El cambio climático aumenta los fenómenos meteorológicos adversos y la aparición de plagas
Los cambios climáticos existen desde hace tiempo pero ahora lo hacen mucho más rápido y con mayor potencia y cada año sus consecuencias se evidencian más en los cultivos hortofrutícolas con mermas productivas y de rendimientos, así como plagas.
Por; Jose Sanchis. Periodista Agroalimentario
Mònica López Moyano, licenciada en Física y conductora de diversos espacios televisivos, señaló en la 46 Convención de Afrucat en Lleida que “el Mediterráneo es la zona cero de los efectos del cambio climático en Europa que se harán cada vez más evidentes, con episodios más frecuentes de sequía, heladas, pedrisco y altas temperaturas que favorecen la aparición de plagas en los cultivos”.
López nombra las anomalías térmicas como prueba ya que la temperatura media en Cataluña es actualmente 1,9 °C más elevada que en la década de 1950 y que el valor medio de las precipitaciones anua les ha disminuido unos 104 mm respecto a mediados del siglo XX, ante la consolidación de cada vez más periodos secos relevantes.
La meteoróloga destaca que la mitad de las enfermedades vegetales emergen tes se propagan por medio de los viajes y del comercio mundial, pero el clima es ya el segundo factor más importante y el cambio climático aumentará el riesgo de propagación de las plagas en los ecosistemas agrícolas y forestales.
Entre la serie de recomendaciones que propone para mitigar el impacto del cambio climático en la sanidad vegetal destaca la cooperación internacional mediante sistemas de diagnóstico y vigilancia. “La introducción de una nueva plaga proveniente de la otra punta del planeta puede significar la ruina para toda una región, al no contar con el depredador que sí puede albergar el país de origen de ese insecto exótico. La globalización del comercio internacional y el cambio climático han aumentado el riesgo y la aparición de plagas exóticas dentro de nuestras fronteras”, concluye.
No se equivoca López con las anomalías térmicas. Octubre fue un mes cálido y noviembre aún más: fue el más cálido desde el comienzo de la serie en 1961. Desde hace 14 años no se ha registrado en España ningún otoño con temperaturas por debajo de lo normal. “La tendencia a causa del cambio climático es a otoños cada vez más cálidos y muchos de ellos llegan a ser una prolongación del verano”, afirma el portavoz de Aemet, Rubén del Campo Hernández
Un sector tan importante como el agroalimentario sería de los más perjudicados por su elevada dependencia del clima
Cambio climático y nuevas plagas Otra nueva aportación que vincula el cambio climático con las plagas es la que expuso el director de I+D de Koppert España, José Eduardo Belda Suárez, en el V Simposio de Agricultura Ecológica celebrado en El Ejido recientemente. Belda mostró a los asistentes los resultados de varios estudios científicos que confirman la influencia directa del calentamiento global en la dinámica de las principales plagas que afectan a los cultivos agrícolas en todo el mundo.
El incremento progresivo de las temperaturas altera la distribución geográfica de las plagas, facilita que las plagas invadan nuevos territorios y afecten también a los métodos de control biológico. En este sentido, el director de I+D de Koppert explicó que un aumento de la temperatura media en invierno provoca, por ejemplo, un adelanto en la fecha de salida de la diapausa invernal, el estado fisiológico de inactividad que adoptan muchos insectos para sobrevivir con bajas temperaturas. “En la práctica, el adelanto en la salida de la diapausa invernal se traduce en que las plagas atacan antes a los cultivos y desarrollan más generaciones al año”, según Belda
Por tanto, la presencia de nuevas plagas exóticas se ve favorecida por el cambio climático y también por la globalización. “Hay que tener en cuenta que las plagas exóticas tienen más tolerancia a un rango bioclimático más amplio que los insectos nativos, por lo que van a verse beneficiadas en sus fases de introducción, establecimiento y dispersión», señaló el ponente de Koppert”.
