Energía fotonutritiva y fotosaludable para 500 millones de europeos
Gracias a los cultivos de invernadero del sudeste español, que ocupan una superficie agrícola de 35.000 hectáreas repartidas entre Almería y Granada, el 60% de la población europea puede consumir frutas y hortalizas frescas, sanas y naturales en cualquier época del año, incluso en los meses de invierno en los que las bajas temperaturas impiden la producción continental. No en vano, estos invernaderos funcionan con energía fotonutritiva y fotosaludable.
El valor de un microclima
La costa de Almería y Granada cuenta con una media de más de 3.000 horas de sol al año. Esto, unido al uso de los plásticos que cubren los cultivos, ha permitido que esta zona haya pasado de tener una agricultura de subsistencia a ser el sistema más avanzado y productivo del mundo. De hecho, en el año 2017, la ONU escogió a Almería y Granada como el mejor ejemplo de sostenibilidad para dar de comer al mundo. Un sistema que se nutre, únicamente, de la luz del sol.
Energía fotovoltaica versus energía “fotosaludable “ y “fotonutritiva”
A menudo, cuando se habla de los invernaderos solares presentes en el sur de España se suele caer en el error de pensar que éstos funcionan gracias a la energía fotovoltaica producida por placas solares, pero esta idea no es más que un equívoco, ya que las placas solares transforman la energía solar en energía fotovoltaica, mientas que en los invernaderos solares, la luz del sol se transforma directamente en las hojas de las plantas, en energía “fotonutritiva” y “fotosaludable”. La energía fotovoltaica se transforma, a efectos prácticos, en electricidad; mientras que la energía “fotonutritiva” y “fotosaludable” se transforma en vitaminas, minerales, antioxidantes, fibra y agua que se muestran en forma de deliciosas frutas y verduras frescas.
Tal como explica Jan van der Blom, responsable del departamento de Agroecología de Aproa, “en los invernaderos solares los rayos del sol inciden en las cubiertas de plástico dejando pasar la luz necesaria para que las plantas puedan realizar la fotosíntesis, absorbiendo el CO2 del aire y transformándolo en ricos y saludables nutrientes. En este proceso se liberan cantidades ingentes de oxígeno a la atmósfera”.
De este modo, el 96% de la energía utilizada en los invernaderos solares de Almería y Granada procede únicamente del sol, sin necesidad de usar ni otras fuentes de energía ni combustibles fósiles. Este modelo se diferencia notablemente de los métodos productivos de otras superficies invernadas, donde sí se utilizan sistemas de calefacción e iluminación artificial a partir de combustibles fósiles que conllevan hasta un 30% más de consumo energético, más el consiguiente efecto contaminante.
Sol y plásticos: un binomio saludable y sostenible
Sol y plástico han hecho posible que se den las condiciones idóneas para el crecimiento de las plantas, protegiéndolas no solo de las inclemencias meteorológicas o de las plagas sino, también, aprovechando los recursos de la luz, la temperatura y la humedad.
Las cubiertas plásticas utilizadas en los invernaderos solares aparentemente muy simples son, sin embargo, fruto de muchos años de investigación e innovación. Hoy en día la lámina plástica de la cubierta de los invernaderos solares está integrada por varias capas con distintos aditivos que le confieren propiedades muy interesantes para el cultivo.
Así, la capa exterior contiene agentes que bloquean la entrada de parte de la luz ultravioleta que no es necesaria para las plantas y que, además, dificulta la entrada de muchos insectos plaga, ya que necesitan esta longitud de onda para poder ver. Por su parte, las capas internas impiden que durante la noche se escape el calor acumulado por el suelo durante el día. Además, estas capas integran compuestos que dificultan la proliferación de algunos hongos y la condensación excesiva de agua en condiciones de alta humedad.
Las cubiertas son reemplazadas cada tres años y debido a su alta reciclabilidad son recogidas por empresas especializadas para ser reutilizadas. Normalmente se emplean en la fabricación de contenedores de basura o de mobiliario urbano, papeleras, bancos, etcétera.
Los invernaderos del sudeste español se nutren exclusivamente de la luz del sol, con la ayuda de la ventilación natural y de la técnica del blanqueo de la cubierta como sistemas de control climático. La ventilación natural permite controlar los valores de temperatura, humedad y concentración de CO2 en el interior del invernadero, mientras que el blanqueo de la cubierta reduce la cantidad de radiación solar que se transmite dentro del invernadero durante las épocas de mayor insolación, lo que permite a los cultivos realizar su actividad fotosintética y, además, aporta la energía que calienta las plantas, el suelo y el aire. Este sistema absolutamente sostenible y natural garantiza productos sanos, sabrosos, de gran calidad, variedad y frescura durante todo el año.