El almendro: un cultivo rentable en el área mediterránea
Manuel Gómez Carmona. Ingeniero Agrónomo y PLM Smart Irrigation and New Technologies nos deja este interesante estudio sobre el almendro y sus necesidades de riego.
El almendro, (Prunus dulcis), es un árbol originario de Irán y de los países circundantes de Asia Central y tiene semillas comestibles. Pertenece a la familia de las rosáceas (orden Rosales). El almendro es un árbol de cultivo económicamente importante que se cultiva principalmente en climas mediterráneos entre los 28° y 48° de latitud norte y entre los 20° y 40° de latitud sur. California es la zona más importante y produce casi el 80% del suministro mundial. Los almendros pueden dividirse en dos tipos de variedades diferentes: Almendra dulce (P. dulcis variedad dulcis) y Almendra amarga (P. dulcis variedad amara). Las almendras dulces se consumen como frutos secos y se utilizan en la cocina o como fuente de aceite o harina de almendra. Las almendras amargas se utilizan para producir el aceite de almendras amargas que se utiliza en la fabricación de extractos aromatizantes para alimentos y licores. Las almendras pueden comerse crudas, escaldadas o tostadas.
El almendro es un árbol de hoja caduca con un periodo de latencia resistente. Suelen medir entre 3 y 4,5 metros de altura. Cuando los árboles florecen, producen fragantes flores de cinco pétalos, de color rosa claro a blanco, desde finales de enero hasta principios de abril en el hemisferio norte. Las flores del almendro son auto incompatibles, lo que significa que necesitan insectos polinizadores para facilitar la polinización cruzada con otros cultivares. El fruto del almendro en crecimiento (es una drupa) es similar a un melocotón hasta que se acerca a la madurez. Cuando madura, la cubierta exterior coriácea se abre, se enrosca hacia fuera y descarga el hueso. En realidad, las almendras no son verdaderas nueces (un tipo de fruto seco), sino semillas encerradas en una cubierta de fruta dura.
El cultivo de la almendra dulce se encuentra en una extensa zona del mundo. El punto más importante a tener en cuenta para el éxito de la plantación es que no haya heladas durante la floración.
Las almendras amargas y dulces tienen una composición química similar. Ambos tipos contienen entre un 35 y un 55% de aceite fijo (aceite no volátil), y ambos presentan la enzima emulsina, que produce glucosa en presencia de agua. Las almendras amargas tienen amigdalina, que sólo está presente en cantidades mínimas en las almendras dulces, y el aceite de las almendras amargas contiene benzaldehído y ácido prúsico (cianhídrico). Las almendras tienen un alto contenido en proteínas y grasas y aportan pequeñas cantidades de hierro, calcio, fósforo y vitaminas A, B y E.
Considerando el fruto, una de las partes más importantes de la planta, podemos ver las diferentes etapas de crecimiento del fruto.
- En la fase I se produce un rápido crecimiento de la cáscara, el caparazón y los tegumentos. Todo el fruto permanece blando y alcanza su máximo tamaño. La división celular se completa en unas pocas semanas; la mayor parte del crecimiento posterior es la expansión. En este momento, el núcleo es una estructura blanca llena de tejido acuoso y translúcido. El tiempo que transcurre entre la fecundación de la flor y el final del desarrollo del fruto es de unos dos meses. El final del estadio I está marcado por la consecución de las máximas dimensiones externas de la cáscara, el caparazón y la almendra.
- La fase II se caracteriza por el endurecimiento de la cáscara y la expansión de la almendra. Existen dos tipos de variedades de almendras: de cáscara dura y de cáscara blanda. Las de cáscara dura, que son muchas de las variedades mediterráneas, tienen porcentajes de descascarillado del 25-35 por ciento, mientras que las de cáscara blanda tienen un 70 por ciento. Se endurecen completamente en la fase II, mientras que las de cáscara blanda permanecen blandas. El crecimiento del embrión implica que el tejido acuoso claro se vuelva translúcido, empezando por el extremo apical. Este embrión blanco y opaco se expande rápidamente durante este periodo. Hacia el final de la fase II, el peso seco de la almendra comienza a aumentar.
- En la fase III, el acontecimiento principal es la acumulación constante de materia seca en el grano. La diferenciación morfológica de la cáscara, la cáscara y el grano es completa. La acumulación de materia seca de los asimilados continúa a un ritmo constante hasta la madurez, siempre que las conexiones vasculares permanezcan intactas. Dos acontecimientos señalan la proximidad de la madurez: la rotura de la cáscara (dehiscencia del endocarpio) y la formación de una capa de abscisión en la conexión nuez-pedúnculo. La dehiscencia completa requiere un estado adecuado de agua en el árbol porque los lados de la cáscara deben estar turgentes para separarse correctamente. Una tensión excesiva puede hacer que las cáscaras se adhieran a las cáscaras (cascarillas), lo que complica el procesamiento. La madurez también se caracteriza por una fuerte disminución de la tasa de acumulación de materia seca en el grano.
