Prácticas tradicionales para la agricultura moderna en olivar
La agricultura moderna se encuentra ante una serie de desafíos cruciales que determinarán el futuro de nuestro modo de vida.
Por: Gómez-López María Dolores, Morugán-Coronado Alicia, Samper-Pérez Elena, Zornoza Belmonte Raúl
El modelo agrario debe ser capaz de alimentar a una población en constante crecimiento en un entorno de escasos recursos, como la disminución del agua disponible, el aumento de coste de los insumos y la falta de tierras cultivables. Además, debe reducir su impacto ambiental, mediante la minimización de las emisiones de gases de efecto invernadero, la disminución de la contaminación y la erosión del suelo, así como promover el aumento de la biodiversidad. En resumen, la agricultura moderna debe producir más con menos, ser sostenible y aumentar su eficiencia económica y ambiental, contemplando asimismo en la ecuación los aspectos sociales.
Pero la escasez de agua, característica del clima mediterráneo, ha dado lugar a que los cultivos tradicionales tengan una densidad de árboles y, por tanto, de producción por hectárea baja, con escasa mecanización y por tanto con necesidad de mano de obra agraria, cada vez más escasa. Por lo que, para hacer frente a este reto de optimizar el uso de los recursos, surgen los sistemas de alta densidad. Estos sistemas consisten en el establecimiento de árboles en seto, que forman paredes productivas de árboles de no más de 2 metros, que en menor superficie y con un mayor valor añadido, permiten inversiones tecnológicas para optimizar el uso de recursos en sistemas controlados, que aumentan la productividad y la eficiencia por hectárea.
Las cubiertas vegetales favorecen la recuperación de estos suelos y su sostenibilidad.
En varias zonas del sur de España, el olivar es el cultivo principal y domina el paisaje como monocultivo, en su mayoría extensivo. Estos monocultivos con manejo de labrado y/o herbicida en las calles, han ocasionado, en muchos casos, la pérdida de funciones propias del suelo como el ciclo de nutrientes, el secuestro de carbono, la productividad, la retención del agua y su biodiversidad. Por lo tanto, es urgente recuperar estas funciones para garantizar la sostenibilidad a largo plazo.
Una práctica que favorece la recuperación de estos suelos y su sostenibilidad es el establecimiento de cubiertas vegetales, que consiste en mantener plantas herbáceas forrajeras de bajo porte que cubren las calles entre las líneas de cultivos arbóreos, pudiendo ser sembradas o espontáneas. El uso de cubiertas vegetales, hasta el momento, no ha sido una práctica muy extendida, sobre todo, en zonas con bajas dotaciones hídricas, por considerarse una competencia con el cultivo principal por el agua. Pero esta competencia debe estudiarse y contrastarse con los numerosos beneficios que aporta el mantenimiento de estas cubiertas en el tiempo, como son la reducción del uso de maquinaria, la mejora de la salud del suelo, la retención hídrica, la biodiversidad y un mejor control de plagas, quedando aun beneficios por descubrir.
Por ello desde la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Cartagena están estudiando desde hace años los beneficios del mantenimiento de cultivos intercalados, entre los cultivos principales. Recientemente estos trabajos han sido financiados con dos proyectos del Ministerio de Ciencia e Innovación, uno de ellos en olivar, OLEACOVER (PID2021-122998OB-I00), en el que se está estudiando la eficiencia de los diferentes tipos de cubiertas (espontánea y sembrada) y su manejo en sistemas de olivar en seto.
Los investigadores principales Raúl Zornoza y Lola Gómez, junto con su equipo, trabajan en ver cómo el mantenimiento y la incorporación de la cubierta al suelo, la siega o el doblado, definirán una reducción en el uso de abonos, agua y fitosanitarios, así como en huella hídrica y de carbono, lo que proporcionará beneficios ambientales, productivos y de calidad, alineados con los objetivos ambientales europeos dictados en Green Deal.
En el proyecto OLEACOVER, se estudiará durante cuatro años el cultivo, el suelo y las producciones, para atender a la capacidad de las cubiertas en aumentar la cantidad de microorganismos beneficiosos en el suelo, lo que aumentará la fertilidad, la retención hídrica y el secuestro de carbono para mitigar el cambio climático. En el proyecto se llevará el seguimiento de las parcelas mediante sensores de uso habitual en las explotaciones comerciales, para guiar en la toma de decisiones y estrategias de optimización. De igual manera se documentará cómo los suelos cuando, tras pocos años, llegan a un equilibrio en esta riqueza microbiológica, reportan numerosos beneficios, minimizando la competencia hídrica con el cultivo principal. Los aspectos de economía circular, así como económicos y sociales, serán también estudiados.
El desarrollo experimental del proyecto se lleva a cabo, en una hectárea de superficie, en una finca comercial situada en Minateda (Hellín) en la que, en colaboración con el equipo técnico de la empresa, se está monitorizando y cuantificando los beneficios del uso y de los diferentes manejos de las cubiertas vegetales frente al manejo tradicional con aplicación de herbicida, pudiendo los resultados que obtengamos extrapolarse a otras zonas de cultivo con recomendaciones según los beneficios que se quieran conseguir.
En resumen, las prácticas tradicionales de mantener cultivos de hierba entre los árboles se están llevando a la agricultura más moderna y eficiente como los cultivos en seto, lo que permite producir en una menor superficie con menos uso de mano de obra y mayor optimización de abono, agua y fitosanitarios y en los que el beneficio de usar cubiertas vegetales va a conseguir mayores reportes al suelo, la biodiversidad y a la producción.