ASAJA: La reducción de jornada amenaza la viabilidad del campo
La organización agraria ASAJA reclama que se tenga en cuenta la realidad rural antes de imponer nuevas normas laborales sobre la reducción de la jornada.
La organización agraria ASAJA ha lanzado una seria advertencia sobre los efectos que podría tener la nueva ley de reducción de jornada laboral si no se adapta a las condiciones específicas del sector agrario. En una nota pública, la entidad insiste en que aplicar una normativa ideada desde parámetros urbanos —con registro horario obligatorio y derecho a la desconexión digital incluidos— puede suponer un golpe definitivo para muchas explotaciones ya al límite.
“Estamos ante una medida que no tiene en cuenta la estructura ni la economía real del campo”, ha asegurado el presidente de ASAJA, Pedro Barato. La organización reclama un estudio de impacto previo antes de aprobar una legislación que, según denuncian, agravaría la ya difícil situación de agricultores y ganaderos.
ASAJA subraya que la actividad agraria no se rige por horarios convencionales: depende de factores naturales como el clima, los ciclos de cultivo o las necesidades de los animales. Por ello, defienden que debe ser la negociación colectiva —con flexibilidad y conocimiento del terreno— la que establezca las condiciones laborales, y no una norma rígida impuesta desde despachos alejados de la realidad rural.
Además, la organización recuerda que el registro horario obligatorio ya es una barrera importante para muchas explotaciones, especialmente en zonas con poca cobertura digital. A esto se suma la llamada “desconexión digital”, una figura pensada para oficinas, que según ASAJA no encaja en un entorno donde los animales y los cultivos requieren atención constante.
La entidad advierte también de que esta reforma no solo afectaría al empleo agrario, sino que tendría consecuencias directas en los costes de producción, lo que podría terminar encareciendo los precios al consumidor. “Es un nuevo lastre para la competitividad del campo español, y podría empujar a muchas explotaciones, ya al límite, a la desaparición”, lamenta Barato.