Requisitos medioambientales para el almendro
El almendro es un cultivo típicamente mediterráneo, que presenta una plasticidad de adaptación a condiciones muy diferentes. Así, puede soportar altas temperaturas estivales y fríos extremos invernales, o sobrevivir a periodos prolongados de sequía, pudiendo cultivarse en suelos muy pobres. Aunque los niveles productivos serán tanto mayores cuanto mejores sean las condiciones ambientales.
Clima ideal para el almendro
Los factores climáticos más determinantes para la adaptación y la productividad de un cultivo son: la temperatura, las precipitaciones, la humedad relativa y el viento.
Temperatura. Para los frutales de la zona templada, como el almendro, el rango de temperaturas óptimas para la actividad fotosintética se sitúa entre los 25-30 ºC, produciéndose una fuerte reducción con temperaturas inferiores a los 15 ºC o superiores a los 35 ºC. Para que se inicie el periodo vegetativo y se produzca una correcta floración y cuajado del fruto, se deben cubrir las necesidades de frío invernal y, posteriormente, las de calor. Para cuantificar las necesidades de frío invernal se utiliza el concepto de Horas Niño (CH), que es el número de horas que el árbol debe pasar con temperaturas inferiores a 7,2 ºC.
El almendro tiene unas necesidades bajas en CH (entre 100-400, según variedades), siendo similares a las de otros frutales típicamente mediterráneos, como la higuera o el olivo. El almendro es una de las especies frutales más resistentes al frío durante la dormancia invernal, siendo capaz de soportar temperaturas inferiores a -15 ºC. Los frutos recién cuajados son los órganos más sensibles a las heladas, seguidos de las flores y las yemas hinchadas. Estos órganos pueden resultar dañados con temperaturas ligeramente inferiores a 0 ºC. El almendro es uno de los frutales que tiene una floración más temprana. Existen grandes diferencias varietales en cuanto a la fecha de floración. Por ello, en las zonas con riesgo de heladas, hay que tener especial cuidado al elegir las variedades de floración tardía.
Las altas temperaturas pueden causar graves daños a las plantas. Como se puede leer más arriba, las temperaturas superiores a 35 ºC pueden reducir seriamente la actividad fotosintética, entrando los árboles (especialmente cuando están en condiciones de sequedad) en letargo estival. Las temperaturas más altas, por encima de los 40 ºC, pueden provocar deshidratación, necrosis y hojas de todo tipo, daños en el fruto y quemaduras en la madera.
Las precipitaciones. La principal limitación productiva en las zonas de clima mediterráneo es el agua. La lluvia es escasa y está mal distribuida a lo largo del año. Hay un periodo de gran déficit hídrico que incluye el verano y parte de la primavera y el otoño. También son frecuentes las series de años secos consecutivos, en los que las precipitaciones disminuyen drásticamente. Los cultivos mediterráneos, como el almendro, el olivo o el pistacho, se adaptan bien a las condiciones de secano, aunque las producciones se incrementan mucho con el riego.
La presión de vapor por déficit (DPV) es de gran importancia para las plantas. Valores muy altos de DPV inducen el cierre estomático, lo que afecta negativamente a la actividad vegetativa y reproductiva. Además, la incidencia de enfermedades está muy estimulada en condiciones de DPV, lo que puede convertirse en un factor limitante para la implantación del cultivo.
La humedad dentro de la plantación se puede controlar, en parte, con las técnicas de cultivo. El diseño de la plantación, los sistemas de moldeo y poda pueden reducir la densidad de los árboles y la copa, de esta manera se mejora la ventilación dentro de la plantación.
Viento: Los vientos fuertes aumentan considerablemente la tasa de transpiración, provocando un estrés hídrico en la planta. También aumentan el efecto negativo de las temperaturas extremas, las mínimas en invierno y las máximas en verano. La formación de árboles es muy difícil en zonas con vientos constantes. Al igual que en condiciones de lluvia o niebla, la actividad de las abejas se ve disminuida por los fuertes vientos, lo que afecta negativamente a la polinización. Por último, los vientos muy fuertes pueden causar daños físicos en los árboles: caída de flores y frutos, ramas rotas, pudiendo derribar árboles enteros. Es necesario, en zonas de vientos fuertes y frecuentes utilizar tutores para aumentar el anclaje y la verticalidad del árbol en los primeros años. También es importante un buen diseño de la plantación, para que se facilite la circulación del aire, así como una intensidad de poda adecuada, que aclare la copa del árbol lo suficiente para que no haga efecto pantalla.
Suelo
El almendro es sensible al encharcamiento, que produce asfixia radicular. Por ello, los suelos recomendados son los margosos o los arenosos/margosos.
