Tecnova presenta el proyecto Entonatur
El equipo de biotecnología y bioprocesos de Tecnova, liderado por la Dra. Rebeca Ramos, se encuentra inmerso en una prometedora línea de trabajo en torno al uso de insectos comestibles en la industria agroalimentaria y sus distintos usos en agricultura mediante la nutrición de los cultivos hortícolas. En general, el potencial de los insectos ha surgido en base a la necesidad de fuentes sostenibles para la alimentación del futuro.
La aparición de estos ha supuesto una revolución a nivel regulatorio que se desarrolla a un ritmo más lento de lo que lo hace la investigación. Este hecho, unido a la variabilidad legislativa a nivel europeo, ha provocado la búsqueda de otros usos diferentes a la alimentación que supongan una mayor facilidad y desarrollo a corto plazo, aunque sin dejar de lado el principal interés de los mismos como alimento.
Entre las ventajas que presenta la cría de insectos con fines extractivos se cuentan la facilidad de su manutención en cuanto a formación técnica y necesidades de espacio. Asimismo, su impacto ambiental es reducido, ya que minimiza la generación de gases de efecto invernadero con respecto a otras alternativas.
No obstante, la mayor ventaja que presentan estos individuos es su gran potencial de bioconversión, que permite transformar los productos de escaso valor económico de los que se alimentan (frutos de destrío y restos de cultivo) en otros de alto valor añadido y con características muy interesantes para estas industrias.
Además de todo lo anterior, el uso de estos insectos en alimentación permite la extracción de proteínas y lípidos que pueden constituir una alternativa sostenible para la alimentación humana y respetuosa con el medio ambiente.
La valorización de los excrementos de estos insectos para su uso en el campo como fertilizantes es otra de las líneas de trabajo, convirtiendo estos residuos, que se generan en grandes cantidades, en compost.
También es posible el uso de dichos insectos para la extracción de compuestos como la quitina (componente principal de las paredes de su exoesqueleto), que es un biopolímero de alto potencial por sus propiedades tecnológicas y antimicrobianas y del que se obtiene el quitosano, con características mejoradas. Estos pueden tener usos muy destacados tanto en agricultura (protección de semillas mediante su recubrimiento; agentes encapsulantes para mejorar la vida útil de moléculas de interés agronómico, además de permitir su liberación controlada con la consecuente mejora de la eficiencia de la materia activa; agente antimicrobiano para el control de enfermedades en suelo y planta; regulación del desarrollo y crecimiento de plantas; coagulante para el tratamiento de aguas residuales contaminadas), cosmética (agente hidratante, gelificante y emulsificante) y postcosecha (para el control de agentes patógenos en alimentos y por tanto la prolongación de su vida útil), entre otros.
El proyecto Entonatur está financiado por la Consejería de Conocimiento, Investigación y Universidad con fondos FEDER dentro del marco de los incentivos a los agentes del Sistema Andaluz del Conocimiento PAIDI 2020 y ha supuesto para Tecnova la puesta en marcha de una nueva línea de investigación en economía circular aprovechando el destrío de frutos, en este caso tomate, sandía y papaya, para alimentar a los insectos y posteriormente separar, mediante tamizado, sus excrementos y valorizarlos como compost. Por su parte, los insectos son utilizados en procesos extractivos de proteínas y lípidos. Las proteínas son valorizadas para su uso en campo a través de la obtención de hidrolizados proteicos con potencial bioestimulante; por su parte los lípidos son valorizados por su potencial alimentario y tecnológico en la elaboración de pan.
CT Tecnova apuesta por la investigación con materiales y fuentes ya existentes en la naturaleza, como son estos insectos, ya que, en la actualidad, y cada vez más, la balanza se ha ido inclinando en esta dirección, por motivos de sostenibilidad y ecología.