ANIA: “El uso de transgénicos será necesario para asegurar la alimentación”
La presidenta de la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos (ANIA), María Cruz Díaz, hace, en una entrevista con Efeagro, una reflexión sobre los avances en ingeniería genética a nivel mundial, sobre el conservadurismo de la Unión Europea respecto al uso de los transgénicos aplicados al sector agrario y cómo esa política perjudica a la imagen que la sociedad tiene de esas técnicas.
El uso de transgénicos en la ingeniería agronómica será “necesario” para asegurar la alimentación de una población mundial creciente y para conseguir variedades de semillas resistentes al cambio climático, según la presidenta de la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos (ANIA), María Cruz Díaz.
En una entrevista con Efeagro, hace una reflexión sobre los avances en ingeniería genética a nivel mundial, sobre el conservadurismo de la Unión Europea respecto al uso de los transgénicos aplicados al sector agrario y cómo esa política perjudica a la imagen que la sociedad tiene de esas técnicas.
Díaz tiene claro que el público general tiene una connotación negativa creada sobre todo lo relativo a la mejora genética en este sector.
Hay consumidores que aseguran “no comer nada que tenga genes” cuando “todo lo que ingerimos tiene genes”, aunque se transforman en proteínas y elementos como el hierro o el potasio. Díaz lamenta esa falta de información sobre una técnica, la mejora genética, que “tiene 10.000 años”, justo desde el momento en el que el hombre comenzó a seleccionar unos cultivos o variedades sobre otras para obtener mejores resultados.
Ahora, incluso, se hace “menos mejora genética” que cuando acaecieron los “grandes cambios” que desarrolló el hombre en la antigüedad, explica. Eso sí, el desarrollo del conocimiento en biología ha permitido acelerar los avances que en otras épocas llevarían mucho más tiempo y por eso ahora se puede “cortar un gen” seleccionado tras su estudio por proveer de determinadas características a un cultivo y “coserlo” en el genoma de otro para que adquiera esas propiedades, según explica.
Con ello, se abre “todo un mundo infinito” de posibilidades para conseguir, por ejemplo, cultivos más resistentes a plagas o al cambio climático y asegurar una producción más sostenible de alimentos, en cantidad y calidad adecuada a una población mundial creciente. Díaz hace referencia a que estos avances se hacen con “todas” las garantías de seguridad: “Se revisan muchas veces para que los productos sean buenos o no sean tóxicos”, por lo que los controles son “exhaustivos”.
Por eso, recela de la posición de la Unión Europea a la hora de apostar por estos avances en el sector de la agricultura cuando en medicina el uso de transgénicos no se cuestionó y permitió obtener medicamentos, la insulina, que supuso “toda una revolución” en el campo de la salud. Sin embargo, “cuando comenzaron a aplicarse en agricultura, aparecieron movimientos extremos en contra, con informaciones que no se basan en criterios científicos”, remarca.
Esta experta confía en que la UE cambie de criterio con el tiempo, “sobre todo por la urgencia que tendremos de producir alimentos”, apunta. “Espero que la necesidad impere ante la realidad de que no podemos seguir dependiendo tecnológicamente de otros países terceros y de patentes que sí apuestan por los organismos modificados genéticamente”, añade la experta.
Actualmente las instituciones comunitarias no permiten cultivar transgénicos de forma generalizada salvo para hacer experimentos que estén autorizados. En el lado opuesto están Estados Unidos o Canadá que son “reyes” de la investigación en transgenia. En sus territorios hay “miles y miles de hectáreas” produciendo con transgénicos, como también pasa en Argentina, Chile o Rusia.
Están haciendo bastantes desarrollos en soja y maíz y obteniendo variedades en los cultivos para que sean “más grandes, fuertes, bonitos o con distinto sabor”. También hay avances para conseguir semillas que no absorban metales si se cultivan en suelos contaminados.
Son países que “buscan todo” tipo de innovaciones porque, además, es una técnica “muy fácil” de implementar.
Díaz concluye destacando la importancia de la transgenia para la economía e incluso el bienestar del hombre porque “hay sectores, como la producción de maíz, que si no fuese por los transgénicos habrían arruinado a los agricultores y muchas personas habrían muerto de hambre”.