Formación: los retos del sector agroalimentario se trasladan a las aulas
por Milagros Jurado
El sector agroalimentario es uno de los principales motores de crecimiento, sólo superado por el turístico. No es de extrañar, por tanto, que una formación de calidad, orientada específicamente hacia los principales retos y desafíos de su mercado (como la innovación y la internacionalización) y las necesidades de sus empresas, se perfile como herramienta esencial para contribuir a que siga siendo un referente en nuestra economía. Así, la dirección que en los últimos años parece estar tomando la formación, a la hora de ofertar cursos especializados en esta área, apuesta por un enfoque más práctico y conectado con la realidad empresarial, de la mano de profesionales cualificados y en activo, en respuesta directa a lo que viene demandando el sector agroalimentario.
Son varias las razones tras ese viraje generalizado hacia una orientación más profesional:
De un lado, el propio dinamismo del sector, marcado por la necesidad de adaptarse continuamente a un entorno cambiante y a un mercado con mayores exigencias en temas como la calidad, la seguridad alimentaria y el respeto medioambiental que, principalmente, se traducen en la demanda de alimentos más sanos y naturales. Para satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos, a la vez más saludables y seguros, y a mercados como el comunitario, con una normativa cada vez más rígida y exigente en temas de seguridad y salud alimentaria, la innovación y la I+D se perfilan como uno de los principales caminos a seguir por las empresas del sector para diferenciar sus producciones de las de sus competidores y mantenerse en el mercado.
De otro, y como apunta Jorge Jordana, coordinador del Máster Executive en Gestión de Empresas Agroalimentarias(MGEA), creado en 2010 por la Fundación LAFER y Global Marketing Business Advisers), la gran capacidad exportadora de las empresas del sector agroalimentario español, motivada, en gran medida, por operar en un libre mercado que las lleva a apostar por la internacionalización de sus producciones para llegar a nuevos segmentos y ser más competitivas. «La necesidad de operar en un mercado realmente abierto (un 25% de nuestra alimentación es importada) y la de servir a una distribución moderna crecientemente concentrada, han impulsado al sector a ser muy competitivo. Muestra de ello es que los alimentos transformados representan ya el 20,5% de las ventas netas del conjunto de la industria en España, situándonos, como sector, los 4º de la UE y los 8º a nivel mundial», afirma Jordana.
«No obstante y pese a este positivo panorama -matiza- si el sector agroalimentario quiere seguir siendo un referente de nuestra economía deberá seguir incrementando su presencia internacional, ganar en dimensión, frente a la atomización actual, aumentar la intensidad en su innovación y fortalecer más racionalmente la financiación empresarial». Para Jorge Jordana, la consecución de esas metas pasa por incorporar al sector el mejor talento, desarrollando aquella formación que contribuya a cambiar la mentalidad y orientación de la actividad del sector agroalimentario. Con esa finalidad, el MGEA cuenta con un claustro que combina reconocidos profesionales en activo, que aportan su experiencia sobre la actualidad y tendencias del sector, dando pautas de hacia dónde se encamina, junto con profesores de la Universidad Antonio de Nebrija, con una amplia trayectoria profesional previa a la formación.
En ese continuo proceso de adaptación para dar respuestas a las necesidades y demandas del consumidor en materia de alimentación, es fundamental cómo se comunica y traslada a la sociedad ese esfuerzo, teniendo en cuenta que el sector de la agroalimentación en general y el de la agricultura, en particular, sigue siendo un gran desconocido para la sociedad que lo ve como tradicional y conservador, muy alejado de su apuesta por la innovación e I+D, y la calidad, para producir más y mejor, según la I Encuesta sobre Percepción e Imagen de la Agricultura Española, encargada por la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA).
