El sector ganadero-cárnico, comprometido con una producción sostenible
Con motivo de la celebración en España de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), el sector cárnico español reafirma su compromiso con la sostenibilidad, la mejora del medio ambiente y la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI).
La preocupación por el cambio climático, para conseguir una mitigación de las emisiones de GEI a la atmósfera, es una medida inexcusable y un reto mundial de todos los actores económicos y sociales para garantizar un futuro basado en la sostenibilidad de nuestro planeta, en el que unos 1.000 millones de personas viven de la ganadería y la producción de carne, de ellos más de 2 millones en España.
En los últimos tiempos se han difundido numerosas noticias en las que se culpabiliza a la ganadería del calentamiento global y se plantea que hay que reducir drásticamente el consumo de carne para salvar el planeta. Pero los datos oficiales del Gobierno de España muestran que estas informaciones parciales o interesadas están muy alejadas de la realidad en lo que a nuestro país se refiere.
Según el «Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero» del Ministerio de Transición Ecológica, en 2018 el transporte representó el 27% de las emisiones de gases de efecto invernadero en nuestro país, seguido por la industria con un 19%, la generación de electricidad con el 17%, el consumo de combustibles con un 9%, los procesos industriales y uso de otros productos con el 8% y la gestión de los residuos, con un 4%.
En cuanto a la producción ganadera, los datos oficiales indican que el sector vacuno de carne aportó solo el 3,5% del total de esos gases, la producción de porcino el 1,9%, la de ovino el 1,1%, la avicultura un 0,05% y la cunicultura un casi inexistente 0,02%, lo que suma menos del 7% del total de emisiones de GEI de nuestro país.
Muchos otros datos avalan el compromiso del sector ganadero-cárnico con la sostenibilidad y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Así, el sector permite mantener importantes ecosistemas que no serían viables sin su utilización ganadera, como las dehesas en el caso del cerdo ibérico o el pastoreo tradicional del ovino y caprino y el de las vacas nodrizas en dehesas y zonas de montaña, que están unidos al fomento de la biodiversidad y la conservación de los espacios naturales.
Muchas de estas superficies no pueden ser utilizadas para la producción agrícola de uso alimentario humano. Pero el aprovechamiento ganadero de los pastos los convierte en sumideros de carbono, contribuye a la fertilización del terreno y la retención del agua de lluvia, reduciendo la erosión y la desertificación.
Por otra parte, el pastoreo es fundamental para la limpieza del monte y la prevención de los incendios forestales, así como para una mayor diseminación de nutrientes y el consiguiente aumento de la fertilidad del suelo.
La ganadería es igualmente un ejemplo de economía circular, con actividades como la reutilización para la alimentación del ganado de residuos y subproductos de producciones vegetales para uso humano, o la gestión eficiente de estiércoles y purines como subproductos con una importante utilidad agronómica como fertilizantes orgánicos de cultivos.
En cuanto al desperdicio alimentario, que supone alrededor de un 10% de las emisiones de GEI, tal y como indican las organizaciones internacionales, hay que destacar que en España, según el «Panel de Cuantificación del Desperdicio Alimentario en los Hogares Españoles» del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, solo un 6,5% de carnes y elaborados se desperdician, frente a, por ejemplo, un 46,3% de frutas, verduras y hortalizas
Gracias al compromiso de nuestro sector ganadero-cárnico con el medio ambiente, y a la mejora constante de instalaciones y procesos, su actividad favorece la sostenibilidad en nuestros territorios, ayudando además a consolidar el tejido socioeconómico de estas zonas.
Para ello se están desarrollando sistemas de producción y nuevas técnicas con un menor impacto ambiental, para reducir progresivamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Ejemplos de este compromiso son las acciones sectoriales para reducir un 15% la huella de carbono en el sector vacuno, la reducción de un 47% de las emisiones de amoniaco y un 54% las de metano en el sector porcino, el ahorro de hasta un 30% en el uso de agua por cada kilo de carne producido o el fomento de la producción sostenible de carne de conejo y cordero, así como la investigación en alimentos para el ganado más eficientes y con menor huella medioambiental o el hecho de que la industria cárnica evitó en 2018 la emisión de 48.810 toneladas de CO2, gracias al reciclado de sus envases.