Ante esta situación, en la que es frecuente la aparición de nuevas plagas tanto en cultivos protegidos como al aire libre, “las reglas de control biológico no tienen más remedio que actualizarse y se hace necesario redefinir los protocolos ya existentes, así como desarrollar nuevas estrategias basadas, algunas en nuevos enemigos naturales capaces de controlar a las plagas exóticas”, explicó Belda.
Récord en la siniestralidad del seguro agrario
Otro síntoma inequívoco del cambio climático se refleja en los seguros agrarios. La siniestralidad registrada en 2023 se elevó hasta los 1.241 millones de euros (la sequía supuso casi 500 millones), superando en un 56 % el récord ya batido de 2022, con 793 millones. El período 2017 a 2023 se confirma como el de mayor siniestralidad en los 43 años de historia del seguro agrario, con cifras de indemnizaciones inéditas.
El director general de Agroseguro, Sergio de Andrés Osorio, destaca “la necesidad de trabajar en la sostenibilidad del seguro agrario ante los visibles efectos del cambio climático, con medidas como la individualización de coberturas o la re visión de los rendimientos asegurados, y, desde luego, con un fuerte impulso por la innovación y la digitalización ”Si 2023 fue el año de sequía, este 2024 pasará a la historia por la DANA (lluvias torrenciales, viento y pedrisco) de los últimos días de octubre. Agroseguro estima daños en una superficie de 25.500 hectáreas de cultivo asegurado repartidas en alrededor de 50.000 parcelas, funda mentalmente en la Comunitat Valenciana pero también en Andalucía o Castilla-La Mancha. Las organizaciones agrarias han cuantificado las pérdidas en más de 1.000 millones de euros, con daños directos muy relevantes en cultivos como los cítricos y caquis, así como en infraestructuras agrarias.
Menos rendimientos y merma de la productividad
Cooperativas Agro-alimentarias de España señala que durante 2023 las condiciones climáticas extremas en muchas regiones españolas y europeas provoca ron una considerable rebaja de los rendimientos, mermando la productividad de las explotaciones y haciendo confluir en el mercado comunitario cosechas históricamente cortas en varias hortalizas y en cítricos (los cuales registran ya durante varias campañas la oferta más corta de los últimos 11 años) o en frutales.
Para las cooperativas, el cambio climático preocupa por sus múltiples derivadas: la frecuencia de los accidentes climatológicos (temperaturas atípicas; lluvias a destiempo o torrenciales; falta de agua; heladas primaverales; granizos; olas de calor…) que -sumada al incremento de coste y la falta de agua- está impactando en los rendimientos, la competitividad y el riesgo en la gestión de la explotación, hasta el punto en el que, la superficie de cultivos anuales se está ajustando a los pedidos asegurados y que, en la negociación de los productores con la distribución, cada vez pesa más la garantía de suministro (y no solo el precio). Por otra parte, el cambio climático está propiciando el desarrollo de nuevas plagas (cuya llegada facilitan los intercambios comerciales) o la prolongación de la afección de las ya existentes.
Adaptar al sector agrícola ante el cambio climático
Carlos Baixauli Soria, responsable de agrosostenibilidad en el Centro de Experiencias de Cajamar, afirma que hay que adaptar adecuadamente el sector agrícola ante el cambio climático con objeto de asegurar la producción de alimentos. “Determinados agentes no parasitarios, como el granizo, las heladas, los problemas nutricionales, problemas fisiológicos, etc., conocidos como accidentes o fisiopatías, pueden afectar a numerosas especies. Entre otros, se pueden citar los denominados ‘tipburn’, podredumbre apical ‘blossomendrot’, planchados o golpes de sol, agrietados, ahuecado de los frutos, etc., que se producen tanto en frutas como en hortalizas”, señala.
Las frutas y hortalizas en general requieren de un suministro regular y uniforme del agua que asegure un flujo adecuado a través de la planta, para que los procesos fisiológicos de floración, cuajado y engrosamiento del fruto, o los desórdenes como la podredumbre apical del fruto y/o agrietado del mismo, y en definitiva la cosecha y su calidad no se vean afectados negativamente.