Está claro, que algo no se está haciendo bien, tanto desde los departamentos de comunicación e imagen de las empresas agroalimentarias, como desde los medios de comunicación… Precisamente, y para suplir esa falta de profesionales especializados en Agroalimentación desde las redacciones de los medios, la Asociación de Periodistas Agroalimentarios de España (APAE) tiene previsto organizar en breve un Máster en Información Agroalimentaria.
Internacionalización como factor de competitividad
La internacionalización ha pasado a ser una de las áreas de mayor interés estratégico para el tejido empresarial agroalimentario y, por tanto, sobre la que se viene demandando una formación más específica, como lo demuestra el hecho de que cada vez se exporta más desde el sector agroalimentario español, cuyas ventas al exterior han crecido en el último año en volumen y valor. Concretamente, en 2015 se alcanzó un récord histórico en el valor de las exportaciones agroalimentarias, con más de 44.000 millones de euros, casi un 30% más que en 2011, y un saldo positivo de 10.000 millones de euro. Esa diferencia entre nuestras exportaciones e importaciones evidencia el carácter netamente exportador de nuestro tejido empresarial agroalimentario.
En esa línea, uno de los módulos más importantes del MGEA es el de internacionalización, de 37,5 horas, que tiene como principal objetivo, por un lado, ofrecer un panorama completo de la situación actual del comercio exterior agroalimentario y de los instrumentos de promoción exterior, analizando, entre otras cuestiones, nuevos segmentos y mercados emergentes. Por otro, ver los instrumentos para un proceso exitoso empresarial en este ámbito, analizando casos de éxito, e invitando para ello a los profesionales implicados en su desarrollo.
Una formación eminentemente práctica y avalada por la experiencia de reconocidos empresarios, que se ha materializado en trabajos de fin de máster como el proyecto desarrollado por Ismael Hernández, Gerente de la Asociación de Productores de Vacuno de Carne (Asoprovac), de Castilla-La Mancha, quien ha llevado a la práctica con éxito una plataforma de exportación de carne de vacuno a países de Oriente Medio. En la actualidad, esta cooperativa denominada Exporvacun ha logrado concentrar la entonces dispersa oferta, facilitando una posición negociadora más fuerte en el mercado. De hecho congrega a más de 30 explotaciones ganaderas, con un número superior a 15.000 animales, y una contrastada calidad en el producto final. Exporvacun trabaja en el mercado internacional habiendo alcanzado acuerdos con varios países mediterráneos.
Seguridad Alimentaria Integral
El hecho de que empresas e instituciones vinculadas al sector agroalimentario se vengan comprometiendo, cada vez de una manera más directa, en la formación de sus futuros profesionales, responde a una mayor necesidad de cualificación en cuestiones altamente demandadas por el consumidor y el actual marco normativo europeo, como es la Calidad y Seguridad Alimentaria. Un claro ejemplo de ello, lo tenemos en la titulación que la Empresa de Certificación AENOR ofrece como plus en la nueva edición del MGEA, que se inicia en octubre de 2016. Concretamente la de “Gestor de Normas y Protocolos de Calidad y Seguridad Alimentaria, BRC, IFS e ISO 22000″.
Otro claro referente, lo constituye el máster oficial de postgrado en Seguridad Alimentaria que imparte la Universidad CEU Cardenal Herrera, en el que, del lado del sector privado, colabora la Federación Empresarial de Alimentación de la Comunidad Valenciana (FEDACOVA), junto a una amplia representación institucional, de la mano de la Generalitat Valenciana, la Agencia Valenciana de Salud, la Escuela Valenciana de estudios de salud (EVES), el ilustre Colegio Oficial de Veterinarios de Valencia y la Universidad Regional de Blumenau (Brasil).
