Alemania busca un nuevo impuesto al bienestar animal
Alemania estudia las vías para financiar una mayor ambición en los estándares de bienestar animal, incluido un nuevo impuesto. Pero la idea ha provocado la sorpresa de los productores alemanes, que temen una mayor exposición a la competencia desleal, según informa EURACTIV Alemania.
“Nuestra sociedad quiere más bienestar animal Nuestros productores quieren más bienestar animal ¡Pero aumentar el bienestar animal en los establos y en el campo no sale gratis!”, afirmó recientemente la ministra de Agricultura alemana, Julia Klöchner, tras la presentación de un estudio sobre la transformación del sector ganadero en una producción “respetuosa con el bienestar animal”.
Con estas palabras, Klöchner defendió una posible reestructuración de la ganadería en Alemania, destacando que “la eficiencia económica y el incremento del bienestar animal deben ir de la mano”.
Mejorar el bienestar del ganado es una prioridad clave para la Unión Europea (UE), y figura tanto en uno de los nueve objetivos específicos de la Política Agrícola Común (PAC) como en el buque insignia de la política alimentaria de la Comisión Europea (CE), la estrategia “De la granja a la mesa”, que incluye un incremento de los requisitos del bienestar animal dentro de los objetivos para proporcionar “un sistema alimentario más sano y más sostenible en la UE”.
Alemania se ha pronunciado de forma especialmente activa sobre el tema, con Klöchner tomando la delantera a nivel de la UE.
Esto llevó al acuerdo entre los ministros de Agricultura de los 27 sobre un etiquetado de bienestar animal comunitario, en diciembre, al final de la presidencia alemana del Consejo de la UE, lo que la ministra definió como “un paso adelante”.
Sin embargo, impulsar el incremento del bienestar animal tiene un precio.
Actualmente, hay muchas propuestas sobre la mesa sobre cómo reestructurar y financiar la cría ganadera en Alemania, según la ministra. Las examina el citado estudio de viabilidad, encargado por Klöchner a la llamada Comisión Borchert, cuyos resultados fueron publicados en marzo.
El estudio respalda la ambición de Berlín de aplicar exigencias de bienestar animal en las granjas alemanas, con un coste previsto de 2.900 millones de euros en 2025 y 4.300 millones de euros en 2030. El Gobierno alemán se ha comprometido a destinar 300 millones a ese objetivo, como parte de su programa de estímulo económico, pero el estudio resume las formas de compensar ese déficit de financiación.
Entre ellas, figura una mayor fiscalidad para productos animales, “un impuesto suplementario al bienestar animal”, además de los impuestos sobre sociedades y a la renta.
Dicho gravamen, sobre el que Klöchner espera un acuerdo pronto, tendría “amplitud legislativa”, según el estudio, que concluye que un impuesto independiente sobre bienestar animal “no sería problemático en términos constitucionales o de la normativa de la UE”.
En cuanto a la PAC, los legisladores de la UE esperan que el 30 % de los pagos directos de la nueva PAC se destinen a los llamados “eco-esquemas”, subvenciones cuyo objetivo es ayudar a los agricultores a cambiar hacia prácticas más verdes.
Sin embargo, los autores del estudio determinaron que si los eco-esquemas cubrieran las medidas para el bienestar animal, sería “a expensas de la pretendida mayor orientación de la PAC hacia la protección ambiental y climática”.
Bienestar animal pero no trato preferente
El Ministerio de Agricultura y Alimentación alemán advirtió de que, a pesar del deseo de convertir al país en pionero europeo en materia de bienestar animal, aplicar a sus ganaderos estándares más estrictos que los mínimos exigidos por la UE requiere justificación.
Esto significa que un etiquetado de bienestar animal nacional debería ser voluntario y que su diseño no debería “expresar ninguna preferencia en el caso de productos de origen alemán”, según el estudio de la Comisión Borchert.
Imponer estándares más estrictos a los ganaderos alemanes sería compatible con los principios de libre movimiento de la UE si “no están vinculados a una prohibición de comercialización o a requisitos específicos de etiquetado para productos importados de otros Estados miembros”, añaden sus autores.
La ministra explicó a EURACTIV que aumentar unilateralmente las exigencias “sin apoyar a los ganaderos como corresponde” provocaría la importación de productos más baratos “sobre cuya obtención tenemos poca influencia”.
En otras palabras, para evitar una externalización de la producción y que los consumidores cambien sus preferencias por productos más baratos de países europeos vecinos, el bienestar de la ganadería alemana debe ser viable económicamente para todas las partes implicadas.
La ministra también espera que los consumidores estén dispuestos a a pagar más por productos “respetuosos con los animales”.
Según una encuesta de la empresa de datos alemana Statista, el 43 % y el 36 % de los alemanes están “muy dispuestos” o “verdaderamente dispuestos” a pagar más por el bienestar animal.
Mientras que la CE ha declarado que el bienestar del ganado es “claramente (…) lo que los ciudadanos quieren”, la asociación alemana por el bienestar animal ha constatado que tres cuartos de los consumidores querrían también “más transparencia” en los etiquetados de los alimentos respecto a los requisitos de bienestar de los animales.
Fuente: Efeagro