Mes de junio, momento decisivo para el olivar
Durante el mes de junio nos encontramos en pleno proceso de caída fisiológica; lo que en el sector se denomina la caída de San Juan. Sobre el fruto que ha cuajado, nos cuenta la DOP Sierra de Cazorla, la planta valora qué porcentaje del mismo es capaz de desarrollar, selecciona y elimina el que no es capaz de sacar adelante. Este es el principal proceso del mes de junio, que termina a finales de junio o primeros de julio.
Hay que recordar que las previsiones sobre datos de fertilidad y fruto cuajado eran optimistas; de momento hay que tomarlo con cautela ya que con la selección que se produce durante el mes de junio, se tendrá una primera aproximación a la cosecha.
El fruto recién cuajado y que empieza a desarrollarse comienza a ganar calibre; este proceso finalizará cuando en el fruto se forme el hueso; este momento es fundamental para la planta, ya que a partir de aquí hay un antes y un después en el ciclo del cultivo. Cuando la planta logra formar el hueso en el fruto cuajado, habrá concluido la primera fase del desarrollo del fruto, y se producirá la parada vegetativa estival.
Es en este momento cuando el sector podrá tener unos datos más fiables del número de frutos por brote de media y se podrá hacer una estimación de cosecha. Esto normalmente ocurre, en la Comarca de Cazorla, en torno al día 15 de julio, en las partes más adelantadas, y sobre el 20-25 de julio en las zonas más tardías.
Cuando esto sucede, la planta ralentiza bastante su metabolismo y estará en parada estival hasta que las temperaturas vuelvan a suavizarse, aproximadamente a finales de agosto, dependiendo de la temperatura media, o principios de septiembre, cuando retomará al 100% su actividad metabólica, fruto de la moderación de la temperatura media y el acortamiento de las horas de luz ya en la recta final del verano.
Los actores principales para que el cuajado sea óptimo y no haya una caída de San Juan elevada son las condiciones climatológicas, que las temperaturas no sean excesivamente elevadas, y que la planta tenga suficiente disponibilidad de agua, ya que estos factores influyen de forma directa en las reservas nutricionales de la planta, porque si esta tiene almacenados suficientes nutrientes y se encuentra perfectamente hidratada, implicará que sea capaz de desarrollar un mayor número de frutos de media.
Muda de la hoja
Durante este mes también se produce la muda de hoja. El olivar es de hoja perenne, pero la planta también renueva su hoja, cuando esta está dañada, no tiene reservas nutricionales o no es útil, es la propia planta la que se deshace de las que ya no le sirven.
Al agricultor le llama la atención que una parte de la planta tiene la hoja amarilla y termina tirándola. La planta se libra de un órgano que no le aporta y así consigue mitigar la pérdida de humedad. Hay que recordar que en el proceso por el cual las plantas traspiran y son capaces de generar un circuito de humedad desde la raíz a las partes más altas, el motor principal de traspiración es por la hoja.
Cuando la planta traspira pierde humedad por la hoja, y eso hace que por capilaridad se genere un impulso que introduce por la raíz el agua de la tierra y la pone en circulación por los vasos de savia hasta la hoja. Por lo que si hay un exceso de hoja cuando el agua es escasa, habrá una pérdida de humedad por la hoja, por eso la planta se defiende eliminando los excesos de hoja que no le aportan nada.
Tercera generación del prays
En esta época del año es muy importante la tercera generación del prays, la carpófaga, que ataca al fruto recién cuajado. El adulto del prays es una polilla pequeña, que en estas fechas pone huevos sobre el fruto recién cuajado. Estos huevos eclosionan y la larva muy pequeña recién nacida se introduce en el interior del fruto; se queda todo el verano en el interior alimentándose de la semilla de la aceituna, en el interior del hueso que aun no se ha formado, ni endurecido en el momento de su penetración. Tras el verano, esta larva perfora el hueso, sale al exterior y provoca una importante caída de la aceituna. Es lo que se llama la caída de San Miguel, y suele ocurrir a finales de septiembre, coincidiendo con el santoral que le da nombre.
Los daños potenciales del prays de ahora se evidenciarán entonces.
Este año en las zonas más adelantadas de la Comarca el prays apenas ha tenido incidencia, ha afectado a un porcentaje muy pequeño de fruto, en torno a un 5% en el peor de los casos, un valor mínimo que no supone una complicación importante. No obstante, en las zonas más tardías sí ha habido una mayor incidencia, no de forma generalizada, pero sí en diversos focos, que se han acercado a valores próximos al 25% de fruto afectado, muy favorecido por las temperaturas suaves de final de la primavera.
La recta final
Durante este mes, el agricultor, además de vigilar de cerca el prays, en cuestiones de fertilización foliar se encuentra en la recta final para el aprovechamiento de la misma por parte de la planta, porque en condiciones normales la parada vegetativa de verano está muy cerca.
Es importante indicar que la planta tiene sus propios mecanismos de defensa ante las altas temperaturas y no solo ralentiza su metabolismo, sino que los estomas de la hoja se cierran para evitar pérdidas de humedad, siendo estos los principales órganos a través de los cuales se introducen al interior de la planta los fertilizantes aplicados a la hoja, y si los mismos se cierran, la fertilización foliar no se realiza de forma óptima.