Concluye la campaña del cereal con producción baja
La organización agraria Asaja Córdoba ha informado de que la campaña del cereal ha llegado a su fin en la provincia con una producción baja, menor que en años anteriores, tal y como se preveía, si bien la calidad ha sido muy buena en los trigos duros y blandos, lo que debería verse reflejado en mejores precios.
El presidente de Asaja Córdoba, Ignacio Fernández de Mesa, ha informado de que los kilos de producción han descendido un 25% en comparación con la media del año pasado, cuando se registraron 3.600 kh/ha. frente a los 2.700 kg/ha. de esta campaña no llegando de media a los 3.000 kg/ha. Los trigos duros son los menos los que han pasado de los 3.000 kg / ha., por lo que la media en la provincia está en torno a los 2.700-2.800 kg/ha.
En el caso de los trigos blandos, la situación es igual, siendo la media algo superior que los trigos duros con una cifra de 3.000kg /has. Las cebadas también se han visto mermadas en general con medias de producción de 2.800-2.900 kg/ha.
En relación con la superficie de cultivo, en la provincia de Córdoba en la campaña 2020/2021 ha aumentado el trigo duro en torno a un 5%, siendo la superficie cultivada de aproximadamente 37.800 hectáreas, frente a las 35.930 hectáreas del año pasado, cuando hubo unos rendimientos medios de 3.600 kg/ha.
En cuanto a las proteaginosas, la producción de las habas también ha estado un poco más bajas que el año pasado, rozando los 1.000kg/ha. y los guisantes, igualmente, han dado resultados menores que el año pasado con unas medias de 1.500kg/ha.
Y es que se está constatado que la falta de lluvia en los meses de marzo y abril, de los más secos de los últimos 60 años, han perjudicado sustancialmente el buen desarrollo que tenían los cereales durante el invierno. Por ello, un gran número de agricultores están solicitando parte de siniestro a los seguros para cubrir las pérdidas por sequía de la cosecha, de ahí la importancia de contratar seguros agrarios para tener la cosecha asegurada.
CIFRAS NACIONALES
A nivel nacional, la sectorial de cereales de Asaja ha cifrado la cosecha de este año en 16 millones de toneladas. Esto supone un significativo descenso de producción respecto al año pasado, cuando se alcanzaron los 21,3 millones de toneladas, según datos oficiales del ministerio de Agricultura. En suma, un recorte productivo que ronda también el 25 por ciento.
Los bajos rendimientos se deben, principalmente, a que se ha tenido una primavera muy seca y esto ha hecho que el granado de los diferentes cultivos en su fase final no haya llegado a término, algo que ha ocurrido en buena parte de las zonas productoras de cereales.
Por otra parte, la elevada actividad tormentosa de las últimas semanas, en buena parte acompañada de pedrisco, han siniestrado más de 230.000 hectáreas, de las que 80.000 han sido en los 10 primeros días de junio. A falta de tener datos sobre la afectación de las tormentas de la semana pasada, “los daños se estiman muy elevados por la intensidad de las mismas y por encontrarse las cosechas en la última parte del ciclo vegetativo”.
A las pérdidas por inclemencias meteorológicas, se debe sumar los daños ocasionados por la fauna silvestre que en esta campaña han sido cuantiosos ya que, como consecuencia de la pandemia, la actividad cinegética ha sido prácticamente nula durante los meses de nascencia del cereal.
En este sentido, y aunque el nivel de aseguramiento de este sector es alto, el malestar de los cerealistas viene dado por el limitado rendimiento máximo asegurable que se permite en muchas zonas productoras. Esto hace que, ante la tasación de los siniestros, la indemnización sea menor que el valor real de la producción.
Respecto a los precios del cereal, si bien las cotizaciones en general son más elevadas que en las últimas campañas, también es cierto que los costes de producción se disparan. Suben desmesuradamente el precio del gasóleo, y el de los fertilizantes y “la próxima sementera se verá directamente condicionada por estos incrementos”.
Por último, la sectorial de ASAJA ha hecho hincapié en la necesidad de dar solución al problema generado por la prohibición de la quema de los restos de cosecha. Los agricultores piden sensibilidad a la Administración ya que “esta práctica es una herramienta con la que siempre ha contado el agricultor y que le ha facilitado el control de plagas y malas hierbas”. Un año más, se ha demostrado que “la eficacia de las materias activas que van quedando en el mercado cada vez es menor, por lo que la quema resulta cada vez más necesaria y constituye una herramienta útil para el agricultor”.