El cambio climático modifica la mejora de las variedades de cereal
En estos cultivos como el cereal, ya tan importante como la producción, la resistencia genética a enfermedades, el estrés hídrico y el uso eficiente del nitrógeno.
Por Enrique Palomo, periodista agroalimentario.
La mejora vegetal en los cereales de invierno avanza imparable. El trabajo que desarrollan cada día los mejoradores se basa en desarrollar variedades que consigan beneficios para todos los eslabones de la cadena alimentaria.
Actualmente, los esfuerzos se centran en el incremento del rendimiento; resistencias a diferentes situaciones de estrés biótico y abiótico; y, más recientemente, mayor eficiencia en el uso del agua y de los fertilizantes, principalmente el Nitrógeno.
Por otra parte, “las herramientas de las que disponemos nos permiten asegurar blindajes frente a patógenos en un escenario de reducción de productos fitosanitarios en el mercado”, explica Antonio Villarroel, director general de ANOVE, la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales.
En los últimos años los agricultores de cereal han soportado el avance de la roya amarilla, roya negra, virosis en trigo duro y blando, pero a la vez se han creado barreras biológicas desde la genética que han permitido mantener a raya a estos patógenos.
Otros avances en el cereal han sido la adaptación de ciclos; modelos de vernalización más flexibles; variedades con curvas de maduración extra-rápidas; termogramas de sombreo sobre trigos modelo, fotosensibilidad, etc.
El stress térmico en cereal es el principal causante de la merma de cosechas en climas con temperaturas elevadas en primavera, asociadas a periodos de precipitaciones irregulares o poco abundantes en cantidad. “Como mejorar la fase reproductiva con poca agua y alta temperatura es un reto descomunal, sobre el cual trabajamos”, señala Villarroel.
El uso de modelos matemáticos está ayudando en simulaciones con variedades modelo, pero la respuesta a nivel de campo implica muchos otros factores, en los que hoy se sigue trabajando, para seguir mejorando. “Las técnicas de hibridación (cereales híbridos), nos van a permitir mejorar sustancialmente en las zonas más productivas, basado en el pilar de un mayor potencial productivo; respuesta selectiva ante patógenos locales; y uso de herramientas digitales de soporte y apoyo en la toma de decisiones, incluyendo la optimización de insumos, agua y fertilizantes a demanda con un criterio just on time”, avanza el director general de ANOVE.
Ejemplo de este avance es el que están desarrollando desde empresas como RAGT. En el caso de los trigos blando de invierno el objetivo es la producción y el factor determinante ante todo es el peso específico, en el que se estaba bajando, acompañado de un perfil sanitario fuerte, resistente a las principales enfermedades como septoria, roya amarilla, roya parda o la del tallo. “Es muy importante la calidad industrial o de grano por eso estamos incorporando la eficiencia en el uso del nitrógeno para conseguir variedades con mayor contenido en proteína. El objetivo es que con el mismo nitrógeno, produzcamos mayor proteína o mantengamos los mismos niveles utilizando menos cantidad de nitrógeno, explica Valentín López, Ingeniero Agrónomo y T.U. en RAGT. MARCOPOLO y RGT TOCAYO son algunas de las referencias que ya están en el mercado.
En cebada, desde RAGT ahora mismo están inmersos en un proceso de renovación de variedades que incorporan doble resistencia al virus del enanismo y al del mosaico porque en algunas zonas ya son endémicos. “Con este blindaje genético conseguimos mayor estabilidad de producción lo que se traduce en mayores cosechas, comenta López.
En cebadas alternativas y de calidad maltera, el principal reto es la producción y una mejora constante en el perfil sanitario frete a hongos como Helminthosporium y Rincosporium. En este segmento a RGT PLANET se le ha unido también RGT ASTEROID y RGT ORBITER.
En este cereal, en Florimond Desprez, las novedades pasan por unas cebadas de alta producción, muy rústicas y versátiles capaces de adaptarse a todos los terrenos como es el caso de ANSOLA, que también presenta un buen nivel sanitario. La adaptación a todas las zonas es otro de los valores predominantes en los últimos programas de mejora; de ahí la consolidación de variedades como LAVANDA gracias a su precocidad o MENDIOLA, una cebada que se adapta a siembras tempranas en todas las zonas de cultivos, con excelente capacidad de implantación y elevado ahijamiento.
En cereal, cada vez se destina más investigación a la avena
En el resto de cereal, las mejoras también se están centrando en una mejor respuesta sanitaria y adaptación al cambio climático. En Triticale los esfuerzos se concentran en buscar altos rendimientos y resistencia al frío invernal con un elevado índice de auto compatibilidad, y un mejor cuajado de las flores.
