Bayer, la empresa que susurra a los tomates
Con motivo de la celebración de su 120 aniversario, Bayer nos ha abierto las puertas de su Centro de Investigación de Biología Celular de San Nicolás (Almería), especializado entre otras hortícolas, en tomate.
Por Marga López, periodista agroalimentaria
El año 2018 ha sido un año histórico para Bayer. Tras completar la adquisición de Monsanto, la compañía ha dado un salto cualitativo y cuantitativo dentro del sector agrícola, sumando recursos que le sitúan en estos momentos como líder dentro del segmento hortícola.
Un claro ejemplo lo tenemos en cuanto a infraestructuras. Bayer cuenta hoy con cinco centros de investigación al más alto nivel: cuatro de ellos dedicados a la investigación y mejora varietal hortícola, tres en Almería para cultivos bajo invernaderos y uno de Murcia para aire libre; y un quinto en Brenes (Sevilla) para el desarrollo en campo sobre protección de cultivos.
Ha sido precisamente el Centro de Investigación de Biología Celular de San Nicolás (Almería) el lugar elegido para Bayer para presentar sus resultados económicos de 2018 y abrir las puertas a un grupo de medios especializados, entre ellos eCA Fruits, cuya directora Gissele Falcón tuvo la oportunidad de visitar.
Para Bayer, tres son los pilares sobre los que se sustenta su trabajo diario: las infraestructuras, la eficacia y sostenibilidad, y el talento humano, y así quedó demostrado en la jornada que pudimos compartir con ellos: “Entre todos nuestros centros de investigación, tenemos más de 40 hectáreas destinadas a la investigación y desarrollo varietal, 125 personas entre científicos, mejoradores y técnicos, y la mejor tecnológica para hacer realidad una de nuestras máximas: ofrecer soluciones para productores, comercializadores, distribución y consumidor”, explicó Francisco Berenguel, gerente del centro de San Nicolás, momentos antes de visitar el laboratorio de biología celular y el fitotrones (laboratorio destinado a estudiar la influencia de las condiciones climáticas en el desarrollo de las plantas).
La importancia de la genética
Pero alimentar al mundo de forma segura y sostenible no es tarea sencilla, como bien nos explicó Jan Barten, investigador holandés y mejorador de tomate. Barten realizó una breve exposición de lo que supone la investigación genética y de las ventajas que tiene trabajar con hídricos para lograr materiales vegetales que cumplen con las necesidades de toda la cadena varietal: “El mapa genético del tomate tiene 30.000 genes, el del hombre 20.000, lo que permite hacernos una idea de lo difícil que es la selección varietal y las múltiples combinaciones genéticas que podemos lograr para encontrar la variedad de tomate ideal”, detallaba Barten, quien continuaba afirmando que “todo el trabajo que desarrollamos en estos centros de investigación tiene una gran importancia para otras regiones productoras con características similares a las del sur de España, de ahí el carácter internacional de las investigaciones que aquí realizamos”.
Jan Barten lleva más de 25 años en nuestro país, y conoce bien las dificultades genéticas que entraña presentar variedades productivas, rentables, resistentes, con sabor y vida comercial, podíamos decir que es el hombre que susurra a los tomates en Bayer.