vinos, haciendo inevitable cierto nivel de pérdida de idoneidad de las regiones vitivinícolas. Pero el equipo encontró que ‘permitiendo el reemplazo de variedades, se reducirían esas pérdidas de forma significativa’, señala Morales-Castilla. Así, si se alcanzan los 2°C de calentamiento global y no se implementan medidas de adaptación, el 56% de las áreas vitivinícolas del mundo podrían dejar de ser adecuadas para la viticultura, pero “si los productores reemplazasen las variedades más vulnerables por otras mejor adaptadas al clima futuro, las pérdidas se reducirían al 24%.
Sostenibilidad
No obstante, no solo la diversificación de variedades puede favorecer el mantenimiento del viñedo en zonas de riesgo por el cambio climático. La prácticas sostenibles también tienen mucho que decir en ello. Un ejemplo del trabajo realizado en esta materia es el proyecto europeo ‘Estrategias y prácticas vitícolas sostenibles de adaptación al cambio climático’, presentado el pasado mes de enero y en el que participan NEIKER-Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, junto al Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) del Gobierno de La Rioja, la Chambre d’agriculture des Pyrénées-Atlantiques (CDA), el Institut Français de la Vigne et du Vin (IFV) y EVENA, del Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra. Cuenta con un presupuesto de 657.827 euros, y tiene como objetivo concreto “evaluar las prácticas agronómicas que permitan la adaptación del viñedo del área occidental del espacio POCTEFA al cambio climático”.
Cada uno de los socios del proyecto va a llevar a cabo ensayos agronómicos de campo en sus instalaciones o en viñedos particulares, utilizando distintas herramientas de adaptación al cambio climático: el uso de cubiertas vegetales entre líneas de viñedo, la utilización eficaz del riego, la aplicación de fertilizantes orgánicos, el empleo de distintas variedades o clones y portainjertos, así como la utilización de redes para disminuir la temperatura del racimo.