Pastizales: el ecosistema olvidado que sostiene al mundo
Pese a cubrir vastas extensiones del planeta y sustentar a más de mil millones de personas, los pastizales siguen siendo los ecosistemas más desprotegidos. Su deterioro compromete la biodiversidad, agrava la crisis climática y pone en jaque la seguridad alimentaria global.
El 50% de la tierra habitable del mundo se utiliza para la agricultura. De esa porción, el 77% se destina a la ganadería —ya sea como pastizales o para cultivos destinados a alimentar animales—, mientras que solo el 23% se utiliza para producir alimentos directamente consumidos por humanos, según el Foro Económico Mundial. Es decir, la base alimentaria de gran parte del mundo se asienta sobre ecosistemas ganaderos, entre ellos los pastizales.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el propio Foro Económico Mundial estiman que dos tercios de esa tierra ganadera corresponde a pastizales. Sin embargo, los datos del World Resources Institute son contundentes: estos ecosistemas reciben una atención desproporcionadamente baja en comparación con otros biomas. Solo el 4,6% de los pastizales templados está protegido, frente al 18% de los bosques o el 16% de los humedales. Y cerca de la mitad del total mundial ya ha sido convertido para uso agrícola o urbano. Como consecuencia, los pastizales se posicionan entre los ecosistemas más amenazados del planeta.
La falta de protección de los pastizales tiene repercusiones graves: se acelera la pérdida de biodiversidad, disminuye su capacidad para capturar carbono, se degradan servicios ecosistémicos esenciales como la regulación del agua y la fertilidad del suelo, y se pone en riesgo la seguridad alimentaria de comunidades que dependen de ellos. Además, su deterioro contribuye a la desertificación y al aumento de incendios, agravando los efectos del cambio climático.
Una función clave en la lucha contra el cambio climático
Los pastizales, a menudo ignorados en las agendas ambientales, juegan un papel crucial en la regulación del clima, la conservación de la biodiversidad y el sustento de más de mil millones de personas, según datos de la FAO y organismos internacionales.
Estos ecosistemas almacenan hasta el 34% del carbono terrestre, muy cerca del 39% que capturan los bosques. El 90% de ese carbono está en el subsuelo —en raíces y suelos—, lo que lo hace más resistente a incendios y sequías. Además, su alta reflectancia solar contribuye a reducir el calentamiento local.
Algunos pastizales templados albergan hasta 90 especies por metro cuadrado, situándose entre los ecosistemas más biodiversos del planeta. También prestan servicios esenciales como la regeneración del suelo, la recarga de acuíferos y el soporte a polinizadores clave para la agricultura.
Más de mil millones de personas —en su mayoría pastores, campesinos y comunidades indígenas— dependen directamente de estos paisajes, que generan un valor económico estimado en 20,8 billones de dólares anuales. Además, los pastizales poseen un profundo valor cultural y espiritual en regiones como África Oriental, América del Norte y Australia.
La ONU ha declarado 2026 como el Año Internacional de los Pastizales y los Pastores, pero los expertos advierten que, sin protección urgente, la degradación de estos ecosistemas podría liberar hasta 4,25 gigatoneladas de CO₂ por año de aquí a 2050, agravando la crisis climática.