Agaprol contabiliza un 3,2% menos de vacas en ordeño
El Observatorio Agaprol del mes de marzo ofrece de un sólo vistazo todos los datos estadísticos para el vacuno de leche en un momento en el que el sector productor, industria láctea, distribución y consumidores se juegan lo que será la cadena alimentaria del futuro.
Así en el mes de enero se contabilizaron un 0.7% menos de vacas en ordeño que el mes inmediatamente anterior y, nada más y nada menos, que un 3,2% menos que en el mismo mes del año 2022. Puede que a nadie le importe que cierren cientos de granjas cada año pero puede que cuando vean que no quedan vacas la cosa cambie porque ni habrá leche para transformar, ni leche para vender, ni, por supuesto, leche para comprar.
Una de las tablas más dramáticas de este Observatorio del Sector Lácteo es mes tras mes la del número de ganaderos que permanecen abiertos o, lo que es lo mismo, cuántos ganaderos han tenido que cerrar sus explotaciones. La estadística del mes de febrero, desgraciadamente, ha seguido la tendencia de los últimos años e, incluso, lo ha hecho para peor. Así en el mes de enero se contabilizaron 90 nuevos cierres o, lo que es lo mismo, cada día cerraron tres explotaciones de vacuno de leche en todo el país.
Estas cifras son similares desde hace décadas y desgraciadamente parecen no impresionar a las industrias que compensaban las granjas cerradas con el crecimiento de las que aguantaban. Tampoco parece haber importado demasiado a la distribución que veía cómo sus lineales conservaban la oferta a precios ridículos gracias a la ruina de cientos de explotaciones cada año. Tampoco ha importado demasiado a los consumidores que mientras ponían el grito en el cielo por el vaciamiento de las zonas rurales seguía comprando leche a precio de saldo en las grandes cadenas de distribución.
Si el dato de las explotaciones cerradas no ha importado a nadie más que los ganaderos durante años ahora puede que las cosas cambien. Y las cosas pueden cambiar porque lo que antes se compensaba con crecimiento ahora se está convirtiendo, cuando menos, en el estancamiento de la producción y, más importante aún, en el descenso en el número de vacas en producción.
Fruto de los cierres y del sacrificio de animales destinados a la producción de carne ha supuesto que la producción en la comparativa entre meses similares cayera en 12.000 toneladas. Con estos datos el previsible y habitual incremento de la producción durante la primavera empieza a antojarse mas difícil e, incluso, imposible.
La producción puede subir pero por pura estacionalidad y del mismo modo descenderá tras el verano. Si las políticas de compras no contemplan este escenario, los precios y el abastecimiento volverán a convertirse en un problema incontrolable en el mes de septiembre.
La oferta y la demanda deberían servir para garantizar el futuro del sector que ve cómo se rebaja la producción en hasta un 2,2% frente al descenso del consumo situado en el 1,8% según las estimaciones de la distribución. Las estadísticas, además, son tozudas y demuestran que lo que se pagaba el mes pasado por la leche es lo que debería pagarse el actual porque el costes de producción e mantiene estable, incluso con ligeras subidas. El pienso complementario ha subido el último mes un 0,24% y un 0,75% en lo que va de año.
La electricidad, por su parte, ha vuelto dispararse en febrero después de “descanso” del mes de enero. Si los costes de producción se mantienen e, incluso, suben y el consumo se compensa sobradamente con el descenso de producción parece lógico que lo previsible fuera el mantenimiento de los precios en el campo.
Los precios en Europa, mientras tanto, siguen pendientes de la guerra en Ucrania y de la situación de bloqueo en las exportaciones por parte de China. El escenario actual, por tanto, puede cambiar en cualquier momento dada la gran dependencia de ese mercado exterior que, lógicamente, condiciona los precios en países netamente exportadores pero que dista muchísimo de la situación en España donde no se puede olvidar su condición de país deficitario. Mientras Francia tiene que exportar obligatoriamente el 25% de la leche que produce en España tenemos que importar también obligatoriamente la leche que consumimos.
En cualquier caso y pese a la bajada de precios en Europa los costes de transporte y los condicionantes medioambientales a los traslados de miles de kilómetros por carretera siguen situando los precios europeos todavía muy lejos de lo que sería rentable para el consumo nacional dependiendo en su totalidad de importaciones masivas.
El análisis en conjunto de todos estos datos que aportan las estadísticas es la única forma de actuar con responsabilidad ante los retos que se le plantean a a la cadena alimentaria del sector lácteo durante los próximos meses.