¿Cómo hacer frente al desperdicio alimentario?
En el marco de la Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario que actualmente se encuentra en tramitación en el Congreso y cuyas enmiendas presentadas fueron publicadas este lunes, cinco organizaciones han dirigido a los grupos parlamentarios un comunicado a través del cual piden una ley más ambiciosa que aborde de forma transversal y urgente el desperdicio alimentario para poder aspirar como país a cumplir con la Agenda 2030.
El comunicado, que se desarrolla bajo el título “Es necesario reforzar los compromisos frente al desperdicio alimentario para cumplir con la Agenda 2030”, ha sido firmado por la empresa de impacto social Too Good To Go y las organizaciones Acción contra el Hambre, Red Alimenta, Tierra de Hombres y World Vision. Con este comunicado advierten que tan solo quedan 8 años para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, a los que nos comprometimos como país en el año 2015, entre los cuales se encuentra el ODS12 “Producción y consumo responsables” que establece la meta de reducir a la mitad la pérdida y el desperdicio de alimentos para finales de esta década.
Las cinco organizaciones recuerdan que a nivel mundial se desperdician más de 2.500 millones de toneladas de alimentos al año. Solo en la UE, la cifra asciende a 153 millones de toneladas y en España estamos hablando de casi 8 millones de toneladas de alimentos desperdiciados anualmente.
Esto está ocurriendo cuando más de 800 millones de personas pasan hambre en nuestro planeta y el desperdicio alimentario es ya responsable del 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero por el mal uso que se hace de los recursos. Todo ello en un momento en el que la situación se agrava ante las preocupantes previsiones de un aumento de la temperatura global de 2.8ºC hacia el final de este siglo, tal y como se puso de manifiesto en el marco de la COP 27 este mes de noviembre.
Antonio Vargas, Responsable del Departamento de Salud y Nutrición de Acción Contra el Hambre afirma que “Para nosotros el desperdicio supone poner de relieve la inequidad que existe en el hambre. Mientras muchos pasan hambre en el mundo, unos pocos nos permitimos no aprovechar los recursos al máximo. Trabajar para acabar con el hambre supone poner en marcha acciones y políticas responsables que vean y velen por reducir el impacto que tienen estas malas prácticas. Tenemos que pensar en ser unos buenos antepasados y no solo pensar en la inmediatez de lo que hacemos”.
Por su lado, Eloisa Molina, directora de comunicación de World Vision, señala que «Estamos asistiendo a un círculo vicioso que debe romperse. Los gases de efecto invernadero se generan en cada paso del sistema de suministro de alimentos, independientemente de que los alimentos producidos se consuman, y los residuos de alimentos que se pudren en los vertederos generan metano, un potente gas de efecto invernadero. Mientras tanto, las familias más vulnerables del mundo son las que sienten los mayores impactos al tener que vivir fenómenos meteorológicos provocados por el clima y sufrir las consecuencias de la falta de alimentos.»
Es por esta razón, que las organizaciones firmantes de este comunicado advierten que el aumento del hambre en el mundo y el cambio climático están estrechamente relacionados con el desperdicio de alimentos.
Estas organizaciones insisten en la importancia de unir fuerzas en un momento relevante en España marcado por la futura Ley de la prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario para hacer un llamamiento a los grupos parlamentarios para poner en el centro la acción conjunta con el fin de conseguir un reto de tal complejidad y una ley que marque la diferencia. Para ello recuerdan que la responsabilidad de reducir el desperdicio alimentario es compartida y no se debe focalizar en un eslabón de la cadena alimentaria o en un sector económico o social e insisten en que esta nueva ley debe poner el foco en la prevención como primera acción y profundizar en la contabilización para poder medir los avances como país hacia la meta 2030.
Así lo entiende Victoria Albiñana, responsable de relaciones institucionales de Too Good To Go, quien insiste en que “esta ley puede marcar la diferencia en nuestro país y es momento de mantener el liderazgo en la UE en esta materia. Para ello, es imprescindible que la prevención ocupe el primer lugar a la hora de abordar el desperdicio alimentario, tal y como recogen algunas de las enmiendas presentadas por los grupos parlamentarios. El mejor residuo es aquel que no se genera. También es necesario hacer un esfuerzo de contabilización a lo largo de toda la cadena de valor alimentaria y contar con una mejor regulación que aborde la confusión generada por el etiquetado de fecha de consumo preferente en los productos. Todos podemos hacer algo en estos tres ámbitos. Es momento de reconocerlo y actuar.”
Por su parte, María Martín, representante de Red Alimenta apunta que “es necesario que reflexionemos sobre este sistema de consumo no sostenible y luchar contra el desperdicio alimentario. En nuestro país, la Ley de prevención de las pérdidas y del desperdicio alimentario puede suponer un cambio de paradigma, pero ha de ser una ley valiente y adaptada a los compromisos y ODS de la Agenda 20/30. Es momento de dar grandes pasos».
Así lo entiende también Rodrigo Hormazábal Lama, director del Departamento de Cooperación Internacional de la Fundación Tierra de hombres España, “la Ley es una pieza importante para consolidar una estrategia que garantice que los derechos fundamentales de los niños, niñas y adolescentes son respetados, gracias a que permitirá tomar medidas concretas en la lucha contra el hambre y el cambio climático. No podemos obviar que (i) el desperdicio alimentario es ya responsable del 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, contribuyendo de manera considerable a los efectos de la crisis climática, y (ii) que la infancia es la más castigada por el cambio climático. Entre todos debemos garantizar la sostenibilidad del planeta y de la vida, la cual representa un desafío global que entraña dimensiones sanitarias, de desigualdad social, económicas, educacionales, culturales, científicas, de seguridad y medioambientales.”
Este comunicado sirve de ejemplo de la transversalidad que, según las organizaciones firmantes, caracteriza al complejo reto al que nos enfrentamos.
Las organizaciones que firman el documento actúan desde diferentes ámbitos y posiciones en esta lucha contra el desperdicio alimentario. Sin embargo y a pesar de sus diversas áreas de acción, se han unido para demostrar que el desperdicio de alimentos no atañe a un solo sector económico o social, a un solo país o zona geográfica, sino que es una cuestión que afecta directamente a problemas globales como el cambio climático y el hambre.
Concluyen recordando que “es una responsabilidad común poner todos nuestros esfuerzos en lograr un futuro sin desperdicio de alimentos”. Según indican, lo que la nueva Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario acabe por regular en los próximos meses, marcará el futuro de nuestra sociedad, la economía y el planeta.