La I+D+i en las casas de semillas marca el futuro de la producción y el consumo de hortícolas
Detrás de un producto hortícola aguardan años y años de trabajo e investigación. Disfrutar de un nuevo producto lleva de la mano una gran inversión y un desarrollo previo que parte de una idea basada en tendencias del presente, pero con la vista puesta en el futuro. La cadena alimentaria cuenta con un gran aliado, con una guía ejemplarizada en las casas de semillas, quienes marcan el rumbo de la producción y el consumo de hortícolas con su ardua labor innovadora.
Por José Esteban Ruiz, Periodista Agroalimentario
Las casas de semillas son las que invierten en un primer eslabón de la cadena alimentaria para que productos frescos como tomate, pimiento, pepino, berenjena, calabacín, melón, sandía, etcétera, satisfagan más a la sociedad global, a los agricultores y consumidores. Generar nuevas líneas de investigación suponen inversiones millonarias. Detectar necesidades en los diferentes estamentos de la cadena es su base para posteriormente coordinarlo y ‘engrasar’ la máquina investigadora que lleve a poner en el mercado una nueva variedad diferenciadora o un nuevo concepto.
La innovación en semillas y variedades vegetales, como ha declarado en alguna ocasión el presidente de ANOVE, la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales, resulta fundamental para poder satisfacer las demandas de los agricultores, especialmente en un proceso de cambio climático como el actual. La labor de los obtentores es ayudar a incrementar la producción, reducir los costes de explotación, aumentar los rendimientos y colaborar a lograr una completa seguridad alimentaria.
Según los propios datos de ANOVE los incrementos de productividad han sido espectaculares en todos los cultivos desde la década de los sesenta, creciendo entre el 1% y el 3% anual. Esto ha supuesto, por ejemplo, que en cultivos como la patata se haya alcanzado un incremento de casi el 80%, y en otros como el tomate, se ha aumentado hasta un 1.000%. Pues bien, alrededor del 40% de este aumento en la productividad agraria se debe a la mejora de las variedades vegetales.
Los Obtentores vegetales invierten entre un 20 y un 30% de su facturación en investigación dirigida a lanzar nuevas variedades hortícolas
La investigación científica y la tecnología aplicada a la obtención de semillas y plantas han aumentado la eficiencia, la productividad y han mejorado los procesos. Esta investigación de vanguardia ha sido y es, por tanto, una apuesta constante y decidida por parte de las empresas del sector. Así, las entidades asociadas en ANOVE invierten entre el 20% y el 30% de su facturación en I+D+i y dedican hasta el 38% de su personal a esta labor fundamental de investigación, unas 2.500 personas aproximadamente.
El desarrollo de nuevas variedades solo es posible con una inversión continua en programas de investigación. En la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales señalan que para desarrollar y poner nuevas variedades a disposición de agricultores y consumidores se requiere de una gran dedicación de recursos. Dependiendo de la especie, obtener una nueva variedad puede suponer de 10 a 12 años de trabajo y más de 3 millones de euros.
El trabajo de Nunhems
María José Mari Tallada, Customer Marketing Specialist en Nunhems, explica que las casas de semillas a la hora de iniciar un desarrollo se analizan multitud de tendencias, las que marca el consumidor y la cadena. económicas y tecnológicas son las que tienen mayor impacto. Las preferencias del consumidor en cuanto a textura, sabor, tamaño o color son constantemente analizadas y compartidas con nuestros equipos de desarrollo para obtener vegetales que satisfagan a un consumidor cada vez más preocupado por alimentarse de forma saludable.
Pero también, como apunta Tallada, el impacto de la tecnología en el manejo de cultivos es del mismo modo analizada. Los avances en recolección mecánica, tecnología hidropónica o la introducción de la iluminación led en horticultura son monitoreados para desarrollar vegetales adaptados a las formas de cultivo más novedosas. Por último, tendencias y factores que impactan la rentabilidad del cultivo tal como rendimientos en campo, presencia de virus, han sido tradicionalmente monitoreados.
Cada tipología, dentro del segmento de cada hortícola, es diferente en las exigencias del consumidor, agricultor y la distribución. Por lo que se inicia un proceso complejo para obtener nuevos productos que mejoran a los existentes, o líneas varietales totalmente distintas a las que existen.
La innovación en Semillas Fitó
Israel Roca, Head of Sales & Marketing Europa en Semillas Fitó, en esta línea que se inicia en los obtentores vegetales, detalla que para que una variedad llegue a ser comercial debe aunar una serie de características que integre por un lado las necesidades agronómicas que precisan los agricultores, como la productividad, resistencias, etcétera; y por otro, aquellas que aprecian en el producto los consumidores, como el sabor o la textura, incluso el color. Pero, además, en esta complejidad, también debe atender los requisitos que marcan la cadena, tales como la vida postcosecha.
En Semillas Fitó, por ejemplo, para recoger toda esta información que trabajar posteriormente en una línea de investigación varietal concreta, cuentan con un completo equipo en campo y también en el punto más cercano al consumidor. Además, también cuenta con equipos comerciales que aportan todo tipo de información que reciben directamente de los agricultores sobre nuevas necesidades en las diferentes tipologías de productos hortofrutícola.
La visión de Nunhems, en la misma línea, explica Customer Marketing Specialist, “es ser el socio preferido para todos los integrantes de la cadena, desde el agricultor al consumidor. Para ello contamos con un equipo global de expertos en cultivos, un equipo de investigación de mercados que identifica las necesidades futuras del mercado, los clientes y consumidores y un equipo de I+D que combina conocimiento agronómico experto con tecnología y soluciones de vanguardia”.
Iniciar un proyecto de mejora varietal concreto no está ligado al éxito. A veces el descarte de la variedad se produce en las primeras fases, pero en ocasiones el hecho de tener que ‘abortar’ llega incluso tras cinco años de investigación, en la fase final de pruebas, con el coste añadido que supone sin alcanzar la meta. Es mucho el material que se queda por el camino. Según Israel Roca, “suelen ‘morir’ las variedades más por temas agronómicos que por las características que marcan las exigencias del consumidor”.
Futuro en las casas de semillas
Las líneas de futuro que se están investigando van en diferentes vertientes, como explica el Head of Sales & Marketing Europa en Semillas Fitó. Una de estas líneas recorre la senda de las innovaciones tradicionales que apuntan a variedades más productivas. También “se están trabajando en variedades que requieran menos costes de producción, entre las que se encuentran aquellas en las que se necesite emplear menos mano de obra”, señala Israel Roca.
Asimismo, en otra de las líneas, como detalla Roca, se trabaja en la obtención de variedades más sostenibles, en el marco de incrementar sus resistencias y así evitar el uso de fitosanitarios, hecho éste que también impacta en los costes.
La tercera vía que señalan desde Semillas Fitó mira hacia el consumidor. En ella prima el trabajo referente al sabor, la textura y el color de las variedades hortícolas. Se trata de lanzar productos que sean atractivos para el consumidor.
En Nunhems comparten que el futuro se dirige a responder a las demandas del consumidor sin olvidar los desafíos que tiene la industria desde el punto de vista de sostenibilidad. Por ello “continuaremos viendo variedades con más y mejores resistencias y adaptadas a nuevas tecnologías de cultivo y recolección. Del mismo modo, continuaremos viendo soluciones con más sabor, más conveniencia y con disponibilidad durante 12 meses”, apunta María José Tallada.
Artículo publicado en la revista ECA FRUITS ED. 16. Marzo 2022