Técnicas de poda para reducir la incidencia de enfermedades de madera en nuestras viñas
’La Viticultura necesita cada vez más de esos hombres que sepan podar bien las cepas de la viña… Piense el viticultor y propietario de las viñas que lo más caro es podar mal’. D. Nicolás García de los Salmones – La Poda de la Vid – Año 1920 .
Por Julián Palacios, cuidador de viñas e investigador.
Columela en su obra Los doce libros de Agricultura dedica el libro tercero y cuarto a hablar de la vid, el capítulo XXIII del libro cuarto se titula ‘Cómo se han de podar las viñas’ y en él detalla con todo lujo de detalles los principios que rigen la poda de la vid, cuál es la época recomendada para podar, cómo ha de realizarse correctamente y cómo evitar infecciones protegiendo las heridas. Toda una lección de viticultura que hoy en día impresiona leer al comprobar que no ha perdido vigencia alguna. De hecho, todos los autores posteriores hasta nuestros días se basan de un modo u otro en la obra del escritor agronómico romano nacido en Cádiz.
La poda es la principal herramienta para controlar y regular tanto vegetativamente como productivamente la cepa. Permite mantener una estructura física concreta y un buen flujo vascular, y está demostrado que una buena gestión de la poda permite reducir las contaminaciones de hongos causantes de las enfermedades de la madera (Luque y col., 2014). Como es sabido la poda está compuesta por una serie de operaciones que se realizan sobre el viñedo, distinguiendo entre en seco y en verde en función de la época del año en la que se ejecutan. Este artículo está centrado en la poda en seco, por ser la operación más relevante en manos del viticultor para ayudar a prolongar la vida de los viñedos.
Cuando realizamos una herida en una planta de vid, esta se protege cicatrizándola. La cicatrización siempre implica la desecación hacia el interior, en forma de cono, de una parte de madera, y su profundidad depende directamente del diámetro del corte realizado. Cualquier interrupción de los vasos vasculares implicará una dificultad para el suministro de savia a los diferentes órganos de la planta.
Además, las heridas de poda son la principal vía de entrada a la planta de los hongos causantes de las enfermedades de madera de la vid, accediendo así la mayoría de los hongos responsables de Yesca, Eutipiosis y Decaimiento por Botryosphaeria (Gramaje y Armengo, 2011). Es evidente que un menor diámetro de los cortes realizados en la poda conllevará una menor probabilidad de que estos sean contaminados, y a su vez cortes de menor diámetro formarán un cono de desecación de menor tamaño, afectando a menos vasos vasculares.
Denominamos madera de protección a aquel trozo de madera que se deja en la poda para proteger a los vasos vasculares de la afección del cono de desecación. Dejar madera de protección implica hacer cortes de menor tamaño también, por lo que se consigue un doble objetivo con esta medida. Para ello no hay que realizar una poda agresiva, con grandes cortes cercanos a la base de los pulgares, brazos o tronco, justamente lo que habitualmente observamos en muchísimos viñedos.
En los sistemas libres de formación de la vid, como el vaso, se considera totalmente normal que cada año la cepa se ‘abra’ y se aleje del suelo. Este hecho fomenta de un modo natural que los cortes de poda se localicen en una cara de los brazos, mientras que la otra está libre de cualquier corte. Es lo que se ha denominado tradicionalmente en la Poda Jerez como ‘carrera de secos’ y ‘carrera de verdes’, algo ya mencionado en la reedición de 1818 de libro de Alonso de Herrera ‘Agricultura General’, publicado originalmente en 1513.
Esto no ocurre con el manejo que se hace generalmente de los viñedos formados en espaldera tanto en Cordón de Royat como en Guyot, ya que el viticultor tiende a mantener los pulgares y/o varas en la misma posición en los troncos y brazos.
A finales del siglo XIX M. Poussard propuso una modificación del sistema de poda Guyot recomendando un pequeño crecimiento de los brazos favoreciendo un canal de secos y un canal de verdes (Lafon, R., 1921). Lo mismo puede aplicarse al Cordón de Royat si se poda permitiendo el crecimiento de los pulgares formando pequeños brazos.
Teniendo en cuenta todos estos conceptos obtenemos la respuesta a cómo podar para alargar la vida de los viñedos y reducir la incidencia de las enfermedades de madera. De hecho, en los libros de García de los Salmones (1920), Marcilla Arrazola (1942) y Martinez Zaporta e Hidalgo (1955) se encuentran variados e ilustrativos dibujos que indican cómo proceder en cada caso. Se detallan a continuación los principios básicos de la poda de la vid:
- Es necesario que todos los años exista un ligero crecimiento ordenado de las plantas que permita un adecuado desarrollo.
- Debe respetarse, siempre que sea posible, el flujo de savia separando la zona de ‘secos’ y la de ‘verdes’.
- Los cortes sean de tamaño pequeño reduciendo así la superficie expuesta a contaminación y el tamaño del cono de desecación.
- En los cortes de los chupones se dejarán las yemas de la corona para permitir la continuidad del flujo de savia por el tronco o brazos.
- En todos los casos debe dejarse madera de protección como defensa de la planta, de modo que el cono de desecación no afecte a los vasos vasculares.
Entristece ver como estos sencillos principios de poda apenas se ven aplicados en las diferentes regiones vitivinícolas españolas, más todavía cuando han sido documentados desde el siglo I. La no aplicación de los mismos es sin duda uno de los responsables de que los viñedos envejezcan prematuramente y se vean afectados significativamente por las enfermedades de madera de la vid.
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