El déficit hídrico en Andalucía seguirá aumentando
El déficit hídrico crecerá en todas las cuencas andaluzas, salvo la del Mediterráneo, si no se toman medidas añadidas a las contempladas en la actual planificación hidrológica.
El estudio advierte de la necesidad de inversiones que corrijan esta adversa proyección hidrológica de futuro y que permitan avanzar en un mix hídrico, con recursos de diferentes orígenes (superficiales, subterráneos y de la regeneración y desalación) suficientes y óptimamente integrados para atender las demandas.
Un informe elaborado por Feragua, con la colaboración de San Telmo Business School y el patrocinio de Magtel , advierte que el déficit hídrico crecerá en todas las cuencas andaluzas, salvo la del mediterráneo, si no se toman medidas añadidas a las contempladas en la actual planificación hidrológica. Y es que en algo más de tres lustros, concretamente de aquí hasta 2039, la insuficiencia de recursos en las cuencas del Guadalquivir, Guadalete-Barbate y Tinto-Odiel-Piedras se agravará en un 65%, pasando el desajuste entre la oferta y la demanda de 226 a 382 hm3, como consecuencia de la incidencia del cambio climático y el incremento de la demanda ambiental.
Según datos oficiales extraídos de la propia planificación hidrológica de las cuencas de nuestra Comunidad, sólo la Cuenca Mediterránea Andaluza logrará revertir su déficit actual de 183 hm3 gracias a las inversiones previstas en infraestructuras de desalación y regeneración, que permitirán la entrada de 200 hm3 con los que se compensará el descenso previsto de recursos superficiales y subterráneos. Especialmente amenazante es la situación en la Cuenca del Guadalquivir, donde la proyección del organismo de cuenca es que el déficit hídrico casi se duplique y donde el potencial de aplicación de los recursos complementarios (desalación y regeneración) es mucho menor que en las cuencas litorales.
Una situación que preocupa, y mucho al sector agroalimentario, muy dependiente del regadío, cuya sostenibilidad podría verse seriamente amenazada por la falta de garantía de agua y, con ella, algunas de las fortalezas y mayores oportunidades de futuro para la economía andaluza. No en vano, el sector agroalimentario de Andalucía es el más grande de España (casi 19.440 millones de euros) y aporta el 13% del VAB regional y un aporte del 19,5% del VAB agroalimentario nacional. Supone además el 21% del empleo del sector en todo el país y un 16% de la ocupación total de Andalucía, generando un total de 489.848 empleos.
El informe, presentado por Francisco Carrasco, responsable técnico de Feragua, durante la ‘Jornada sobre el agua y la agricultura en Andalucía’, celebrada en San Telmo Business School, pone de relieve asimismo que las 5.604 empresas de la industria agroalimentaria de la región suponen el 18,5% del total del sector nacional, la mayor cifra de las regiones españolas. En términos de innovación, el sector agro andaluz concentra el 10,3% del total de grupos operativos de la Asociación Europea de Innovación en materia de productividad y sostenibilidad agrícola, y fue en el año 2022, el segundo mayor exportador de España, contribuyendo con el 21,4% del total exportado.
En consecuencia, la falta de disponibilidad de agua amenaza no solo las ventas de productos agrícolas andaluces, que en 2022 superaron por primera vez los 14.000 millones, sino, de forma inevitable, el superávit comercial de Andalucía (de 7.000 millones de euros en 2022) y, de forma fundamental, la cohesión y el equilibrio territorial, pues permite asentar directa o indirectamente a una cuarta parte de la población rural española.
Por todo ello, el estudio advierte de la necesidad de inversiones que corrijan esta adversa proyección hidrológica de futuro y apuesta por avanzar en un mix hídrico, con recursos de diferentes orígenes (superficiales, subterráneos, trasvasados y de la regeneración y desalación) suficientes y óptimamente integrados para atender las demandas, pero siempre teniendo en cuenta que los recursos complementarios tienen mayor potencial de aplicación en el litoral y que las soluciones para las cuencas de interior pasan por infraestructuras como presas y balsas de riego, que aumenten la capacidad de regulación, trasvases e interconexiones de recursos excedentarios que aumenten la disponibilidad de cuencas deficitarias, y obras de modernización de regadío, que ahorren recursos superficiales y permitan mejorar la gestión de los recursos hídricos disponibles especialmente en tiempos de sequía.
Según señaló José Manuel Cepeda, presidente de Feragua, en la inauguración de la jornada, la garantía de agua para todos los usos, y en especial para el regadío, “es clave hoy día, sobre todo tras la transformación de cultivos que está sufriendo Andalucía en los últimos años, donde el 75% de la superficie se destina a cultivos permanentes de arboleda, como: olivar, cítricos, frutos de hueso, almendros, arándanos y cultivos subtropicales de alto valor”.
El informe, que incide en la importancia de evitar el incremento de las demandas de riego mientras no se equilibre el déficit hídrico, excepto los contemplados en los planes hidrológicos, apuesta también por la renovación de infraestructuras del ciclo urbano del agua, que permita reducir pérdidas y fugas, y por fomentar la digitalización en todo el sector del agua con el fin de tener un control más detallado de las extracciones y conseguir cada vez más un uso eficiente y sostenible del recurso hídrico.
“La agricultura del regadío debe de ir de la mano de la tecnología y por ello, la I+D+i y la biotecnología son dos herramientas que permiten la búsqueda de soluciones tecnológicas, cultivos y técnicas agrícolas cada vez más eficiente en el uso del agua, resilientes ante el cambio climático y sostenibles con el medioambiente. Ello permitirá aumentar la productividad agrícola y fortalecer nuestro sistema agroalimentario de cara a futuros escenarios de escasez de agua o incremento de precios”, explicó Francisco Carrasco, que concluyó finalmente con la importancia de crear una cultura social de mayor aprecio y valoración de la actividad agrícola (de la que depende la garantía y soberanía alimentaria) y de propiciar el relevo generacional que garantice la continuidad y el dinamismo tecnológico y empresarial del sector agroalimentario en Andalucía.