Los olivares de la Sierra de Cazorla empiezan a despertar de la parada invernal
Nos encontramos a finales de febrero y ya podemos constatar que en los olivares de las zonas más adelantadas de nuestra Comarca la planta empieza a despertar de la parada invernal.
Este hecho no es aún general, solo en zonas muy concretas; sin embargo, una vez detectada esta circunstancia es muy importante ver los condicionantes que tenemos en el campo y que afectarán de manera determinante al buen funcionamiento productivo de la planta.
Mes de febrero. Panorama de los olivares de la Comarca de la Sierra de Cazorla a la hora de reactivarse la planta
Uno de los aspectos que más influyen, como es bien sabido, es la meteorología. La situación meteorológica que ha dominado en los últimos meses los olivares de la Comarca Sierra de Cazorla dista mucho de la de los años con una pluviometría normal. Atendiendo a los datos de los últimos 25 años en nuestra Comarca, durante el año agrícola, periodo que va desde septiembre a agosto del siguiente año, las lluvias caídas en un año medio han sido de 600 litros por metro cuadrado. Sin embargo, en el presente año, de septiembre hasta febrero, las lluvias a duras penas superan los 200 litros.
En los últimos 25 años, una vez terminado el mes de febrero, la media de lluvia acumulada en el año agrícola era aproximadamente de 365 litros por término medio, por lo que con los 200 litros actuales caídos, estamos ligeramente por encima de la mitad de lo que debía haber llovido.
Además, está constatado que desde los años 2016-2017 ha llovido mucho menos y, según los datos, desde la presente fecha, hasta el próximo mes de agosto, para igualar la tendencia de las lluvias que venían siendo normales antes del actual periodo de sequía, deberían caer 400 litros por metro cuadrado para estar en la media de la pluviometría normal del año agrícola.
Comportamiento de las temperaturas
Este déficit de lluvia, aproximadamente un 43% menos que la de un año normal, es un importante escollo para lo que está por venir en cuanto a la activación de nuestros olivares y a la potencial producción de cara a la próxima cosecha. Si unimos esta falta de agua junto a la circunstancia de que tenemos un olivar que ha producido una cosecha media-alta en condiciones muy complicadas debido a que venimos de varios años de una notable sequía, llegamos a la conclusión de que nuestros olivares han finalizado la campaña muy agotados.
Asimismo, hay que destacar que el comportamiento de las temperaturas respecto al año anterior también ha cambiado ligeramente. Las mínimas están siendo algo más bajas, en torno a un grado de media, pero comparativamente hablando a la media histórica, nuestras temperaturas son algo superiores. Siendo un año un poco menos cálido en cuanto a la media de las mínimas, sí es cierto que estamos por encima de la media histórica y eso propicia que nuestros olivares, por término medio, entren en actividad con cierto adelanto.
¿Cómo va a responder la planta a esta situación? Estamos en un momento crítico y el mes de marzo va a ser determinante, ya que veremos cómo va a evolucionar la planta y con ella las yemas que darán lugar a la potencial próxima cosecha. Estas yemas pueden derivar hacia producción de aceituna o hacia la producción de hoja, según las necesidades de la planta. Un olivo agotado puede perder mucha hoja a consecuencia de este agotamiento, y deberá recuperar la hoja perdida antes de producir fruto en cantidad. Para que nuestros olivares se recuperen bien, una vez se reactiven de la parada invernal, los recursos naturales y nutrientes del suelo que tengan a su disposición serán de suma importancia.
Fertilización foliar
La media de cosecha, en condiciones normales en la Comarca de la Sierra de Cazorla, está entre los 180 y 190 millones de kilos de aceituna. Con los vaivenes climáticos que se han sucedido en los últimos cinco años, la media se sitúa en torno a los 145 millones de kilos de aceitunas. Por tanto, con respecto a los años de pluviometría normal, se constata que hay una merma, de unos 45 millones de kilos. Es decir, se está produciendo, en los últimos cinco años, una media de un 24% menos que los años de pluviometría normal.
Asimismo, una vez que el olivo se reactive al 100% tendremos una visión de las yemas de la planta, que aún están latentes, y se podrá comprobar qué cantidad evolucionarán hacia flor y fruto para producir.
Finalmente, es muy importante, en esa época del año, ir planificando la fertilización por hoja. Una buena fertilización foliar evade los impedimentos que pueda tener la planta en el suelo, ya que, si esta tiene cierta carencia de humedad o de nutrientes en el suelo, aportándoselo por vía foliar se compensa hasta cierto punto ese déficit.
Esto es muy importante realizarlo ahora porque, ante un año en el que la sequía se siga instalando en nuestros campos, conforme transcurran las semanas y no se alcancen buenos niveles de humedad en nuestros olivares, cada vez será más complicado hacerles llegar fertilizantes por la hoja, puesto que, para conservar el agua interior y como mecanismo de defensa, la planta cerrará los estomas de las hojas, que son las aberturas microscópicas a través de las cuales la hoja toma los fertilizantes.