Una titulación cuya singularidad es ser la primera en España que acredita a expertos en seguridad, en todas las fases de la cadena alimentaria, incluyendo la producción primaria y que viene avalada por el hecho de que más del 40% de sus alumnos encuentran empleo en las empresas donde desarrollan las prácticas, un plus a tener en cuenta a la hora de invertir en un máster de estas características. Un alto nivel de contratación al que, sin duda, ha venido contribuyendo el crecimiento experimentado por la oferta de empleo en el ámbito de la seguridad alimentaria, como consecuencia de las mayores exigencias impuestas desde la Unión Europea en esa materia.
Cuando hablamos de una formación agroalimentaria con una orientación más profesional, hay que matizar que la implicación de las empresas del sector no sólo queda patente en el claustro de profesores o el diseño de los contenidos de los cursos o másters, sino también en las prácticas que ofertan. Así, en el caso del máster de la Universidad CEU Cardenal Herrera, uno de los puntos fuertes a considerar es que dispone de convenios con más de 100 empresas de toda España para que sus alumnos puedan realizar las 200 horas de prácticas estipuladas, y de un programa de Prácticas a la Carta. “El alumno selecciona otras empresas de su interés, y desde la Universidad contactamos con ellos y facilitamos a los estudiantes la realización de prácticas en diferentes sectores y lugares seleccionados por ellos”, informa su coordinadora, la doctora Mª Carmen López Mendoza.
Innovación como marca de diferenciación
Para entender la importancia de la innovación y la I+D como factor de competitividad y marca de diferenciación en el sector agroalimentario, hay que tener en cuenta el actual contexto, marcado por el cambio que ha venido experimentando el perfil del consumidor, cada vez más concienciado sobre la importancia de una alimentación saludable, una demanda que el mercado trata de satisfacer con nuevos productos de calidad diferenciada y alto valor añadido, como es el caso de alimentos funcionales, gourmet, más naturales o con un nivel mínimo de procesamiento y aditivos, como pueden ser los productos de V gama -platos elaborados de alta calidad- o los artesanos con sabores típicos y tradicionales.
Hacia esa área de formación, que las empresas del sector consideran de alto valor estratégico, por todo lo anteriormente explicado, se dirige el máster universitario organizado por la Universidad de Castilla La Mancha, «Innovación y Desarrollo de Alimentos de Calidad», cuyo plazo de inscripción estará abierto hasta finales de agosto. En él participan también la Facultad de Ciencias y Tecnologías Químicas, el Departamento de Quimica Analítica y Tecnología de los Alimentos y el Instituto Regional de Investigación Científica Aplicada (IRICA).
Con este tipo de titulación, se pretende, por tanto, contribuir a diversificar la actual oferta formativa en materia agroalimentaria, donde proliferan los másteres y cursos relacionados con la «gestión y el aseguramiento de la calidad» y «la seguridad alimentaria» que se imparten en la actualidad desde otros centros. Su finalidad es formar a profesionales con una alta especialización, conocimientos y destrezas, preparados para desarrollar o mejorar productos alimentarios de alta calidad y con gran valor añadido, respondiendo a los retos y tendencias actuales planteados por los consumidores.
La larga tradición y trayectoria del sector agroalimentario de la Comunidad Autónoma de Castilla la Mancha, con numerosas denominaciones de calidad, lo convierten en uno de los más importantes y en motor de desarrollo socio-económico, y explica la conveniencia de abordar un curso con este enfoque, que ya ha suscitado el interés de muchas de las empresas y Consejos Reguladores de Denominaciones de Origen, que se han ofrecido en apoyar y participar en actividades de este máster.
Este curso de postgrado se centrará fundamentalmente en las competencias y habilidades que necesitan los profesionales de las empresas alimentarias pero también, y en igual medida, en el conocimiento del comportamiento del consumidor y del consumo de alimentos, determinante para poder satisfacer las necesidades que se identifiquen. Asimismo, se pretende dar respuesta a las demandas de los principales sectores alimentarios de la comunidad de Castilla la Mancha: cárnicos, lácteos, aceite de oliva, enológico, entre otros, así como consolidar las actividades de desarrollo e innovación industrial por parte de los grupos de investigación del Departamento y del IRICA, dependiente de la Universidad de Castilla la Mancha (UCLM), en colaboración con las empresas.
