Las cubiertas vegetales como estrategia de control biológico por conservación
Por César Monzó Ferrer, investigador de la Unidad de Entomología del Centro del Protección Vegetal y Biotecnología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA).
Con la presentación por parte de la Comisión Europea en mayo de 2020, de la Estrategia ‘De la Granja a la Mesa’, se hace patente que los sistemas de producción agraria precisan de una transformación hacia modelos más sostenibles desde el punto de vista medioambiental, social y de la salud humana.
La gestión de plagas agrícolas es uno de los aspectos más importantes para garantizar la viabilidad económica de nuestros cultivos. A pesar que desde el año 2012, con la aprobación del Real Decreto 1311/2012 por el que se establece el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios, la gestión integrada de plagas (GIP) es de obligatorio cumplimiento, a día de hoy, el uso excesivo de fitosanitarios sigue siendo uno de los principales problemas de nuestra agricultura.
Entre los aspectos más relevantes de la Estrategia ‘De la Granja a la Mesa’ destaca la propuesta de reducción para el año 2030 del uso y riesgo asociado a los plaguicidas en un 50%. Para poder alcanzar este hito, la Unión Europea está tomando medidas específicas y una de las derivadas de más calado es la progresiva retirada de registros de aquellos plaguicidas considerados más nocivos. Como consecuencia de la progresiva desaparición de materias activas autorizadas, la gestión efectiva de ciertas plagas clave se ha convertido en uno de los mayores retos en nuestra agricultura. Para cubrir este vacío, la Unión Europea anima a buscar soluciones alternativas al control químico que sean sostenibles y estén basadas en la naturaleza.
El control biológico es, o ha de ser, la base de cualquier programa GIP. En cultivos perennes como es el caso de los cítricos, donde existe un medio más o menos estable durante muchos años, existen de manera natural comunidades muy ricas y abundantes de enemigos naturales. Estos artrópodos utilizan como fuente de alimentación los fitófagos asociados al cultivo y como norma general, nos ayudan a mantener sus poblaciones en niveles tan bajos que pasan inadvertidas. Solo para un pequeño grupo de especies de fitófagos, su regulación es ineficiente de manera que, con relativa frecuencia, alcanzan niveles poblaciones suficientes como para producir un daño económico en la cosecha. Estas plagas que de manera natural presentan un mal control biológico son las se categorizan como plagas clave del cultivo. Aquellas estrategias implementadas en el cultivo que busquen preservar e incluso incrementar las poblaciones de enemigos naturales de manera que mejoren su actividad como agentes de control biológico sobre estas plagas, son las que constituyen lo que se conoce como Control Biológico por Conservación (CBC). El CBC está considerado por la comunidad científica la piedra angular para las presentes y futuras estrategias de gestión de plagas agrícolas. Además, sus principios están en absoluta sintonía con las propuestas de la Estrategia ‘De la Granja a la Mesa’.
La utilización de cubiertas vegetales sembradas o mantenidas entre las filas (calles) de cultivos perennes es una estrategia de gestión del suelo a la que se le atribuyen numerosos beneficios para el cultivo. Las cubiertas vegetales reducen los procesos de erosión, ayudan a movilizar nutrientes desde capas más profundas del suelo a capas más superficiales, mejoran la estructura de éste incidiendo positivamente en su capacidad de drenaje y retención de agua e incrementan los porcentajes de materia orgánica. Si son gestionadas adecuadamente, las cubiertas vegetales también pueden mejorar notablemente el CBC de plagas claves. Las cubiertas vegetales ofrecen refugio y recursos alimenticos a los enemigos naturales creando de esta manera un medio mucho más favorable para su permanencia en el cultivo.
A día de hoy, la ciencia ha demostrado que la presencia de enemigos naturales en los campos de cultivo está muy condicionada por la disponibilidad en éstos de recursos alimenticios alternativos. Tanto depredadores como parasitoides, utilizan generalmente como fuente de alimento preferencial las plagas que afectan a los cultivos. Sin embargo, cuando estas plagas no están presentes o desaparecen, los enemigos naturales han de buscar fuentes de alimentación alternativas para su subsistencia. Si dichas fuentes no están presentes en el cultivo, éstos migrarán a otro lugar o morirán por desnutrición. Los enemigos naturales utilizan el polen u otros artrópodos que se encuentran sobre especies vegetales no cultivas como fuentes alternativas de proteína. De la misma manera, el néctar de plantas no cultivadas o la melaza secretada por hemípteros fitófagos presentes en estas plantas, son una fuente alternativa de azúcares. Las cubiertas vegetales nos pueden proporcionar dichas fuentes de alimento en la propia parcela cultivada siempre que se realice una selección adecuada de especies vegetales de la cubierta de manera que i) las especies vegetales ofrezcan los recursos alimenticios en los momentos en que son necesitados por los enemigos naturales y ii) éstos sean accesibles a los enemigos naturales. El diseño de una cubierta vegetal funcional dependerá por lo tanto de la selección de especies vegetales que cumplan estos dos criterios.
En cítricos, estudios realizados durante las dos últimas décadas en nuestro país identifican el periodo comprendido entre el final del verano y el inicio de la primavera como el más crítico para los enemigos naturales en cuanto a accesibilidad a los recursos alimenticios. Se piensa, por lo tanto, que la provisión de recursos alimenticios alternativos en ese periodo del cultivo será fundamental para garantizar la presencia suficiente de enemigos naturales a la salida del invierno y durante toda la fase de crecimiento del cultivo. Por esta razón, a la hora de seleccionar especies candidatas para una cubierta vegetal, será importante incluir y combinar familias de plantas con especies cuyas floraciones abarquen el periodo de verano-otoño-invierno. Además, los enemigos naturales, a diferencia de los polinizadores, no están especializados en el uso de recursos florales.
Por esta razón, para que éstos puedan acceder tano al polen como al néctar es importante seleccionar familias/especies vegetales que tengan morfologías florales sencillas donde tanto el polen como los nectarios están expuestos. Tanto las apiáceas (umbelíferas), las brasicáceas (crucíferas) y las compuestas pueden cumplir ambos criterios. Las poáceas (gramíneas), son también una familia interesante ya que, al ser una monocotiledónea, presentan asociada una comunidad de artrópodos fitófagos muy especializados en este grupo de plantas y que, por lo tanto, no suelen afectar a cultivos como el cítrico, que se incluye en las dicotiledóneas . Estos fitófagos pueden ser una fuente de proteína animal muy importante para los depredadores, en ausencia de sus presas preferenciales.
Desde el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), basándose en los criterios aquí expuestos, se está experimentando con diseños de cubierta vegetal de mezclas de semillas que incluyen las familias comentadas, para mejorar el control de las plagas clave del cultivo. La utilización de cubiertas vegetales como estrategia de CBC se presenta por lo tanto como una herramienta de presente y futuro en nuestra agricultura que además está en total consonancia con las actuales propuestas de la Comisión Europea expuestas en la Estrategia de ‘La Granja a la Mesa’.
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