Los agricultores de la UE creen que la agricultura del carbono podría ser viable
Los principales actores involucrados en la actividad agrícola en la Unión Europea (UE) ven con buenos ojos la transición gradual hacia una agricultura de carbono en Europa.
No obstante, recuerdan la necesidad de que las autoridades comunitarias en Bruselas expliquen, con detalle, con qué incentivos económicos podrán contar los agricultores para asegurar su correcta implantación en el Viejo Continente.
l objetivo final implícito en la agricultura del carbono es reducir el dióxido de carbono (CO2) que se emite a la atmósfera. En términos prácticos, eso se traduce en el uso de diversos métodos agrícolas que van desde la rotación de cultivos, los cultivos de cobertura y la reducción de labranzas hasta la aplicación de nitrógeno de precisión. Con todo ello, los agricultores quieren poner su granito de arena en el combate contra el cambio climático.
La Comisión Europea ha asegurado que pretende lanzar, antes de que finalice este año, una iniciativa en torno a la agricultura de carbono, al tiempo que, antes de 2023, Bruselas debería poner en marcha un mecanismo de certificación de eliminación de carbono, ya enunciado en el Plan de Acción de la Economía Circular de la Unión Europea (UE).
Los agricultores de la UE, por su parte, aseguran que ya llevan tiempo aplicando, de forma voluntaria, este tipo de acciones, y que tienen la firme intención de seguir en ese empeño.
Sin embargo, dejan claro que quieren tener certezas de que la aplicación práctica de la agricultura del carbono no será un lastre o una carga adicional en su trabajo diario.
Pekka Pesonen, Secretario General de la Asociación de Agricultores y Cooperativas de la UE (Copa-Cogeca), aseguró en declaraciones a la red europea EURACTIV.com, socio de EFE, que si la agricultura del carbono se aplica de forma generalizada, los agricultores europeos deberían recibir una compensación económica por los costes adicionales derivados de esa actividad extra.
“La iniciativa de la agricultura del carbono y el sistema de certificación de la eliminación de carbono podrían convertirse en una fuente adicional de ingresos para los agricultores comprometidos con el logro de los objetivos medioambientales. Sin embargo, puede convertirse fácilmente en una carga financiera y administrativa para ellos, aumentando sus costes, reduciendo potencialmente su productividad y disminuyendo sus ingresos”, subrayó Pesonen.
Beneficios al margen de la PAC
En opinión de Pesonen, los agricultores de la UE no deberían obtener una compensación económica procedente de la Política Agrícola Común (PAC) pues eso, sostiene, sólo derivaría en una redistribución de recursos que pasaría por alto el hecho de que los agricultores y los silvicultores ya hacen una contribución significativa a la captura de carbono.
La mejor opción, sostiene, sería que los planes de agricultura de carbono con base en las reglas del mercado contribuyan a la mitigación del cambio climático.
“Eso implica el desarrollo de un mercado de carbono (en la UE) para los sistemas de crédito de carbono basados en el mercado, donde agricultores y silvicultores fuesen remunerados por el esfuerzo (para preservar) el ecosistema, de acuerdo con las directrices de la IPPC», aseguró.
Además, en su opinión habría que garantizar que la agricultura del carbono y los créditos de carbono no se convierten en un mecanismo por defecto para que las grandes empresas y las multinacionales compensen sus emisiones.
“La industria (europea) debería esforzarse para reducir las emisiones y no depender tanto de las iniciativas de los agricultores en la captura de carbono”, explicó Pesonen.
Célia Nyssens, experta en agricultura de la Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB), aseguró que los créditos de carbono de los agricultores no deberían ser utilizados por “empresas como Shell o Microsoft para conseguir ‘hacer más verdes´ sus marcas a costa de los agricultores”.
Nyssens explicó a EURACTIV.com que existe bastante incertidumbre en torno a las responsabilidades en materia de carbono en casos, por ejemplo, de fenómenos naturales extremos.
“Si los agricultores capturan carbono en sus terrenos, y producen por ello un crédito de carbono, lo venden, y luego se produce, por ejemplo, una gran inundación o una gran sequía y parte de ese carbono se vierte nuevamente a la atmósfera, ¿quién es responsable?”, se pregunta Nyssens.
