Si España no adopta las nuevas tecnologías puede perder el liderazgo del sector del aceite de oliva
El Olive Oil World Congress (OOWC) organizó la jornada titulada “Transformación e innovación tecnológica en el sector del olivar y el aceite de oliva” para poner en valor la aplicación de las nuevas herramientas técnicas y tecnológicas a disposición del sector oleícola y que se celebró en el marco de Intercongress.
Una jornada donde además se analizaron propuestas que existen en el mercado para desarrollar las innovaciones que permitan al sector producir más con menos, en el entorno de cambio climático en el que se encuentra esta producción hoy en día. El acto inaugural contó con la presencia de Juan Gadeo, presidente del Grupo Interóleo, Javier Olmedo, director gerente de Fundación del Olivar y Ricardo Migueláñez, coordinador general del OOWC.
La ponencia magistral “El reto de la revolución tecnológica para el olivar” fue departida por Juan Antonio Polo, jefe del Departamento de Tecnología del Aceite de Oliva y Medio Ambiente del Consejo Oleícola Internacional (COI), quien recordó que “el aceite de oliva actualmente solo representa el 2% del consumo mundial de grasas vegetales, pero que, sin embargo, es un cultivo que genera riqueza a lo largo de toda la cadena de valor en los territorios en los que está ubicado, principalmente en la cuenca mediterránea”.
Además, el representante del COI añadió que “en los últimos años se ha observado una demanda creciente, justificada fundamentalmente por los beneficios, ya demostrados, que el aceite de oliva tiene para la salud humana y por su facilidad de uso en la gastronomía”.
Polo explicó que, en la fase agronómica del cultivo del olivo, los avances tecnológicos tienen que ir enfocados a una mejor aplicación de la agricultura de precisión, a través del uso de la sensorización o la robótica, así como el uso de datos que permitan tener estadísticas en tiempo real, por ejemplo, sobre las condiciones en las que se está desarrollando el cultivo en términos de humedad del suelo, de uso de nutrientes o relacionado con su sanidad vegetal.
“En definitiva, hay que mejorar el comportamiento biológico del suelo a través de mejores prácticas agronómicas, lo que se ha venido a denominar ahora como “agricultura regenerativa”, añadió Polo.
Asimismo, indicó que “la valorización energética de los productos derivados del aceite de oliva ya es una realidad, pero quizás, tenemos que mejorar un poco en la escalabilidad de los procesos, es decir, en conseguir procesos a pequeña escala para que sea viable técnica y económicamente todo el proceso de valorización energética. El camino ya está trazado es cuestión de llegar a buen puerto lo antes posible”.
Juan Antonio Polo concluyó señalando que “el agricultor olivarero en España tiene un gran reto para afrontar la incorporación de tecnología en las explotaciones olivareras, donde determinados factores, como la estructura, el relevo generacional, la desinformación y los costes, pueden ser barreras que impidan la modernización del cultivo del olivar.”
Olivicultura regenerativa
Seguidamente, tuvo lugar una Mesa redonda, moderada por Esteban Momblán, gerente de Interóleo, en la que participaron grandes expertos del sector del olivar y del aceite de oliva, como Curro Montes, Biological specialist en Yara Iberia; Gregorio Blanco, profesor titular de Universidad, Área de Ingeniería Agroforestal de la Universidad de Córdoba (UCO); Juan Carlos Cañaveras, director de Desarrollo de Negocio en Balam Agriculture, y Javier Olmedo, director gerente de Fundación del olivar.
Los integrantes de esta Mesa de debate apuntaron que la denominada hoy en día como agricultura regenerativa se sustenta en varios pilares. Uno de los principales es la salud del suelo y, por tanto, la tecnología aplicada sobre el terreno es un gran aliado que beneficia a toda la cadena del cultivo del olivar.
Los participantes coincidieron en destacar que España representa el 40% de la producción mundial de aceite de oliva, pero que, sin embargo, ese liderazgo solo se podrá mantener si se continúa transformando al sector desde el punto de vista técnico y tecnológico. Para que ese 2% de consumo global de esta grasa vegetal siga en aumento, se tiene que apostar por la tecnología práctica y por ser un sector productor que sea atractivo para los jóvenes. Así, consideraron que en unos 20 años habrá un nuevo agricultor que sí va a utilizar la tecnología más innovadora, y no le va a costar prácticamente esfuerzo, porque ya lo llevará innato en su actividad. Será, por tanto, un agricultor mucho más especializado, concluyeron.