En centeno híbrido, las nuevas variedades aportan mayor rendimiento sobre patrones de precocidad y maduración más rápidas. Mientras que, con respecto a la avena, un cultivo cada vez con más empuje, se trabaja con variedades cada vez más resistentes al fío, más productivas y con mayor tamaño de grano. “Esto permite un doble aprovechamiento para uso zootécnico o para la fabricación de harinas y copos destinados a la alimentación humana”, señala Valentín López, T.U. en RAGT.
Tradicionalmente no se hacía mucha mejora genética en avena porque era un cultivo minoritario y por ello no era prioritario para las empresas semillistas. Con el cambio de tendencia en alimentación hacia productos más sanos y el auge de los productos veganos, la avena cada vez tiene mayor demanda. Las empresas han redoblado su investigación y cada vez son más productivas y de mayor calidad de grano. “En avena nosotros, seguimos avanzando con ALBATROS que ya está más que consolidada a nivel nacional para la producción tanto de grano como de forraje. Su altísima calidad de grano además hace que cada día esté más valorada y demandada para la elaboración de copos de avena”, comenta Sergio Hernández, responsable de cereales en Hernan-Villa.
En el trigo duro el reto de desarrollar mejores variedades es mayor dado que la calidad que necesita la industria requiere manejar más parámetros y criterios de mejora. El objetivo es aumentar rendimientos con mayor peso específico y mejorar en valores como sémola, proteína y alto contenido en betacarotenos.
Variedades del futuro
Los agricultores se preguntan si en un futuro cercano veremos el cereal que consuman menos nitrógeno y agua, y aun así, sigan produciendo lo mismo, si es ciencia ficción o será factible. “Todo es posible, cada día las técnicas de mejora avanzan y los mejoradores conocen más las variedades y sus genomas, así que nada es ciencia ficción en nuestro sector. Tenemos mucho margen para seguir avanzando”, augura Antonio Villarroel de ANOVE.
Para Rosana Baranda, responsable de cereales de Florimond Desprez, la problemática climática ha modificado los programas de selección y si hace años estaban muy enfocados a rendimientos, ahora las plantas están sometidas a un mayor estrés hídrico y las variedades se van ajustando a estas condiciones climáticas. “La selección es un juego muy complejo en el que intervienen muchos criterios y probamos con variedades cada vez más rusticas, precoces tanto en espigado como en maduración y tolerantes a enfermedades”, comenta.
Según la responsable de Florimond Desprez, en los últimos años están incorporando al catálogo variedades con una gran adaptabilidad. Son variedades plásticas, que presentan flexibilidad, es decir son capaces de adaptarse a condiciones malas, pero cuando tienen que responder en condiciones buenas son las mejores. “Una de estas variedades es el trigo FILON, actualmente la variedad de mayor producción en España, según los ensayos oficiales. Una variedad que es capaz de adaptarse a condiciones más adversas”, remarcó.
La hibridación en el trigo blando, por ejemplo, nos va a traer variedades más robustas, estables y productivas. “Cada vez más incorporamos parámetros de sostenibilidad basados en la optimización de recursos como el agua y el nitrógeno sin alejar el foco en aumentar el rendimiento”, explica Valentín López de RAGT.
Para Sergio Hernández, responsable de cereales en Hernan-Villa, la investigación tiende a variedades más eficaces en el uso del nitrógeno y más productivas. “Debido al cambio climático, se buscan variedades de mayor calidad de grano y más precoces y cortas, para que estén más desarrolladas cuando venga el calor. Además, cuanto más precoces menos necesidad de agua necesitan.
Una sanidad vegetal con un mayor protagonismo de la genética
La desaparición de cada vez más materias activas va a hacer que la “sanidad genética” tenga una mayor importancia en los cereales. “Al final entre el 60% y el 80% de la nueva sanidad vegetal vendrá por la mejore genética”, señala el responsable comercial de RAGT. Las empresas semillistas continúan trabajando para mantener un nivel de sanidad que permita seguir en las mismas producciones. Aunque en el camino, también veremos variedades menos productivas pero que serán más rentables por aportar otras ventajas como resistencia a enfermedades o por consumir menos recursos.
Estrategias combinadas con cultivos de cubierta intercalados en la rotación serán una nueva opción para el agricultor, en el manejo, control de malas hierbas y supresión o disminución de determinados patógenos del suelo.
La obtención de nuevas variedades mediante técnicas de edición genética es otra vía para garantizar la producción de cereales. “Claramente el futuro va en esa dirección, son herramientas que permiten reducir los tiempos para desarrollar nuevas variedades, y por ello tanto desde ANOVE como desde Euroseeds (la asociación a nivel europeo) estamos realizando grandes esfuerzos para que quienes toman las decisiones entiendan la importancia de estas herramientas, cómo funcionan y lo que pueden suponer para una población creciente cuya tierra de cultivo es limitada”, adelanta Antonio Villarroel, director general de ANOVE.
Artículo publicado en la última edición de la Revista ECA Agri, publicada en el mes de diciembre.