Europa y Latinoamérica, un mercado hortofrutícola por construir
Por Belén Toledo
Los intercambios hortofrutícolas entre Europa y Latinoamérica son hoy por hoy muy pequeños en comparación con el comercio exterior global entre las dos regiones. El tráfico de estos productos no alcanza ni el 1% de las compraventas entre, por ejemplo, México y la Unión Europea. En el caso de Chile, se queda en el 7,5%. Sin embargo, el aumento de la renta de los países latinoamericanos y las mejoras previstas en los tratados de libre comercio auguran un aumento del comercio de frutas y verduras a ambos lados del Atlántico. Brasil se perfila como uno de los mercados receptores con más futuro. Las exportaciones españolas a este país crecieron un 25% en 2014.
Entre las particularidades del intercambio hortofrutícola entre Latinoamérica y Europa, está el hecho de que la balanza comercial es, con diferencia, favorable a la primera. En los dos acuerdos más antiguos que la UE mantiene con países latinoamericanos (Chile y México), las cifras son claramente favorables a estos últimos en lo tocante al comercio exterior de productos hortofrutícolas. Esto también sucede con las cifras globales de intercambios entre la UE e Iberoamérica en este mismo subsector agrícola.
En el caso de México, el acuerdo está en vigor desde el año 2000. En 2013, según datos de Eurostat, la UE tuvo un pico de exportación de productos hortofrutícolas en 2002 con siete millones de euros, en 2004 bajó por debajo de cinco, y a partir de 2006 se estabilizó en torno a seis millones. Sin embargo, la importación superó en 2013 los 300 millones de euros.
Respecto a Chile, el pacto comenzó a funcionar en 2003. En 2013, la exportación de la UE se quedó por debajo de 10 millones de euros (el máximo en los últimos nueve años). La importación, sin embargo, subió por encima de los 1.200 millones. En conjunto, en 2013 las exportaciones de la UE a Iberoamérica en productos hortofrutícolas rondaron los 250 millones de euros. Las importaciones quedaron un poco por debajo de los 7.000 millones.
La UE, deficitaria en frutas y verduras
Como se ha dicho, las cifras muestran una balanza comercial extremadamente favorable a los países latinoamericanos. Entre las causas, está el hecho de que “la UE en su conjunto es ligeramente deficitaria en productos agroalimentarios en general y en hortofrutícolas en particular”, explica María Teresa Ramírez, jefa de área de Frutas y Hortalizas en el Ministerio de Economía y Competitividad de España. Según los datos que aporta Ramírez, de todo lo que exporta la UE, sólo un 5,5% corresponde a frutas y verduras. Sin embargo, estos productos ocupan casi el 17% de las importaciones.
Otro de los factores que explican la diferencia a favor de Latinoamérica es “el interés creciente por diversificar la oferta comunitaria con frutas tropicales”. Esta apreciación se confirma si atendemos a los productos que más importa la UE de Iberoamérica. Según afirmó Carlos Cabanas, secretario general de Agricultura y Alimentación del Ministerio de Agricultura español, en la pasada edición de Fruit Attraction, más del 60% de los productos hortofrutícolas importados en la UE con origen en Latinoamérica son plátanos, piñas, aguacates y papayas. Luis Bringas, periodista mexicano especializado en información agroalimentaria, coincide en este diagnóstico: “Históricamente los países europeos importan frutas tropicales que no se producen en su continente como los plátanos, mangos, papaya, piña y aguacate».
Otra causa de la abundancia de exportaciones hortofrutícolas a Europa desde esa región frente a la escasez en sentido contrario es, según Ramírez, “la diferencia de poder adquisitivo de los mercados objetivo”, un hecho que “influye en la dirección de los envíos”. Bringas también opina que la diferencia de renta entre ambas regiones ha hecho que la exportación de productos frescos sea más abundante en la dirección oeste-este: “Estas importaciones se han visto también como una ayuda para mejorar la economía de los países de América Latina cuyos productores no tienen agroindustrias y dependen de las exportaciones de productos frescos”.
Sólo una pequeña parte del comercio exterior
No obstante, hay que situar las cifras correspondientes al subsector hortofrutícola en el contexto de los intercambios comerciales globales entre Europa y Latinoamérica. Si nos fijamos en el acuerdo con México, que es el más antiguo y consolidado, encontramos que en 2014, según cifras de la Comisión Europea, el acuerdo entre este país y la UE amparó unas cifras de comercio exterior de 46.419 millones de euros. La balanza comercial fue favorable a Europa en 10.458 millones. Es decir, que, suponiendo unas cifras de intercambios hortofrutícolas en 2014 semejantes a las de 2013, el tráfico de estos productos no alcanza ni el 1% del comercio exterior en común a las dos zonas. En el caso de Chile, los datos de la Comisión Europea muestran que el intercambio comercial en general alcanzó un valor de 16.083 millones de euros en 2014. Esto quiere decir que la compraventa de productos hortofrutícolas fue el 7,5% del comercio global amparado por el acuerdo.
