El maíz americano resurge con el potencial de las variedades silvestres
By Luis Bringas
Aunque México es el centro de origen, existen más de 400 razas de maíces diseminadas en Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Cuba, Venezuela, Colombia, Perú, Brasil, Chile, Argentina y Uruguay.
En años recientes, la producción de maíz en el mundo, ha superado más de 800 millones de toneladas, lo cual lo convierte en el cereal de mayor importancia económica para la humanidad. La versatilidad genética del maíz, permite obtener no solo alimentos tradicionales para consumo humano y animal, sino también productos para la industria de los cosméticos, la industria farmacéutica, como marcador genético en laboratorios biológicos y más recientemente como fuente de biocombustibles.
Gracias a investigaciones recientes de la Universidad Antonio Narro, ubicada en Saltillo, Coahuila, la Universidad de Guadalajara, así como del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), entre 2002 y 2016, se lograron recolectar más de 6.000 muestras de maíz y casi 500 muestras de maíces silvestres conocidos como teocintle y Tripsacum (maicillo), los cuales representan un recurso genético de gran valor por su resistencia contra enfermedades, plagas, altas temperaturas y sequía.
Además de su valor como plantas forrajeras, los maíces silvestres destacan por sus propiedades apomíciticas (reproducción asexual por medio de semillas), que pueden incorporarse en los nuevos híbridos evaluados en el Centro Nacional de Recursos Genéticos del INIFAP, ubicado en Tepatitlán, Jalisco, donde se tienen registros de un total de 8.992 accesiones de maíces, entre los cuales destacan las razas de Tuxpeño, cónico, cónico norteño, olotillo, elotes cónicos y elotes occidentales.
Uno de los propósitos de las recientes investigaciones, fue la evaluación de los cambios ocurridos en la genética de los maíces nativos, al compararlos con las recolecciones realizadas hace más de 65 años por los investigadores E.J. Wellhausen, L.M. Roberts y E. Hernández X., en colaboración con P.C. Mangelsdorf en 1951 cuando publicaron la obra Razas de maíz en México, su origen, características y distribución.
Gracias a las investigaciones realizadas, se podrá determinar con mayor precisión los efectos del cambio climático y dar seguimiento a los estudios que se realizaron en Centro América, Cuba y Colombia (1957), Brasil (1958), Bolivia (1960), Perú y Chile (1961), Ecuador y Venezuela (1963).
Los investigadores del INIFAP, Alejandro Ortega Corona, Manuel de Jesús Guerrero Herrera y Ricardo Preciado Ortiz, reportan que la identificación de las variedades de maíz americano suma más de 450 razas de maíz. Las mismas se encuentran registradas en Argentina (47), Uruguay (10), Paraguay (8) y Estados Unidos (16).
Por ello destacan la importancia de intercambiar la información para mantener la diversidad genética del maíz en el continente americano y hacer frente a las necesidades que nos están obligando el acelerado crecimiento de la población, los cambios del clima y los cambios en el uso del suelo que generan erosiones extremas. La llamada de las empresas que conforman la biotecnología, comentan los investigadores, no será suficiente para cumplir con los retos de Iberoamérica de convertirse en la despensa planetaria, si no se realizan alianzas para apoyar la diversidad genética en los países del continente americano.