«El mayor factor del efecto invernadero no es el CO2, es el vapor de agua»
El Comité de Gestión de Cítricos (CGC), la asociación nacional de exportadores privados, organizó una conferencia impartida por Millán Millán, director emérito del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM). El experto, que avanzó a Bruselas hace décadas lo que hoy ya es una realidad, destaca que el mayor factor del efecto invernadero no es el CO2 –que también- es el vapor de agua, por lo que aboga por seguir el ejemplo de un gran proyecto en China, donde se ha logrado estabilizar las lluvias y transformar en tierra fértil una gran extensión de desierto plantando árboles
Asesor de la Comisión Europea durante lustros, este ingeniero aeronáutico diseñó un sensor –el Cospec- para la medida remota de gases en la atmósfera que después incorporó la NASA a algunos de sus satélites. Fue de los primeros científicos que advirtió que los eventos meteorológicos extremos iban a ser cada vez más frecuentes. Pues bien, ayer Millán Millán defendió recurrir a fondos europeos de resiliencia para promover políticas de reforestación con las que recuperar la calidad del suelo del litoral mediterráneo.
Según describió, impulsando la oportuna cubierta vegetal, reteniendo la humedad y actuando sobre la conformación del vapor de agua, sobre el ciclo de la lluvia, se lograría que en “en unos 15 años” retornasen las tormentas de verano a las zonas de las cabeceras de cuenca. Se atenuarían así los efectos del cambio climático en el arco Mediterráneo que –agravados por las altas temperaturas del citado mar- han alterado el régimen de precipitaciones, con inviernos más cortos e intensos y veranos más cálidos y largos y que han propiciado la repetición de lluvias torrenciales. Episodios que se sabe no alivian la sequía porque no recargan acuíferos debido a la propia degradación del suelo y a la urbanización de amplias zonas. Y Millán puso como ejemplo a seguir lo logrado en la meseta Loess, donde el gobierno chino ha transformado –levantando también pequeñas presas para retener el agua- una zona fuertemente ero-sionada en una inmensa extensión de tierra fértil, donde ya se producen a gran escala frutas y verduras.
El evento fue presentado por la presidenta del CGC, Inmaculada Sanfeliu, que agradeció la importante representación institucional y sectorial que se interesó por el acto con el que esta patronal también preten-día iniciar el programa para conmemorar su 50 aniversario. Efectivamente, la conferencia celebrada en la sede de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), contó ayer con la asistencia del secretario auto-nómico de Agricultura, Roger Llanes, del director general de Agricultura, Antonio Quintana, del director del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), Rodolfo Canet, amén del presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado y una gran cantidad de empresarios citrícolas.
La clausura corrió a cargo del nuevo secretario autonómico de Transición Ecológica y Emergencia Climática, Francisco José Cabrera, quien reconoció su preocupación por los efectos del fenómeno que describió como “la tropicalización del Mediterráneo” y agradeció al CGC la oportunidad de jornadas como ésta: “A veces se dice que las organizaciones em-presariales no están preocupadas con la sostenibilidad y me alegra comprobar que no es así”.
La reciente celebración de la COP-27 por parte de Naciones Unidas ha servido para avalar las in-vestigaciones que, desde hace décadas, venía realizando el CEAM. Efectivamente, la cumbre celebrada estas semanas en la ciudad egípcia Sharm el-Sheikh, ha respaldado un proyecto similar al emprendido por China en la citada meseta pero, en esta ocasión, en la laguna Bardawil, en la costa de la península del Sinaí. El plan ya iniciado consiste en dragar el lago y esparcir los sedimentos depositados durante siglos, para devolverlos a las laderas del entorno y reforestarlas a continuación para recuperar, poco a poco, hábitats perdidos. “El vapor de agua tiene un efecto inverdadero mucho mayor que las emisiones de CO2”, explicó Millán Millán, para acabar por insistir en que la reforestación “con árboles que dén también rendimiento económico, como los nogales o cerezos de madera roja, permitiría reducir el problema del calentamiento en la atmósfera, dis-poner de más agua dulce, reverdecer el paisaje y suavizar el régimen de lluvias, con precipitaciones escalo-nadas y menos torrenciales, frenando la erosión”.
Todos estos estudios ya fueron avanzados hace décadas a la Comisión Europea, coincidiendo con el acceso de España a la UE en 1986. Entre las advertencias formuladas entonces, que acabarían por provocar la propia fundación del CEAM en 1991 y en las que se basó posteriormente la Directiva Marco del Agua ya se hablaba del “colapso de la agricultura mediterránea en las zonas costeras atribuido a los altos valores de ozono troposférico y su interacción con patógenos como los virus” –de ahí los problemas actuales de plagas-; de la “desertificación en el Mediterráneo y de problemas vinculados con la intensidad de los fuegos foresta-les en el sur de Europa”; de la “pérdida de las tormentas de verano”; de los problemas de “escorrentía en los embalses de las cuencas medias y altas de los ríos” pero también de la “deposición de nitratos por vía atmosférica sobre el mar”. Preguntado a este respecto sobre la contaminación del suelo por nitratos en al-gunas comarcas dedicadas al cultivo de cítricos, Millán Millán descartó que ésta se deba fundamentalmente a la actividad agraria y sí a la polución provocada por los vehículos.