Profesionalización en los diferentes eslabones
Una de las iniciativas más interesantes realizadas en el ámbito de la formación dirigida al sector agroalimentario ha sido llevada a cabo recientemente por una de las instituciones con mayor bagaje en este tipo de actividad, Cajamar. Previamente y para adecuar su oferta formativa a la situación real del tejido productivo y a sus perspectivas de futuro, esta entidad y la Escuela de Organización Industrial (EOI) llevaron a cabo, en 2015, el estudio ‘Análisis de las nuevas necesidades formativas en el sector agrícola’.
Entre las principales conclusiones del documento de resultados, la opinión de los agricultores encuestados apuntaba a la necesidad de formación continua en aspectos como el diseño y el análisis económico de la explotación, el aprovechamiento eficiente de los recursos naturales, las gestión digital de compras y ventas, el uso de aplicaciones informáticas, la gestión de recursos humanos, las estrategias de reducción de costes y las obligaciones legales y fiscales de la empresa agrícola. El documento completo está disponible para su consulta en internet.
Aprovechando estas conclusiones, Cajamar celebró, entre el 9 de junio y el 13 de julio, un curso dirigido a la profesionalización de la empresa agroalimentaria, bajo el epígrafe ‘Buscando la competitividad en la empresa agrícola’. Tras más de 30 años formando a ingenieros agroalimentarios en las técnicas agronómicas más avanzadas y centrándose en la capacitación de los rectores de las cooperativas de comercialización, ahora le ha tocado el turno a los pequeños y medianos empresarios de la producción. El principal objetivo de esta acción formativa es incrementar la eficiencia y rentabilidad de las pymes del sector, conforme a las nuevas exigencias del mercado.
Una iniciativa con una significativa representación del sector empresarial en su claustro de profesores, concretamente profesionales y directivos de empresas tan destacadas como Mercadona, ÚNICA Group, Rijk Zwaan y La Gergaleña, junto a los profesionales de Cajamar y especialistas universitarios en marketing agroalimentario.
Asignaturas pendientes
Esa tendencia en alza de impulsar una formación de calidad y cada vez más profesionalizada pone de manifiesto que aún existen importantes desafíos que el sector agroalimentario español debe superar para seguir creciendo. Retos que en tanto tales, destapan asignaturas pendientes y debilidades del tejido empresarial agrario.
Trasladando esa afirmación a las políticas que el Gobierno español viene desarrollando en materia de formación, destaca la reciente aprobación de 1, 8 millones de euros en ayudas para actividades de formación en el ámbito del cooperativismo agroalimentario que, entre otros objetivos, persiguen fomentar la concentración empresarial en el sector, un camino en el que aún queda un largo trecho por recorrer, si se quiere alcanzar un equilibrio de fuerzas con respecto a la gran distribución.
Y es que, la necesidad de alcanzar una mayor dimensión por parte de las empresas agroalimentarias españolas, para fortalecer su posición negociadora en la cadena, es todavía mayor en el caso de las cooperativas, un sector que, pese a sus avances, aún se encuentra muy atomizado. Como dato ilustrativo, el siguiente: ninguna cooperativa española se encuentra entre las 50 más grandes de Europa por facturación.
La idea es, por tanto, apoyar la formación de los cuadros directivos de las empresas de la Economía Social para cambiar la actual configuración asociativa agroalimentaria, adecuándola a los nuevos retos y fomentando su competitividad, sostenibilidad, eficiencia energética e innovación. En definitiva, dotar a estas empresas de instrumentos y medidas que les confieran un mayor protagonismo en nuestro sistema agroalimentario y de estructuras más eficaces con las que alcanzar la excelencia empresarial, erigiéndose, a su vez, como elemento dinamizador del tejido rural.