Ramírez da varias explicaciones para este reducido porcentaje, desde el punto de vista europeo: “No debemos olvidar que en ocasiones se trata de productos con valor añadido limitado (caso de las hortalizas frescas) y elevados costes de transporte, lo que merma la competitividad y disminuye el interés empresarial para algunos productos en esos mercados”. Además, Ramírez explica que es necesario revisar los acuerdos comerciales con Chile y México, porque son “de primera generación”, de forma que no prestan la suficiente atención a resolver los problemas “relacionados con las barreras no arancelarias (temas sanitarios y fitosanitarios (SPS) y obstáculos técnicos al comercio (TBT), de especial relevancia en la actualidad”. Por todo ello, el comercio exterior agroalimentario europeo es mayoritariamente intracomunitario. Sirva como ejemplo el caso español, que dedica a sus socios europeos el 91% de las frutas y hortalizas que produce.
Desde Pro México, un organismo público mexicano dedicado al fortalecimiento de la exportación, apuntan otra explicación para este escaso porcentaje de intercambios hortofrutícolas entre México y la UE, en comparación con las cifras globales de comercio exterior entre ambos mercados. Ximena Caraza-Campos, directora para España de Pro México, explica que “el comercio total entre la UE y México en 2014 sumó 65 mil millones de dólares, una cifra importante pero cuyo componente hortofrutícola es aún débil”. Caraza explica que los productores mexicanos prefieren, de momento, orientar sus exportaciones a Norteamérica, “cuya cercanía, sumada con la complementariedad de oferta y demanda, ha hecho que los productores de ambos lados exploren dichos mercados como una primera alternativa”.
En busca de futuro
Así las cosas, los intercambios hortofrutícolas entre Latinoamérica y Europa son minoritarios, pero en ambos lados del Atlántico existe la voluntad de cambiar esta situación. La herramienta para conseguirlo son los tratados de libre comercio, que, según las fuentes consultadas, necesitan una mejora. En el lado europeo, Ramírez explica que “actualmente algunos acuerdos con países de la zona están en fase de revisión (…). Desde hace unos años la Comisión, consciente de la necesidad de que la UE sea un actor principal en el comercio internacional agroalimentario, está prestando especial atención a la apertura real de mercados y a eliminar las trabas que impiden la exportación de productos agro-alimentarios comunitarios”.
Desde Pro México, Caraza-Campos explica que el organismo anima a los productores mexicanos a que dirijan su mirada al otro lado del océano “para aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado europeo tanto por su potencial económico, como por las ventajas competitivas que nos brindan los acuerdos comerciales con que contamos, especialmente el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea”.
Los datos, además, muestran que, a pesar de su limitada importancia en la actualidad, la exportación a Latinoamérica de productos agrícolas procedentes de Europa no deja de crecer. En el caso de España, la exportación a países terceros no comunitarios es el único territorio donde en 2014 creció la exportación, que en general cayó ese año después de varios de subidas, según Fepex. Dentro de estos países hay uno latinoamericano. Se trata de Brasil, en el que las exportaciones españolas crecieron un 25%, y que concentró en 2014 el 78% de las exportaciones hortofrutícolas españolas a Latinoamérica. No obstante, en términos relativos sigue siendo algo residual: España exportó en 2014 a Brasil 70,4 millones de euros, lo que supone un 0.67% de su exportación total.
Más que rivales, complementarios
Hay que destacar, además, que Latinoamérica ejerce un papel de complemento a la producción hortofrutícola europea. En numerosos productos, la producción de ese continente llega en meses distintos a la que se produce, por ejemplo, en España. Es el caso del melón y la sandía, como explican desde Hortyfruta, la Organización Interprofesional de frutas y hortalizas de Andalucía. Esta entidad representa el 70% de las exportaciones hortofrutícolas españolas producidas bajo invernadero.
Explican que Brasil y Costa Rica abastecen al mercado europeo en los meses en los que España no produce estos frutos: Hortyfruta exporta en los meses de verano, Brasil en los de invierno y Costa Rica en primavera. En general, no hay solapamientos, aunque fuentes de la organización reconocen que en algunos momentos “alguno de los países satura el mercado, y supone un problema para el resto”.
Desde Hortyfruta certifican la escasa importancia que tiene Latinoamérica como mercado receptor de sus mercancías, puesto que sus ventas a este mercado son «inexistentes». Pero están dispuestos a cambiar esta situación: “Todo lo que sea expandirnos es bueno. Ahora estamos buscando nuevos mercados. Todos los buscamos porque hay mucha competencia”. No obstante, explican que lo más importante “es que tienen que ser factibles en costes e ingresos”.
Desde el Ministerio de Economía español, María Teresa Ramírez está segura de que esas condiciones se darán: “Latinoamérica en general no representa una amenaza para el sector hortofrutícola español sino una oportunidad. La Región tiene potencial de crecimiento y el ejemplo de Brasil es claro. El hecho de que los países de la zona no sean nuestros principales destinos no es óbice para posicionarnos allí y, en la medida en que aumente su renta (como en el caso de Brasil) aumentará la demanda interna y ahí es donde estamos nosotros”.