La madurez del sector hortofrutícola rejuvenece su futuro
Por Luis Planas Puchades, Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación
Tras el esfuerzo inmenso de la sociedad española para superar la crisis sanitaria provocada por la Covid-19, se abren las puertas a la recuperación social y económica, que, según todos los indicadores, va a experimentar un importante salto y va a alcanzar, en pocos meses, los mismos niveles de actividad previos a la pandemia.
En el contexto de crisis sanitaria, el sector agroalimentario español, y el hortofrutícola en particular, ha desplegado un comportamiento extraordinario. Ha sido capaz de simultanear el suministro seguro de alimentos a toda la población en los momentos más complicados con el incremento de las exportaciones a otros países más dependientes en materia de seguridad alimentaria. De hecho, el sector de las frutas y verduras logró aumentar sus exportaciones un 4,6% y alcanzar los 16.460 millones de euros en un año tan insólito como el 2020.
Si el sector ha demostrado esa madurez y esa fortaleza en los momentos más duros, podemos tener la certeza de que va a tener un papel protagonista en la intensa recuperación que ya se abre paso en el conjunto de la economía española. El sector hortofrutícola de nuestro país es el primer productor de la Unión Europea (UE) y quinto del mundo. Además, se trata del segmento de producción más relevante de, ya de por sí pujante, sector agrario español. Y, por supuesto, hay que mencionar su potencial para fijar población en el territorio y para activar la vida en zonas rurales, ya que son beneficios llenos de valor.
Por tanto, una de las prioridades que nos hemos fijado en el Gobierno de España, a través del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), es mantener y favorecer ese carácter competitivo y exportador de nuestros productores de frutas y hortalizas de cara a las estrategias de futuro para el sector agroalimentario. El objetivo es seguir ocupando posiciones de liderazgo en la suficiencia alimentaria europea y exportadora. Por eso es importante situarnos en la vanguardia a la hora de satisfacer las nuevas demandas sociales y medioambientales que se están consolidando como tendencia global, tanto para la producción como para el consumo de alimentos.
En este sentido, el papel de palanca tractora que va a jugar el sector agroalimentario en la recuperación económica va a coincidir con una transformación profunda del sector. En línea con los objetivos de sostenibilidad a los que nos hemos comprometido a nivel europeo y mundial, tenemos que aumentar la productividad con menos recursos naturales. Los tres ejes sobre los que va a pivotar esa transformación son a) el avance hacia sistemas productivos sostenibles y de economía circular; b) la innovación y digitalización de los procesos; y c) la vertebración del territorio mediante el relevo generacional en el medio rural.
Dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), un instrumento de gran impacto por su capacidad financiera y por su concentración en el tiempo, el MAPA ya tiene en marcha medidas y actuaciones orientadas a ese doble objetivo de multiplicar la productividad reduciendo la utilización de recursos naturales. Se recogen partidas para la modernización del sistema de regadíos que contarán con una inversión de 563 millones de euros -unos 700 millones, si contamos con el efecto tractor sobre la inversión privada- destinada a regadíos sostenibles y de precisión que promuevan el ahorro de agua y la eficiencia energética. Asimismo, otra línea de inversión son los 120 millones de euros para la actualización integral de los invernaderos con el fin de orientarlos hacia la economía circular y los modelos de producción más sostenibles. Se trata de dos casos de éxito –el regadío y los invernaderos- de la actividad agraria española que, ahora, necesitan una puesta al día para seguir actuando como potenciadores de unas producciones seguras y sostenibles.
La nueva Política Agraria Común (PAC) abre también oportunidades para el sector. En concreto, España ha llevado a Bruselas la propuesta para que se incluya a productores de frutas y hortalizas en las ayudas desacopladas. La futura PAC, que aplicaremos a partir de 2023, incluirá el 30% de la superficie hortofrutícola que, actualmente, está fuera de este tipo de ayudas. Es una demanda histórica que va a marcar un antes y un después en términos de equidad y justicia para el sector.
Asimismo, desde el Gobierno hemos emprendido el camino hacia la reforma legislativa de la Ley de la Cadena con el fin de contribuir a mejorar el equilibrio de la cadena alimentaria a lo largo de todos los eslabones que la componen. Es una medida que tendría su complemento óptimo en unas organizaciones interprofesionales fuertes, estructuradas y bien dimensionadas que hagan ganar en capacidad negociadora a los productores.
Este Año Internacional de las Frutas y las Verduras tenemos mucho que celebrar. Nuestros productos ondean, como una bandera orgullosa, en todos los mercados europeos y en muchos de países terceros. Además, estos días estamos de enhorabuena porque también celebramos Fruit Attraction, que se va a convertir en gran la cita para el reencuentro del sector hortofrutícola y, por tanto, un foro imprescindible desde el que seguir creciendo. Tenemos experiencia, conocimiento y medios para emprender la transformación necesaria. Y tenemos mucho que ganar.