Las raíces se desarrollan en el suelo hasta una determinada profundidad (profundidad efectiva del suelo). En esta zona es donde extraen el agua y los nutrientes. En condiciones de secano, la Profundidad Efectiva del Suelo suele ser la característica del suelo que más condiciona los estados vegetativos y productivo de los cultivos leñosos. La profundidad efectiva de un suelo suele estar condicionada por la presencia de una capa freática o un horizonte endurecido. Éste puede ser de naturaleza petro-cálcica (acumulación de carbonato cálcico), argílica (acumulación de arcilla), o de material parental rocoso. Todos ellos representan un impedimento físico para el desarrollo en profundidad de las raíces. Antes de la plantación, es muy recomendable hacer un pozo de tierra de unos 2 m de profundidad, para determinar la profundidad efectiva del suelo y caracterizar y analizar los diferentes horizontes que presenta el suelo.
El subsolado profundo previo a la plantación puede mejorar considerablemente la profundidad útil, al romper los horizontes petro-cálcicos, así como la suela de labor o la compactación que pueda tener el suelo.
El almendro puede cultivarse en suelos poco profundos, aunque siempre hay que tener en cuenta que, a mayor profundidad efectiva del suelo, tendremos mayor desarrollo radicular y mayor disponibilidad de agua y nutrientes, mejorando considerablemente los estados vegetativos y productivos del árbol.
Calidad agronómica del agua de riego
Las principales consecuencias negativas del uso de agua de riego de mala calidad son la salinización y la sodificación del suelo, así como la fitotoxicidad de las plantas, que pueden causar graves daños al cultivo e incluso modificar gravemente las características fisicoquímicas del suelo.
La siguiente tabla muestra el grado de restricción del agua de riego en el almendro por riesgo de salinización, sodificación y fitotoxicidad.
Fertilización
La fertilización tiene que dar los requerimientos nutricionales de la planta cuando éstos no son aportados en los momentos y cantidades necesarias por el suelo. Los suelos tienen una gran variabilidad en cuanto a sus características físico-químicas y de fertilidad. Las necesidades nutricionales varían según la edad y los estados vegetativos y productivos del árbol. Por todo ello, no se recomiendan recomendaciones genéricas de fertilización.
El plan de fertilización anual del almendro se considera que se debe al estado nutricional de la planta, determinado a través del análisis foliar, debiendo complementarse con una serie de informaciones o referencias: características del suelo, síntomas que presenta la planta, estados vegetativos y productivos, y manejo del cultivo.
El análisis foliar es el mejor método para diagnosticar el estado nutricional del árbol. Permite detectar niveles bajos de nutrientes, antes de que se produzcan carencias, establece la respuesta a los fertilizantes aplicados y detecta toxicidades por cloro, boro y sodio.
El resultado del análisis foliar debe compararse con los niveles críticos de cada uno de los elementos nutricionales La tabla que puedes ver a continuación muestra los valores establecidos para el almendro. Las concentraciones por debajo del nivel adecuado provocan una disminución del crecimiento y la producción.
Se han estimado niveles críticos para determinados tipos de hojas y épocas del año. Por tanto, para que los resultados del análisis foliar puedan ser comparados con los niveles críticos establecidos es imprescindible seguir una metodología de toma de muestras foliares, según los criterios considerados al establecer los niveles críticos.
Se tomarán muestras de parcelas homogéneas en cuanto a edad, material vegetal, tipo de suelo, técnicas de cultivo, etc. El muestreo se realizará en julio. El tamaño de la muestra será de unas 100 hojas, tomadas en árboles elegidos al azar y distribuidas por la parcela. Las hojas se tomarán enteras, con limbo y peciolo, y no deben presentar daños. Deben conservarse en frío (nevera) hasta su traslado al laboratorio.
La fertilización del almendro se realiza, fundamentalmente, aplicando al suelo o mediante aplicaciones foliares. La forma tradicional y más utilizada es la aplicación directa al suelo. Los fertilizantes se introducen en la solución del suelo, desde donde serán absorbidos por las raíces. Este sistema es el de menor eficacia, expresada como porcentaje del elemento absorbido por la planta respecto al total aplicado. Las principales pérdidas se deben al lavado profundo y a la volatilización a la atmósfera.
Para mejorar la fertilización al suelo, habrá que seguir criterios o recomendaciones de aplicación. La fertilización debe realizarse cuando el árbol tenga actividad vegetativa y, por tanto, con mayor capacidad de absorción de nutrientes, recomendándose dividir la aplicación en dos o tres momentos a lo largo del periodo vegetativo.
El abono debe ser distribuido uniformemente por toda la superficie, ya que el sistema radicular, en la plantación adulta, explora todo el suelo. Para evitar pérdidas por volatilización, se harán aplicaciones localizadas, incorporando el abono al suelo con una labor superficial, o bien, se aplicará en superficie inmediatamente antes de las lluvias, para que el agua lo incorpore al suelo.
