Balance de dos años de presidencia de la ISF
Por Eduard Fitó, presidente de la ISF (International Seed Federation)
Durante estos dos últimos años he tenido el privilegio y el honor de servir a la Industria semillista como presidente de la ISF (International Seed Federation). No me cabe duda de que esta experiencia me ha brindado la oportunidad de crecer en mi carrera aprendiendo de unos grandes profesionales. Tanto de aquellos que se dedican a ISF a tiempo completo como los que, como yo, lo hacemos a tiempo parcial y de forma voluntaria
Desde que se fundó la ISF en 1924, ha tenido el propósito de facilitar el movimiento de semillas por todo el mundo. Nuestra ilusión es conseguir que todos los agricultores sin excepción tengan acceso a las mejores semillas de calidad. Pero, lamentablemente, aún no estamos allí. Distintos criterios a la hora de regular la importación y exportación de semillas entre los distintos países, así como su comercialización en los mercados internos, hacen que el acceso de semilla de calidad no esté garantizado.
Cabe añadir la preocupación legitima de algunos países en asegurarse una cierta autonomía en el acceso a las semillas. Pero esto debe hacerse sin obstaculizar la importación y sin poner trabas a la comercialización dentro de las propias fronteras, pues de lo contrario se hace un flaco favor a la seguridad alimentaria de sus ciudadanos. La ISF ha defendido siempre que el movimiento internacional de semillas sea universal y en este sentido, con el nuevo grupo de medidas con el que se está trabajando, llamado Systems Aproach, se está logrando una mayor coordinación de los reguladores que redundará en mayor y más fácil movimiento de semillas.
Desde la fusión en 2002 de la antigua FIS (Federación Internacional del Comercio de Semillas) y Assinsel (Asociación Internacional de Seleccionadores para la Protección de las Obtenciones Vegetales), la ISF ha promocionado la innovación. Entendemos que sin I+D los retos actuales y venideros no se superarán. No solo debemos asegurar una alimentación para todos aumentando rendimientos, sino que debemos conseguir hacerlo a través de una agricultura sostenible. Por ejemplo, la mejora genética de nuestras plantas está contribuyendo a que el impacto de los fitosanitarios sea cada vez menor; a que el consumo de agua y uso de fertilizantes sea razonable; a poder adaptarnos mejor al cambio climático; e incluso a innovar para hacer que los productos que los agricultores ofrecen a los consumidores, sean diferentes y aporten más valor añadido a la cadena agroalimentaria. En este terreno, quiero destacar el gran esfuerzo que la ISF está haciendo para llegar a un consenso en el despliegue del Tratado Internacional de recursos genéticos auspiciado por la FAO.
Desde que se inventó la agricultura, ha existido comercio de semillas. Pero también la innovación. Y esta se ha ido perfeccionando, culminando con la creación de un sistema de protección especifico: la convención de la UPOV. Juntos hemos creado un modelo que se sustenta solo y que ha aportado a la humanidad una grandísima variabilidad genética a un ritmo cada vez más rápido, sin depender de ayudas económicas externas. No obstante, algunas actividades ilegales y nada respetuosas con la propiedad intelectual que están poniendo en riesgo este modelo de negocio. Hay que desarrollar mecanismos para estar vigilantes y fortalecer la lucha contra la corrupción que están ejerciendo unos pocos poniendo en peligro el excelente trabajo que hacemos muchos.
Con la vista puesta en conseguir un mundo donde todos tengamos acceso a las mejores semillas y lograr, con una agricultura sostenible, alimentar a una población creciente, durante mi presidencia de la ISF, hemos estado trabajando para asegurar el movimiento de semillas y favorecer la innovación. Gracias por vuestra confianza.