El realismo mágico de Colombia Siembra
Por Elisa Plumed
Colombia es realismo mágico, también en su sector agropecuario. La puesta de largo de Colombia Siembra (principal proyecto del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural) se efectuó bajo el eslogan “Soberanía Alimentaria y despensa del mundo”, algo que no deja de ser curioso.
¿Por qué? Pues porque ambos términos pueden resultar antagónicos ya que hacen referencia a dos conceptos diferentes y casi opuestos de la producción agraria. Aunque, claro, en un millón de hectáreas que este plan pretende poner en producción ¡todo es posible! Y si esa gran superficie de tierra está en Colombia, ¡denlo por hecho!
Soberanía alimentaria
Soberanía alimentaria (que no “seguridad alimentaria) es un término defendido a capa y espada por Vía Campesina, el movimiento internacional que agrupa a millones de campesinos, pequeños y medianos productores, pueblos sin tierra, indígenas, emigrantes y trabajadores agrícolas cuya voz suele hacerse notar en las cumbres mundiales de la Organización Mundial de Comercio (WTO).
Según la Ley Marco del Derecho a la Alimentación, Seguridad y Soberanía Alimentaria, aprobada en diciembre de 2012 por la Asamblea Ordinaria del Parlamento Latinoamericano, se entiende como soberanía alimentaria “el derecho de un país a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos, que garanticen el derecho a la alimentación sana y nutritiva para toda la población, respetando sus propias culturas y la diversidad de los sistemas productivos, de comercialización y de gestión de los espacios rurales”. Así es también como lo entiende el Ministerio de Agricultura de Colombia.
Sin embargo, en otro documento de discusión encargado por la FAO sobre los términos de soberanía y seguridad alimentaria (realizado por los economistas mexicanos Gustavo Gordillo de Anda y Obed Méndez Jerónimo), se va más allá y se puntualiza que “el concepto de soberanía alimentaria está claramente orientado, en primer lugar, a la agricultura en pequeña escala (se entiende que aquí están incluidas las actividades ganaderas, forestales y pesqueras), no industrial, preferentemente orgánica, que adopta la concepción de agroecología”.
En este sentido, esta definición se apoya más en el concepto defendido por Vía Campensina (que según Wikipedia es quien introdujo el término de soberanía alimentaria en la FAO) y que aboga por la producción agrícola local para alimentar a la población, el libre acceso a las semillas, la lucha contra los OGMs,…
Despensa del mundo
Frente a la soberanía alimentaria (de campesinos) se podrían ubicar los otros dos patrones tecnológicos establecidos en la literatura especializada y más comunes en la agroindustria: la llamada agricultura industrial, basada en el uso intensivo de combustibles fósiles, sustancias químicas y monocultivos; y la agricultura biotecnológica, de la que una de sus partes la conforman los OGMs.
Los objetivos de Colombia Siembra son, en primer lugar, aumentar la oferta agropecuaria para garantizar la oferta alimentaria en el país y reducir las importaciones, y en segundo, incrementar los rendimientos productivos para fomentar las exportaciones agropecuarias, impulsar los negocios agrarios y fortalecer el desarrollo tecnológico del campo.
Para ello, además de aumentar la producción ganadera y acuícola, se pretende sembrar 300.000 hectáreas de maíz, 53.000 de soja, 60.000 de cacao y 200.000 de palma de aceite. A ello se añaden 58.000 hectáreas de frutales y 200.000 de producciones forestales.
Todas estas producciones pueden ser, más o menos industriales, en función de cómo se cultiven, manufacturen y distribuyan. Si los protagonistas son pequeños productores que trabajan con cultivos autóctonos, (orgánicos o no), pero siguiendo técnicas agrarias culturales que cuiden el medio ambiente, Colombia Siembra estará más cerca de la soberanía alimentaria.
Si por otra parte, quienes llevan a cabo este plan son grandes empresas agropecuarias que utilizan semillas OGM para producir más rápido una gran cantidad de cosecha que se pueda exportar, será una agricultura industrial.
Ambos modelos son igualmente válidos pero corresponden a dos filosofías agropecuarias, prácticamente, excluyentes. Si bien, un millón de hectáreas son muchas, y si están en Colombia, ¿por qué no abogar por el realismo mágico en el sector agropecuario?