Mediante la fertilización foliar se aplica el abono, por aspersión, aplicando una solución nutritiva a las copas de los árboles, siendo absorbida por las hojas. Este sistema permite un uso rápido y eficiente de los nutrientes. Está especialmente recomendado para la aplicación de micronutrientes y en aplicaciones de «choque», para tener una respuesta rápida. Para una mayor eficacia, las aplicaciones deben realizarse con el árbol en actividad vegetativa y cuando las hojas están totalmente expandidas; no teniendo que lidiar con fuertes vientos o altas temperaturas.
En las plantaciones con sistema de riego local, se recomienda aplicar los fertilizantes disueltos en el agua de riego, (fertirrigación). Este sistema tiene el menor coste de aplicación y una mayor eficacia, ya que el abono se encuentra en una zona húmeda y con gran concentración de raíces, por lo que la absorción de nutrientes por la planta es máxima.
Además, al incorporarse el abono con el agua de riego, la pérdida de fertilizantes por volatilización es mínima. Se recomienda aplicar los fertilizantes con poca frecuencia, si es posible, puede ser semanal o diaria, a lo largo de todo el período de riego, con la excepción de la fertilización nitrogenada, que no es conveniente dar al final del período vegetativo. De este modo, las concentraciones de fertilizantes en el agua son bajas y se mantienen niveles constantes en el suelo.
Riego
El cultivo del almendro en España se ha realizado en régimen de secano y en malas condiciones ambientales. Sin embargo, en los últimos años el manejo del cultivo está cambiando, extendiendo a más zonas la producción con agua de riego. Este cambio ha hecho que la productividad del cultivo en España aumente de los tradicionales 150 kg/ha de almendra en grano a un máximo de 1.500 kg/ha. En otras zonas, como California o Australia, el cultivo del almendro ha demostrado un comportamiento extraordinario en condiciones de regadío, alcanzando producciones medias de más de 2.000 kg/ha de almendra en grano (con máximos de hasta 4.000 kg/ha) con dotaciones de riego muy elevadas (más de 10.000 m3/ha y año). Estas dotaciones en España no son posibles, pero no por ello hay que renunciar al riego del almendro. Con dotaciones cercanas a los 3.000 a 4.000 m3 / Ha, el cultivo del almendro tiene una altísima respuesta satisfactoria al riego, siempre que se aplique en el momento adecuado y de forma óptima.
El desarrollo de estrategias de riego con un suministro de agua por debajo del óptimo se debe a la limitación de los recursos hídricos disponibles, provocada por el aumento de las necesidades de agua en la agricultura y la disminución de las precipitaciones prevista por los efectos del cambio climático. Hace un tiempo, el objetivo final del riego era la maximización de las cosechas. Sin embargo, en la actualidad otros factores como la conservación de los recursos, la maximización de los beneficios o el respeto a la más complejas a las que tiene que enfrentarse un agricultor. Además de conocer la caracterización del cultivo y tener amplios conocimientos sobre el manejo de los sistemas de riego, el riego requiere un estudio detallado del componente edáfico que resulta difícil debido a su gran variabilidad espacial y temporal.
Programación del riego
Saber cuándo y cuánto regar es una tarea bastante complicada. Se utilizan muchos métodos para responder a estas preguntas; debido a la complejidad del tema, los resumiremos, ya que no es el objetivo de este artículo.
Los estudios clásicos sobre las necesidades de riego de los cultivos se han basado en balances hídricos en las zonas próximas a las raíces. Sin embargo, para la determinación de las necesidades de riego de cualquier cultivo el método más preciso es el lisímetro. Esta técnica consiste en establecer un cultivo en un recipiente que se pesa regularmente a lo largo de su ciclo. La diferencia de peso será la pérdida de agua del sistema, y por tanto las necesidades de riego del cultivo. Siendo este procedimiento el más preciso, su uso en la práctica queda para los laboratorios de investigación y experimentación debido a su elevado coste.
Otros procedimientos, como el uso de mediciones en la planta (como los sistemas de medición de flujo de savia o dendrometría), o con mediciones en el suelo son cada vez más relevantes y son utilizados por más técnicos y agricultores.
La alternativa más utilizada para la programación del riego son los estudios de balances hídricos considerando cada una de las entradas (lluvia) y salidas (escorrentía, percolación profunda, evaporación del suelo y transpiración del cultivo) al suelo. Una vez definido este balance, la programación del riego debe complementar el aporte de la lluvia para mantener el suelo por encima de los niveles mínimos de humedad (en el caso del almendro alrededor del 30% de la capacidad de campo del suelo) para evitar una reducción de la transpiración del cultivo, evitando una disminución del rendimiento.
Para calcular el balance hídrico debemos conocer la ET.
