Exportación y seguridad alimentaria
Artículo de opinión de Francisco Sánchez, Gerente de Onubafruit, publicado en la revista ECA FRUITS Ed. 19, donde reflexiona sobre la exportación y la seguridad alimentaria.
Los datos sobre el sector hortofrutícola español nos dicen que la exportación de hortalizas en 2021 aumentó (respecto a 2020) un 1,6% en volumen. 5,7 millones de toneladas con un valor incrementado del 9%.
El destino principal de las exportaciones hortofrutícolas españolas es el mercado europeo y, precisamente en Europa, se escuchan ahora voces que dicen que hay que recuperar la soberanía alimentaria, para que el sector pueda soportar la subida de los costes y proteger a los agricultores.
Seguridad alimentaria
España está a la cabeza de Europa en investigación y métodos de planificación, en agricultura de precisión y en agricultura sostenible.
Los europeos producimos los alimentos más seguros de todos los tiempos, sin embargo, esa información sobre la seguridad alimentaria no parece llegar bien a los consumidores. Aun así, seguimos teniendo las frutas y las verduras con más garantías del mundo, pero… ¿hasta cuándo?
Nuevos modelos
El pequeño agricultor ha demostrado ser sorprendentemente persistente a lo largo de la historia, y las cooperativas europeas no han hecho otra cosa que crecer, como modelo empresarial basado en la unidad de esfuerzo que aporta valor a sus socios, generando riqueza y desarrollo de núcleos rurales. Pero, actualmente, en todo el mundo, avanza un esquema diferente. Un modelo inconexo que mira para otro lado en su relación con países con los que no se comparten las premisas éticas o legales, cuando interesa, a la par que busca nuevas formas de negocio y beneficio en pro del propio desarrollo.
Seguimos teniendo las frutas y las verduras con más garantías del mundo, pero… ¿hasta cuándo?
Los agricultores españoles, los europeos, ahogados por los elevados costes de producción, la falta de rentabilidad y la mala imagen que se ofrece de ellos, están empezando a abandonar sus cultivos facilitando así el avance de lo que llaman agronegocio. La visión de nuestros campos, de nuestros pueblos, se está modificando. El número de explotaciones agrarias es menor, también hay menos empresas familiares y la tecnología parece ir desplazando la mano de obra humana. Los recursos, tan reclamados a los agricultores, están pasando a manos externas, a las que nada o poco preocupan las comunidades y las tierras que explotan.
Mientras tanto, el consumidor europeo, muy comprometido socialmente, se debate (siempre que el precio se lo permita) entre la apuesta por el producto local sostenible y la globalización.
En definitiva, el mundo se inclina hacia la destrucción de la agricultura tradicional, privándole de competitividad, agua y reputación, pese a ser el único modelo que garantiza la sostenibilidad de la alimentación mundial del futuro.
Jugarse el futuro
Estamos tan ocupados en buscar promesas de una nueva vida que no nos paramos a pensar en que hay errores que no van a tener vuelta atrás en mucho tiempo. O empezamos todos a mirar las cosas con perspectiva de futuro y se legisla todo esto de manera equilibrada o tanto los pequeños agricultores como los consumidores y el propio planeta tendrán que asumir las consecuencias.
Artículo de opinión publicado en la revista ECA FRUITS Ed. 19