Cuando los cultivos se desarrollan al aire libre se presenta una multitud de situaciones de estrés. La mayor parte de ellas se mantiene durante un corto período de tiempo, pero frecuentemente se dan a la vez varios estreses. Por ejemplo, cuando la temperatura es superior a 35 oC puede producirse una situación de estrés por alta temperatura unida a otra de déficit hídrico, de absorción de nutrientes por la raíz y desequilibrios hormonales que pueden complicarse con vientos fuertes, aguas de mala calidad, etc.
Existe una cierta susceptibilidad varietal a estas alteraciones, por lo que en condiciones de riesgo es conveniente seleccionar aquellas que sean más resistentes. Es de interés desarrollar programas de mejo ra genética, con la búsqueda de variedades resistentes a las altas temperaturas.
El correcto manejo del riego puede ayudar, según Baixauli Soria, a soslayar en parte estas fisiopatías, por ello es necesario establecer estrategias de manejo eficiente del mismo. Considerando un suministro adecuado de los nutrientes, en ocasiones pueden ser adecuadas aplicaciones foliares con alguna sal de calcio de manera preventiva en momentos clave y considerando predicciones de tiempo, actuando antes de que se produzcan estas situaciones de estrés. Otras prácticas culturales, como sistemas de poda para reducir la exposición de los frutos a los posibles golpes de sol, sistemas de sombreo, manejo de control de clima y utilización de cubiertas flotantes, son herramientas para paliar los cambios en el clima.
Estudio COAG: ningún país es inmune al calentamiento global
Un estudio de la COAG sobre los impactos del cambio climático en la agricultura española concluye que es el mayor reto al que nos enfrentamos a nivel mundial y que ningún país o territorio es inmune al calentamiento global. El impacto, que de penderá de la senda de emisiones que se siga, afectará de forma especial a la cuenca mediterránea.
En el caso de España, los daños podrían aumentar drásticamente si las emisiones continúan al ritmo actual. Este escenario llevaría a alcanzar un incre mento de 2 oC respecto a períodos prein dustriales en 2050, lo que podría reducir el PIB nacional en más de un 7 % respecto a un escenario sin cambio climático. Incluso si se lograra que la temperatura no subiera más de 1,5 oC , las pérdidas que ocasionaría llegarían al 2,5 % del PIB.
Un sector tan importante como el agroalimentario sería así de los más perjudica dos por su elevada dependencia del clima. Un calentamiento global de incluso 1,5 oC se traduciría en una bajada apreciable de los rendimientos y de la calidad de la producción en las zonas actuales de cultivo, pero más especialmente en las zonas más calurosas y áridas del sur peninsular.
Las mayores pérdidas irían asociadas al incremento del estrés hídrico en los cultivos por el aumento de la evapotranspiración y de las temperaturas, y al descenso de precipitaciones. Este descenso iría acompañado de una mayor frecuencia de sequías. Además, las lluvias serían más in tensas, lo que generaría erosión, y se concentrarían en épocas como el otoño, por lo que el agua sería menos aprovechable por los cultivos.
El paulatino incremento de la temperatura aumentaría de forma claramente perceptible la intensidad y la frecuencia de extremos climáticos como olas de calor, lluvias torrenciales, o especialmente sequías y pedriscos, los que más preocupan al agricultor. Es importante señalar que, aunque existen medidas de adaptación que podrían amortiguar parte del impacto, tienen una capacidad limitada que podría verse sobrepasada si no hay una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero según destaca COAG.
Un ejemplo es el agua disponible; en un país donde el 75 % de su superficie sufre algún tipo de riesgo de desertificación y donde un 25 % de los acuíferos corren algún tipo de riesgo, los recursos hídricos podrían disminuir un 11 % una vez se alcancen los 2 oC de calentamiento. Otro serían los seguros que en el futuro podrían tener dificultades para ofrecer una cobertura asequible por el aumento del riesgo y suficiente por el 14 descenso de los rendimientos medios.
Reportaje publicado en