ETC= ETO x KC x Kr,t
En primer lugar, hay que calcular la ETO, hay muchos métodos (todos son estimaciones, sólo el lisímetro es una medida real) cada uno con sus pros y sus contras. El KC es variable a lo largo del ciclo de cultivo del almendro. Aumenta a medida que aumenta la superficie foliar en primavera y principios de verano, luego se mantiene prácticamente constante hasta que empieza a disminuir coincidiendo más o menos con la caída de las hojas en otoño.
El coeficiente K se utiliza para tener en cuenta el tamaño del árbol. Se puede calcular mediante un gráfico, que representa el tamaño del árbol a través de la Fracción de cobertura del suelo (%)
Riego deficitario controlado en el almendro
Como sabemos, la cantidad de agua es un factor limitante para el almendro en la zona mediterránea. Esto hace que debamos regar con cantidades de agua inferiores a las óptimas utilizadas en zonas como California.
En los últimos años, las técnicas de riego deficitario regulado (RDI) han tenido una especial relevancia. Estas técnicas consisten en dar un riego con cantidades inferiores a las óptimas, pero respetando los periodos críticos en los que el cultivo no debe sufrir estrés. Existen numerosas investigaciones que definen estrategias de RDI para el cultivo del almendro, realizadas principalmente en California y España.
Los dos periodos más sensibles al estrés en el almendro son la primavera, cuando los frutos se expanden rápidamente, y el final del verano/otoño, cuando se produce la morfogénesis de las yemas. Este segundo periodo sensible al estrés suele ser posterior a la cosecha en el caso de los cultivares de cosecha temprana, pero anterior a la cosecha en el caso de los cultivares de maduración más tardía. Los resultados de un experimento (Goldhamer et al., 2006) proporcionan información útil sobre la sensibilidad relativa del estrés pre y postcosecha para ayudar a la toma de decisiones de RDI. Se descubrió que cuanto mayor era la privación de agua antes de la cosecha, mayor era la reducción del peso seco del grano en la cosecha (Figura 6a). Sin embargo, minimizar el estrés precosecha a expensas del riego postcosecha dio lugar a una carga de frutos significativamente menor en las temporadas siguientes. El rendimiento, el integrador del peso del fruto y la carga del fruto, fue el menos afectado por la minimización del estrés después de la cosecha. Estos regímenes también dieron lugar a la mayor productividad del agua de riego.
Las limitaciones en el suministro de agua pueden ser temporales, como resultado de un año de sequía. Se probaron estrategias de RDI para una sola temporada de sequía (Goldhamer y Smith, 1995) donde aplicaron menos del 40 por ciento (400 mm) de la ETc potencial de la temporada con diferentes regímenes de tiempo: regando al 100 por ciento, 75 por ciento y 50 por ciento de ETc hasta que se agotaron los 400 mm, lo que ocurrió a principios de junio, mediados de julio y finales de agosto, respectivamente. Encontraron que el riego completo a principios de la temporada limitaba las reducciones en el tamaño de los frutos, pero daba lugar a reducciones drásticas en la carga de frutos de las siguientes temporadas (Goldhamer y Smith, 1995). Atribuyeron esto al impacto negativo del estrés en la diferenciación de las yemas reproductivas. El tratamiento que regó al 50% de la ETc, que aplicó el agua durante más tiempo (hasta agosto; dos semanas después de la cosecha), no sufrió ninguna disminución significativa de la carga de fruta en la temporada siguiente. Cuando promediaron el año de sequía y los dos años siguientes de recuperación con riego completo, descubrieron que el tratamiento que regaba al 50 por ciento de ETc tenía mayores rendimientos que los otros dos regímenes de RDI; los que aplicaban su suministro de agua disponible todo antes de la cosecha. Sin embargo, ninguno de los regímenes de RDI logró una recuperación completa de la producción incluso después de dos temporadas de riego completo tras el único año de sequía, lo que sugiere que los impactos de la reducción del crecimiento de los brotes y de los espolones también pueden haber sido un factor (Goldhamer y Smith, 1995).
Una vez conocidos estos periodos, la programación del riego se realiza de forma que la reducción del riego se produzca sólo en aquellos periodos menos sensibles (aproximadamente de mayo a agosto), no cambiando los calendarios óptimos de marzo a mayo y de agosto a octubre.
Diferentes Sistemas de Riego para el almendro
Llegamos al final del artículo. Hemos visto la planta, sus requerimientos (suelo, clima,…), cuánto y cuándo necesita el agua y qué abono necesita. Ahora nos queda, el método que vamos a utilizar para hacer llegar esa agua a la planta.
Hay tres métodos de riego:
• Riego por inundación.
• Riego por aspersión.
