La UE mira a otro lado ante la importación de frutas y hortalizas importadas con pesticidas prohibidos
Las alertas alimentarias por la importación de frutas y hortalizas crecen un 2% en lo que va de año, con un repunte del 133% en rechazos de aguacates por cadmio procedentes de Perú y Marruecos.
Mientras los agricultores europeos se ven cada vez más presionados para reducir su huella fitosanitaria y cumplir normativas cada vez más exigentes, la Unión Europea continúa inactiva ante un nuevo repunte en las importación de frutas y hortalizas contaminadas con sustancias activas no autorizadas. Según los últimos datos del sistema europeo de alertas alimentarias (RASFF), recopilados por LA UNIÓ Llauradora, en los cuatro primeros meses de 2025 se han registrado 311 interceptaciones, frente a las 304 del mismo periodo del año anterior, lo que representa un aumento del 2%.
Aunque abril ha mostrado un leve descenso respecto a meses anteriores, la tendencia acumulada sigue al alza y pone en entredicho el papel de las instituciones comunitarias, que siguen sin tomar medidas concretas pese a la evidencia de sus propios sistemas de control.
“El problema no es nuevo ni puntual: se está consolidando una competencia desleal que pone en riesgo la sostenibilidad económica del sector productor europeo y, más grave aún, la salud de los consumidores”, advierten desde LA UNIÓ.
Uno de los datos más alarmantes del primer cuatrimestre de 2025 es el incremento de las alertas en aguacates, un producto estratégico y en expansión en zonas productoras como la Comunitat Valenciana. En este periodo se ha pasado de 3 a 7 interceptaciones, lo que supone un aumento del 133%. Todas las alertas están relacionadas con la presencia excesiva de cadmio, un metal pesado tóxico, en partidas procedentes principalmente de Perú, seguido de Marruecos.
Resulta especialmente paradójico que este repunte llegue en paralelo a la política de reducción del uso de cadmio en fertilizantes fosfatados dentro de la UE, una medida que ya está afectando al manejo agronómico de los cultivos europeos, mientras se siguen permitiendo importaciones que incumplen esos mismos estándares.
LA UNIÓ insiste en que la inacción comunitaria alimenta una doble moral comercial, y reitera su propuesta de endurecer los controles de identidad y físicos al 50% de las partidas procedentes de los países con más infracciones. Además, pide que estas medidas se prolonguen durante un año completo y que se activen cierres automáticos a las importaciones de cualquier producto agrícola que supere en un solo mes un 5% de incremento en las alertas.
LA UNIÓ insiste en la necesidad de establecer mecanismos de reciprocidad en los estándares de producción entre los productos importados y europeos. “El agricultor europeo está siendo desarmado regulatoriamente, mientras se le obliga a competir con productos de terceros países que incumplen las normas más básicas de seguridad alimentaria”, señalan desde la organización.