El papel de la mujer en la gestión de crisis: ejemplo, liderazgo y eficacia
Artículo de Opinión de Gissèle Falcón, directora de Siete Agromarketing, eComercio Agrario y Revistas ECA, y fundadora de la Red #MujerAGRO
A estas alturas ya nadie duda de que estamos asistiendo a una crisis sanitaria global sin precedentes. No obstante, y pese a estar en fase de ‘desescalada’, el contexto adverso promete perdurar en el tiempo y afectar de un modo drástico y alarmante al ámbito socioeconómico. Y es que, cuando parece (y aún solo se espera) que el Coronavirus comienza a relajar sus efectos amenazantes para la salud a nivel mundial, en buena parte gracias a las medidas de seguridad y confinamiento llevadas a cabo en cada territorio a nivel internacional, también empiezan a aparecer los primeros análisis y reflexiones acerca de cómo se ha gestionado esta pandemia en los distintos países. Y es en este escenario donde el papel de la mujer cobra una fuerza más que destacable, como comienzan a exponer varios politólogos, psicólogos sociales, medios de comunicación y la propia opinión pública, fruto del análisis de las medidas llevadas a cabo en cada caso, de los tiempos manejados y de su efectividad medida y contrastada con datos reales sobre la población.
La relevancia del papel de la mujer para hacer política en situaciones críticas
Si en los últimos años asistíamos a una corriente social y empresarial cada vez más intensa que intentaba ubicar a la mujer en los puestos de relevancia y responsabilidad que le correspondían según su experiencia, su valía y sus capacidades reales (abandonando esa tradicional posición en un ‘segundo plano’), la crisis del Coronavirus ha venido para dejar muy claro su incalculable valor a la hora de hacer política en situaciones críticas. Para ponernos en contexto, de 193 países existentes en el mundo, tan solo 10 están dirigidos por mujeres. Durante el transcurso de este desagradable proceso que nos ha tocado vivir, cabe señalar el brillante papel desempeñado por sus mujeres gobernantes en países como Alemania, Taiwán, Nueva Zelanda, Islandia, Finlandia, Noruega y Dinamarca. Las cifras han venido a demostrar que su capacidad de gestión, de anticipación, su discurso contundente, empático, y su capacidad de decisión y ejecución de medidas correctas, drásticas y firmes en el momento adecuado, ha frenado exponencialmente tanto la cifra de contagiados como la de fallecidos a causa de esta horrible pandemia.
Como identifican ya varios portavoces expertos y la propia prensa a nivel internacional, y no puedo estar más de acuerdo con ellos como mujer empresaria y emprendedora, las mujeres que lideran los mencionados países poseen varios elementos en común: capacidad de decisión rápida e inmediatamente ejecutiva; mensajes efectivos, claros, transparentes y empáticos; y enorme creatividad en la búsqueda de soluciones. Destacaría especialmente su capacidad de previsión, algo esencial en situaciones como ésta, así como su capacidad para lanzar las medidas más efectivas para la protección de la sociedad. Hablamos, por tanto, de un estilo de liderazgo que puede perfectamente calificarse como más eficaz, más democrático, más colaborador, y más compasivo.
¿Qué podemos aprender de la gestión femenina en tiempos de coronavirus? Trasladar el ejemplo al ámbito rural
La educación en igualdad que he recibido me dota de una especial sensibilidad hacia temas como el que abordo en este artículo. Y destaco especialmente la labor de mi madre, emprendedora y luchadora, incapaz de detenerse ante nada e inculcándonos tanto a mí, como a cada uno de mis cuatro hermanos, el valor de la formación a la hora de eliminar barreras para alcanzar las posiciones que nos correspondían. Estoy especializada en el sector agrario, tradicionalmente masculinizado y que está atravesando su particular crisis demostrando, a su vez, cómo es esencial para el sostenimiento y desarrollo de una sociedad en crisis como la actual. Afortunadamente, existen grandes hombres que tienen la suficiente capacidad para empoderar y promocionar a la mujer profesional en este mercado. Siempre he defendido, y continuaré haciéndolo, que la agricultura es femenina y tiene nombre de mujer. Por eso, estoy convencida de que ante este contexto adverso que nos está tocando atravesar, más que nunca, la mujer va a ser la transformadora del nuevo mundo y del campo.
Sin lugar a duda, y como sostenía recientemente en una entrevista José Miguel Herrero Velasco, Director General de la Industria Alimentaria, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en un momento crítico como el que atravesamos, todos los eslabones que componen el sistema agroalimentario español están demostrando a la sociedad su valor real y su importancia estratégica. Hablo de agricultores, ganaderos, industria, distribución y todos los servicios complementarios como el propio transporte. Gracias a ellos disponemos de alimentos y bebidas en el actual estado de alarma por el COVID-19. Estamos ante un sector estratégico que se ha visto impactado en menor medida por esta crisis y que constituye un indudable pilar para apuntalar la economía y generar renta y empleo. Esta crisis sanitaria llega tras una oleada de movilizaciones en la que el sector primario mostró al mundo la crisis estructural que padece, siendo uno de los grandes olvidados, utilizado en la Unión Europea como moneda de cambio en acuerdos bilaterales y soportando el lastre de años de gran especulación que existe en el comercio de sus frutos. El eslabón más débil de la cadena alimentaria que hoy demuestra su valía, reivindica su posición y ensombrece a aquellos que no oyeron sus reivindicaciones. Hoy, es más difícil para los políticos no escucharlo.
Con el ejemplo que he puesto de las gobernadoras y su papel gestor ante la crisis, aprovecho para mostrar el feminismo en el que creo verdaderamente, que no es otro que aquel que defiende la igualdad entre hombres y mujeres. Y, pese a que siempre hemos estado ocupando una segunda posición, prefiero seguir siendo optimista y avanzar un futuro inmediato en el que este panorama continúe cambiando a mejor. Sin lugar a duda, hay mujeres brillantes dentro de este sector que están sumamente preparadas para alcanzar puestos de dirección; lo que les falta realmente es conseguir un óptimo nivel de visibilidad para abrir camino al resto, inspirar y calar en aquellas que vienen de camino.
Hablo de una cadena de igualdad en la que todos hemos de creer, confiar y apostar por ella. Esta crisis ha venido para transformar el mundo y tenemos ante nosotros una magnífica oportunidad de continuar por el camino ya emprendido que apueste más fuerte que nunca por reivindicar, en lo que al ámbito rural respecta, el papel de la mujer en la cadena agroalimentaria apoyado en el cooperativismo de todos. Estamos pues ante un nuevo escenario social, político, sanitario y también agroalimentario, con nuevas oportunidades, nuevos retos para la mujer agro, para que avance y pase a ser mujer agroprofesional.
Hoy, más que nunca, es importante hacer fuerza común entre todas las organizaciones, instituciones y empresas que lideren proyectos de igualdad, dejando de lado el color político y apostando por una gestión justa y correcta. La mujer tiene mucho que decir en este particular contexto y, no tengo la menor duda, de que ha venido para quedarse y para pisar con más fuerza y seguridad.