El CGC denuncia consecuencia de las agresivas campañas comerciales de Egipto
El Comité de Gestión de Cítricos (CGC) advierte de las graves “distorsiones” que se están produciendo en los mercados europeos y más aún en los no comunitarios a consecuencia de las agresivas campañas comerciales de Egipto con la naranja.
La patronal nacional que representa a los comercios privados responsables de en torno al 70% de las exportaciones citrícolas nacionales se quiere desmarcar de las prácticas denunciadas por asociaciones de productores valencianos, que han protestado en los accesos del Puerto de Castellón tras tener conocimiento, supuestamente, de la entrada de partidas procedentes del país árabe en plena campaña local. Según las primeras informaciones recabadas por la entidad, de ser cierta tal cosa, se tratarían de unos pocos contenedores que podrían haber sido adquiridos por asentadores que operan en los mercados mayoristas o por otro tipo de intermediarios, no de exportadores españoles asociados al Comité, que por estas fechas se abastecen de los campos españoles. Tales partidas serían segundas o terceras calidades que podrían tener por destino ser vendidas sin confeccionar por especuladores nacionales o foráneos en mercados mayoristas (MercaBarna, MercaMadrid…). A través de tales circuitos ésas naranjas suelen ser adquiridas por la restauración para ser exprimidas en las máquinas zumeras de cafeterías.
Pese al posible sustrato de verdad de la denuncia, ante la gravedad de las acusaciones –que afectan a la reputación de un colectivo cuyo negocio está ligado y depende del buen hacer del agricultor español- el presidente del CGC, Manuel Arrufat, reclama al sector “responsabilidad” e insiste en que “en las difíciles circunstancias actuales no conviene buscar cabezas de turco”.
El CGC ha abordado esta situación y la condena a este tipo de prácticas ha sido unánime. Sin embargo, la operación ahora descrita en tal recinto portuario podría ser sólo la “punta del iceberg de un problema mucho mayor”, describe de forma gráfica Arrufat. “Lo venimos observando desde hace dos campañas y ya lo advertimos públicamente al principio de la presente: Egipto ha venido en los últimos tiempos ampliando sus regadíos, realizando masivas plantaciones de naranjas y mandarinas y está incrementando la presión en Europa”. Efectivamente, los costes de producción en estas zonas productivas son los más bajos del Mediterráneo, más baratos que los de Turquía e incluso que los de Marruecos en una relación de 1 a 10 con respecto a los costes laborales españoles. Su competitividad en precios, además, se ha visto impulsada por una devaluación que, a fecha de hoy y desde que la libra egipcia se dejó fluctuar libremente en noviembre de 2016, se sitúa en un 105% sobre el euro y en un 97% sobre el dólar. De hecho, ya en enero se tuvo constancia de la entrada por puertos galos de partidas a granel (no confeccionadas) que se situaban a precios de 0,27 euros/kg, inalcanzables para un operador español.
“Es una obviedad pero en situaciones como ésta conviene repetirlo: el negocio de los exportadores españoles se debe a la naranja y a la mandarina española y la importación de países terceros sólo se realiza en momentos en los que en nuestras zonas productoras no queda fruta”, explica el presidente del CGC. Arrufat, además, matiza: “El negocio importador no está en España, ése modelo se da en Holanda”. En 2018, de hecho, desde los Países Bajos se importaron más de 870.000 toneladas de cítricos procedentes de países terceros y esta cifra no deja de crecer desde 2014.