• Riego localizado
1. Riego por inundación
Los sistemas de riego por inundación incluyen sistemas de surcos y de franjas de borde. Los sistemas de franjas de borde que inundan la zona entre las hileras de árboles (medianas) son más comunes en los almendros, pero el riego también se realiza utilizando una serie de surcos paralelos a las hileras de árboles. Determinar la tasa de aplicación y, sobre todo, la uniformidad de la aplicación de los sistemas de riego de superficie es muy difícil y suele hacerlo un evaluador profesional de sistemas de riego. Un agricultor puede determinar la cantidad de agua que se aplica durante una serie de riegos, un dato importante para la gestión del agua. Es necesario saberlo para realizar un cálculo correcto.
o Caudal de agua para la parcela.
o Superficie del huerto regada durante el turno.
o Duración del turno de riego.
La eficiencia del riego en este sistema es muy baja, por lo que en el contexto de falta de agua está disminuyendo, aunque sigue siendo muy importante en las explotaciones antiguas.
2. Riego por aspersión
El uso de microaspersores para regar las plantaciones de almendros ha crecido considerablemente en los últimos años, porque los microaspersores ofrecen muchas ventajas:
o Riego adaptado específicamente a la plantación; el follaje no se moja y, al mismo tiempo, la zona de mojado y el volumen de riego pueden adaptarse de forma óptima a la fase de crecimiento del árbol. Aumentar el radio de la zona de humectación a medida que el árbol crece es fácil y rápido, y sólo se necesita otro aspersor entre los árboles.
o Adecuación del radio de humectación y de la superficie bajo los árboles al crecimiento de la superficie radicular de los mismos, con el objetivo de aumentar la eficacia de la absorción de agua y fertilizantes y ayudar a establecer y estabilizar el árbol en el suelo.
o Riego con una amplia gama de caudales, incluyendo caudales muy bajos (2002 Aqua Smart – Hasta 20 litros / hora; 15 litros / hora para la toda la familia).
o El riego mediante microaspersión por encima de la cabeza para el enfriamiento y la protección contra las heladas hasta unos -3º C. Mojar la zona ayuda a evitar la congelación, que a menudo puede causar daños irreversibles en los árboles.
o En las plantaciones de almendros se utilizan dos tipos de sistemas de riego por aspersión: los aspersores de impacto y los aspersores de tipo rotatorio. En los sistemas de riego por aspersión, las mediciones de presión se pueden realizar de forma relativamente rápida y sencilla.
o En el caso de los almendros regados con aspersores de impacto hay que tener en cuenta la siguiente información:
o El espaciamiento entre aspersores en una fila de árboles y espaciamiento entre aspersores a través de la fila de árboles.
o En cada aspersor se debe determinar el tamaño del orificio de la boquilla y medir la presión de funcionamiento.
Se recomienda evaluar el sistema de aspersores como mínimo cada tres años. La evaluación puede realizarse en cualquier momento de la temporada de riego. Antes de realizar cualquier medición en el huerto, deben lavarse los filtros (si los hay), las tuberías principales y las secundarias para asegurarse de que el sistema de aspersores funciona de forma óptima. Si es necesario limpiar los aspersores, debe hacerse en este momento.
La práctica habitual es utilizar sistemas de aspersión en las plantaciones de frutos secos con suelo de libre drenaje, cuando los árboles se han plantado en bancales elevados; cuando el suelo es pedregoso y es necesario ampliar el sistema radicular de los árboles y establecerlos con mayor firmeza; en las zonas que requieren un riego suplementario durante las estaciones secas y en las plantaciones adultas para evitar mojar el follaje de los árboles jóvenes. Los aspersores siguen funcionando bien en condiciones climáticas difíciles, como los fuertes vientos, y pueden instalarse en una gama muy amplia de condiciones del terreno. Los sistemas de aspersión tienen pocos requisitos de filtración, lo que significa que también pueden utilizarse en plantaciones con un suministro de agua de baja calidad. El uso de aspersores en suelos pesados permite arrastrar las sales hasta la profundidad del suelo.
La selección del tipo de aspersor y de la disposición de los aspersores depende principalmente del rodal de plantación del almendro, de la edad de la plantación y de la configuración de las copas de los árboles. Normalmente, el uso de aspersores de bajo ángulo (que no mojan el follaje del árbol), con un amplio radio de mojado es la mejor manera de regar las plantaciones de almendros. NaanDanJain recomienda el uso de aspersores de bajo ángulo de humectación de 4º a 12º y utilizando este equipo de riego único, es posible regar. con caudales elevados y mayores distancias entre aspersores y, por lo tanto, lograr niveles muy altos de uniformidad de riego.
3. Riego localizado
Actualmente, el riego localizado es el más implantado en el cultivo del almendro. Respecto a los sistemas de superficie y aspersión, el riego localizado es más eficiente, necesita menos dotaciones de agua, aportando pequeñas cantidades de agua en algunos puntos fijos, con una frecuencia elevada. Este sistema de suministro de agua permite la formación de zonas de tierra (bulbos) en las que se mantiene siempre una humedad del suelo muy alta, lo que favorece la absorción de agua y nutrientes por parte de las raíces. También tienen la ventaja de poder aplicar, a través del agua de riego, fertilizantes, herbicidas y productos fitosanitarios. Entre sus desventajas podemos citar el peligro de obturación de los emisores, si las características del agua de riego no son buenas, y la imposibilidad de realizar trabajos en el sentido perpendicular a las ramas, si éstas se colocan en la superficie del suelo. El cierre de los emisores, utilizando goteros de alta calidad y una buena filtración se puede evitar.
