Valdeorras, la madre del vino atlántico
Valdeorras se ha convertido en objeto de deseo. Rafael Palacios, Telmo Rodríguez, Grupo Jorge Ordóñez, ViniGalicia, Viña Costeira, Pago de Capellanes, CVNE,…. bodegas foráneas y también gallegas han puesto los ojos en esta comarca, la más oriental de la provincia de Ourense, atraídos por sus variedades reinas, la mencía y la godello, pero también por las cualidades que hacen de este territorio un enclave singular para el cultivo de la vid y para obtener vinos únicos.
Muchas de estas bodegas, como la de Rafael Palacios o Telmo Rodriguez, llevan ya años desarrollando proyectos sólidos, recuperando viñedos que habían caído en el abandono o haciendo nuevas plantaciones con los criterios actuales de cultivo -espaldera en lugar de vaso, espacio adecuado entre plantas, altura y orientación adecuadas…- con el objetivo de incrementar su cupo de vinos de Valdeorras. Otras como Palacio de Capellanes CVNE son las recién llegadas que han optado por la compra de bodegas en funcionamiento, lo que les ha permitido poner rápidamente sus vinos de Valdeorras en el mercado. Un esfuerzo que ha permitido a estas bodegas foráneas situarse en cinco años en el top 10 de las de mayor producción en Valdeorras, junto con A Coroa, A Tapada y las dos cooperativas existentes, Virxe das Viñas y Jesús Nazareno.
Pero, ¿qué tiene este territorio de apenas 35 quilómetros distribuidos a lo largo del cauce de los ríos Miño, Sil y Bibei para despertar este interés? Diversidad de variedades de uva y de suelo, veranos cálidos e inviernos fríos que hacen que la planta esté activa continuamente, consumiendo málico, viñedos en diferentes alturas pueden ser algunas de las razones. «El futuro es el vino atlantico de lo que nosotros llamamos castes nobles, variedades autóctonas desconocidas fuera de Galicia como pueden ser la brancellao, sousón, merenzao, dona branca… que dan lugar a vinos frescos, con una buena acidez y poco alcohol, perfectos para el mercado actual», explica el director técnico de la Denominación de Origen, Jorge Mazaira, apasionado de su trabajo y firme defensor de la riqueza de este territorio. «En Valdeorras está la madre de muchas de las variedades de éxito actuales pero tenemos que apostar por dar a conocer la singularidad que estas variedades alcanzan en Valdeorras, donde se consiguen vinos únicos, de parcela, y esa es la exclusividad que tenemos que poner en valor».
Calidad y variedad, pero no extensión
La Denominación de Origen Valdeorras es la segunda más antigua de Galicia, su origen está documentado en 1945 aunque no tendría su primer reglamento hasta 1977. Tras una época en la que, como en el Ribeiro, se plantó principalmente palomino y garnacha con el objetivo de incrementar la producción, dando prioridad a la cantidad sobre la calidad, iniciativas como el Proyecto Revival, impulsado por Horacio Fernández para la recuperación y restructuración de los viñedos de de Valdeorras, permitió salvar a la godello, de la que llegaron a producirse apenas 10 mil litros.
Ahora, por el contrario, la godello es la variedad que más superficie cultivada ocupa en la D.O Valdeorras, con casi 370 hectáreas de las que se cosecharon 1,98 millones de kilos en la vendimia pasada. Le siguen la mencía, la alicante, jerez, tempranillo y sousón, en cantidad de producción, aunque también se cultivan albarello, merenzao y doña blanca, que entrarían dentro de las castes nobles antes citadas. Pero lo que más sorprende en Valdorras es la gran parcelación de los viñedos, especialmente de aquellos más antiguos, lo que da lugar a que las algo más de 1300 hectáreas que componen esta denominación de origen estén en manos de 43 bodegas y nada menos que 1975 viticultores.
Es el minifundio, tan históricamente característico del cultivo de la vid en Galicia y que da lugar a que el 40% de todas las parcelas vitivícolas españolas estén en Galicia, que apenas representa el 3% de la superficie cultivada. Una singularidad que en Valdeorras están dispuestos a convertir en una oportunidad, apostando por la zonificación y por vender exclusividad y vinos de parcela.
Tradición e investigación vitinícola para construir una D.O con futuro
Variedades autóctonas, suelos ricos y diversos (graníticos, pizarrosos, arcillosos, con afloramientos calizos, aluviales….) que aportan a la uva mineralidad, estructura, cuerpo, alcohol… minifundio pero en Valdeorras también encontramos historia y patrimonio. La tradición vitícola de Valdeorras se remonta a la época romana y el Camino de Santiago la convirtió en zona de tránsito de viñedos y vinos, dando lugar a un territorio no solo con unas características ideales para el cultivo de la uva si no también con una historia que contar que pasa por el riquísimo patrimonio natural y etnográfico entre el que nos encontramos desde Monte Furado al Santuario de tradición mariana de As Ermidas hasta la tradición de unas cuevas de Vilamartín y de Seadur, excavadas en la propia montaña y que se han mantenido en funcionamiento, pasando de padres a hijos desde hace siglos. Todo ello nos habla de tradición pero también de adaptación al mercado, de investigación y de recupera en la que se ha concentrado el trabajo del Consejo Regulador.
Un trabajo que ha permitido construir una Denominación de Origen que desde 2009 ampara también espumosos obtenidos según el método tradicional con un mínimo del 85% de godello, y tostados, un vino naturalmente dulce elaborado a partir de las variedades tintas o de godello. Ambos tienen una producción muy limitada y, en el caso del tostado, nos encontramos con una delicatessen muy especial, con rendimientos tan bajos que hacen complicado que uvas con tanta demanda como la godello se dediquen a su elaboración. Por ello desde el Consejo Regulador se impulsó la investigación para elaborar tostados de otras variedades menos demandas como la garnacha tintorera, aunque hasta la fecha, lamentablemente, ninguna bodega se haya mostrado interesada en su comercialización, a pesar de los buenos resultados obtenidos. Apostar por productos como el tostado permitiría a Valdeorras añadir un elemento de singularidad, exclusividad y atractivo a un territorio que lo tiene todo para triunfar.