La experta explicó que la agricultura del carbono no es algo nuevo, puesto que los agricultores europeos ya tienen bastante práctica en este tipo de actividad.
“Se trata de volver a las buenas prácticas de nuestros antepasados, pero con nuevos conocimientos científicos sobre cómo se benefician (de ello) los terrenos”, comentó.
Funcionario de la UE: incentivos de origen público o privado
Por otra parte, un funcionario de la UE explicó a EURACTIV.com que un paso fundamental para que la agricultura europea del carbono pueda avanzar, pasaría por establecer un marco normativo de certificación basado en “normas contables sólidas” para la eliminación sostenible del carbono de alta calidad en los ecosistemas naturales, pero también por “soluciones industriales”.
Según la fuente europea consultada por el portal web, gracias a la agricultura del carbono, los gestores de suelos y terrenos ven recompensada su gestión sostenible, y también obtienen compensaciones por la cantidad real de carbono que han capturado.
“Los ingresos de la agricultura del carbono se convierten en una fuente adicional de recursos de la cual los gestores de tierras pueden beneficiarse además de sus productos tradicionales, como los alimentos y la biomasa”, comentó la fuente.
Por otro lado, el funcionario de la UE añadió que los gestores de tierras se beneficiarían en muchos casos al mismo tiempo de las ventajas de una tierra de mayor calidad, en cierta medida de un mejor rendimiento de la producción, y de una mayor resiliencia ante el cambio climático.
“Los incentivos financieros, que pueden provenir de fuentes públicas o privadas, apoyarán el desarrollo a gran escala de las prácticas agrícolas de carbono en todos los Estados miembros”, subrayó.
¿Qué papel desempeña la industria?
El sector privado en Europa ya ha puesto en marcha varias iniciativas para probar la agricultura del carbono sobre el terreno. Por ejemplo, el verano pasado, el gigante agroalimentario Bayer lanzó su propio “Programa de Carbono” en Europa.
En concreto, 27 agricultores de siete países de la UE y de países no pertenecientes al bloque (Francia, España, Bélgica, Dinamarca, Alemania, Reino Unido y Ucrania) participan ya en un proyecto trianual dirigido por Bayer que se centra en prácticas agrícolas inteligentes desde el punto de vista climático, como el uso de cultivos de cobertura y la reducción de las tareas de labranza.
La aplicación de esas nuevas técnicas se supervisará y se mejorará gradualmente, aseguran fuentes de la compañía.
Los agricultores, los expertos y los agentes de la cadena de valor alimentaria trabajan juntos en un laboratorio de agricultura de carbono donde ensayan conjuntamente esas acciones y generan nuevas dinámicas de aprendizaje.
Si se tiene en cuenta que actualmente no existe un mercado de carbono para que los agricultores vendan créditos, las empresas se han centrado por ahora en trabajar con los gobiernos y otras empresas para impulsar una agricultura inteligente desde el punto de vista climático.
“De acuerdo con los objetivos del Pacto Verde europeo hemos creado el Programa de Carbono de Bayer para contribuir activamente al desarrollo de las actividades de la agricultura del carbono en Europa. Trabajamos estrechamente con los sectores público y privado a lo largo de la cadena de valor, adoptando la innovación y poniendo a los agricultores en el centro de nuestros esfuerzos”, explicó a EURACTIV.com Liam Condon, Presidente de la División de Ciencias de los Cultivos de Bayer.
Se trata, aseguró, de que esta iniciativa contribuya a descarbonizar el sistema alimentario europeo con el objetivo de que sea beneficioso tanto para los agricultores, el medio ambiente y los consumidores.
“Nuestro objetivo es recompensar a los agricultores por haber adoptado prácticas agrícolas inteligentes desde el punto de vista climático, como el uso de cultivos de cobertura, la reducción de los trabajos de labranza, la rotación de cultivos y la aplicación de nitrógeno de precisión. Esas acciones sirven para capturar carbono sobre el terreno, al tiempo que mejoran la salud, la resiliencia y la productividad, y reducen las emisiones”, subrayó Condon.