El riego localizado en el almendro se divide en dos tipos de riego: microaspersión y goteo. En el riego por microaspersión, la emisión del agua se realiza mediante pequeños aspersores en forma de lluvia fina. Los microaspersores presentan, en comparación con los aspersores convencionales, una necesidad de presión de agua menor (1-2 kg / cm2), un caudal menor (16-200 l / hora) y un radio muy húmedo menor (menos de 3 m). Dentro de los sistemas localizados es el que consigue mojar más superficie de terreno, aportando más agua con una menor frecuencia. En zonas de mucho viento presenta dificultades debido a la falta de uniformidad en la distribución del agua, así mismo, es el que produce mayor humedad en la plantación, favoreciendo la incidencia de enfermedades.
El sistema de riego por goteo es el que presenta mayores ventajas para el cultivo de frutales, siendo el que se utiliza en la práctica en todas las nuevas plantaciones.
La tubería de los laterales suele ser de polietileno de baja densidad, con un diámetro entre 16-20 mm, espesor inferior a 2mm y presiones máximas de 2,5 kg/cm2. Los goteros son dispositivos emisores de agua, que aportan agua lentamente al suelo, gota a gota, formando un bulbo húmedo en el suelo. Son de material plástico, se fabrican de bajo caudal (menos de 16 l/hora), siendo los de 2 y 4 l/hora los más utilizados, la presión de trabajo es de alrededor de 1 kg/cm2. Se pueden perforar o integrar dentro de la tubería. Si la plantación está en pendiente se recomiendan los goteros de presión compensada (PC), que permiten mantener un caudal constante a pesar de las diferencias de presión que se dan a lo largo de la tubería causadas por los desniveles del terreno.
Las raíces más activas del árbol del almendro se concentran en la zona del bulbo húmedo. Si se dispone de pocos puntos de goteo por árbol, la superficie húmeda será muy pequeña, lo que limita el desarrollo de las raíces a un volumen de suelo muy restringido. Para obtener los máximos rendimientos productivos se debe mojar más del 30-40% de la superficie bajo la copa del árbol.
A la hora de calcular la instalación de riego, los principales condicionantes serán la dotación de agua disponible, el tiempo de uso, las propiedades del suelo y las características de la plantación.
Hay que tener en cuenta la textura del suelo a la hora de diseñar el riego. En los suelos arenosos el bulbo húmedo es menor, la velocidad de infiltración del agua es mayor, la capacidad de retención en el suelo es menor, lo que puede provocar, grandes pérdidas de agua por percolación profunda y una fuerte desecación del suelo si el periodo entre riegos es excesivo. Los suelos arcillosos se comportan de forma contraria, para este tipo de suelos hay que evitar grandes aportes de agua o una frecuencia de riego muy baja, para evitar mantener el suelo inundado durante un periodo de tiempo muy largo, ya que eso provocaría la muerte del árbol por asfixia radicular. El diseño y la gestión del riego deben intentar mojar la mayor superficie de terreno que se pueda y mantener en la zona de goteo una humedad constante el mayor tiempo posible. De esta manera limitaremos las pérdidas de agua por evaporación de la superficie de los bulbos y por percolación hacia los horizontes profundos del suelo.
El riego por goteo es un método de riego muy utilizado en las plantaciones de almendro de todo el mundo. Cuando una plantación es todavía joven, se coloca una única línea de goteo cerca del tronco del árbol. A medida que el árbol de almendro crece, se añade otra línea y, a veces, incluso una tercera y una cuarta línea (según el tipo de suelo y el volumen de raíces del árbol). Las líneas de goteo pueden ser muy largas.
El riego por goteo tiene muchas ventajas:
o La capacidad de trabajar con caudales bajos
o El goteo ahorra agua (una solución para los países en los que el agua es escasa, pero el riego por goteo tiene unos requisitos de filtrado relativamente altos.
o Mantiene una franja húmeda continua a lo largo de la línea de árboles
o Es un método óptimo para fertilizar los árboles
o Evita mojar el tronco de los árboles y ayuda a reducir la humedad, lo que evita la putrefacción, las enfermedades y el crecimiento de las malas hierbas
4. Riego Subterráneo
El uso del riego por goteo subterráneo (SDI) no es nada nuevo a nivel mundial. En Israel, esta práctica existe desde la década de 1960. El SDI ha tenido muchos usos diversos en todo el mundo para una multitud de cultivos en múltiples tipos de suelo en varios climas. El SDI es un sistema que proporciona una fuente de agua a baja presión a los almendros, y a otros cultivos, a través de una cinta de goteo enterrada o una tubería rígida con emisores incorporados
El riego por goteo subterráneo presenta, en comparación con el riego por goteo superficial tradicional, muchas ventajas:
o Mayores rendimientos con una reducción significativa del uso del agua.
o Varios estudios han demostrado que la evaporación del suelo, la escorrentía superficial y la percolación profunda se reducen considerablemente o se eliminan con la SDI.
o El volumen de suelo húmedo es mayor.
o Los costes de mantenimiento disminuyen.
o No limita el tráfico de maquinaria.
o Se requiere menos uso de herbicidas con la SDI ya que hay menos problemas de malezas.
o El equipo de riego está protegido contra las plagas y los daños climáticos.
o También podemos regar en condiciones de viento.
o Los estudios han descubierto que con la SDI se reduce o elimina la escorrentía hacia los arroyos, y hay menos lixiviación de nutrientes y productos químicos debido a la percolación profunda.
o Las SDI incluyen flexibilidad de diseño.
o La longevidad del sistema en algunos casos, colocando el agua justo donde están las raíces.
o La capacidad de regar durante la cosecha, y un suelo de huerto seco que ayuda a prevenir enfermedades superficiales. La investigación de la Universidad Estatal de Kansas encontró que el daño a las almendras que se secan en la superficie durante la cosecha, cuando el riego puede ser necesario, se elimina con SDI.
Las desventajas principales son:
o El SDI puede tener un coste de inversión inicial elevado en comparación con algunos otros sistemas de riego, pero esa inversión se amortiza al final con un mayor rendimiento de los cultivos y un menor consumo de agua.
o Los roedores, como las ardillas, pueden dañar el sistema al morderlo.
o Los atascos pueden ser un problema por la acumulación de minerales y algas. Las válvulas de limpieza instaladas al final de las líneas de tubos son importantes para eliminar las obstrucciones y drenar el sistema.
o La intrusión de las raíces y el pellizco de estas puede ser otro problema, todo lo cual los cultivadores no pueden ver hasta que el daño se hace evidente en el árbol o en la vegetación que lo rodea.
o La falta de indicadores visuales del correcto funcionamiento del riego es una de las principales desventajas del SDI. No se puede controlar visualmente el correcto funcionamiento de los goteros.
Existe el peligro de que se obturen los goteros y se rompan las tuberías a causa de las raíces del suelo.
Las plantaciones de almendros suelen cubrir una gran superficie con mucho movimiento de animales, como roedores, pájaros, pequeños reptiles y, a veces, incluso cerdos salvajes de gran tamaño, que pueden dañar los equipos y sistemas dispuestos en la superficie del suelo, como las líneas de goteo de la superficie, las tuberías de distribución y, a menudo, también los aspersores. Esos daños pueden suponer sumas muy importantes. Además, en muchas plantaciones se utiliza cada vez más la maquinaria agrícola en todas las fases del cultivo, incluida la recolección de frutos secos en superficie. El enterramiento de las líneas de goteo en el suelo facilita la vida, ya que la superficie queda despejada para facilitar el paso de la maquinaria y los trabajos en curso. Durante la plantación, se entierran de dos a cuatro líneas de goteo a una profundidad de entre 10 y 30 cm por debajo de la superficie del suelo, según las condiciones del terreno y los riesgos existentes en la plantación. Estas líneas de goteo esperan a ser utilizadas a partir del tercer año de la plantación. Durante los dos primeros años, la plantación se riega con un sistema de goteo superficial. Después de dos años (o tres, según el desarrollo de los árboles), la plantación pasa a regarse con el sistema enterrado. Si la variedad de árboles de la plantación tiene una alta demanda de agua, que tiene una gran extensión de raíces y una alta demanda de agua; se entierran de dos a cuatro líneas de goteros a cada lado de la fila de árboles para alcanzar una humectación completa del suelo y alcanzar volúmenes de riego suficientes para lograr un crecimiento óptimo de los árboles.
Los sistemas de goteo, incluidos los sistemas RGS, requieren un alto nivel de filtración, tuberías de recogida, sistemas de lavado de líneas y válvulas de vacío. Un alto nivel de mantenimiento regular, una buena calidad de filtrado y la supervisión del sistema prolongarán el buen funcionamiento del sistema y la duración de su vida útil.
Cuando se instalan líneas muy largas en una plantación (de 500 a 700 metros), el agricultor debe asegurarse de que la presión mínima alcanza los 3 bares al principio de la línea y que ésta debe ser una tubería de 20 mm con una separación de un metro entre goteros, trabajando a un caudal de 1 a 1,1 l/h.
Manuel Gómez Carmona. Ingeniero Agrónomo y PLM Smart Irrigation and New Technologies.