Espacio de innovación sin precedentes en el ámbito de las OPAs europeas
Por Milagros Jurado
«Comprometidos con nuestra tierra» es el lema enarbolado por la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) y el principio que inspira su proyecto más ambicioso, la Finca Experimental ‘Sinyent’ en la que, a través de un convenio con la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA), se viene experimentando, desde sus comienzos en 2011, para producir más y mejores alimentos.
Un compromiso que se materializa a través de la firme apuesta de ambas asociaciones por la innovación y la I+D para, a través de pruebas y ensayos, alcanzar los principales objetivos trazados, como son asesorar con garantías de éxito a los agricultores de AVA-ASAJA en la elección de variedades y cultivos, contribuyendo de esa manera a minimizar sus riesgos, e impulsar una agricultura que no sólo sea competitiva y rentable para el agricultor, sino que a la vez ofrezca garantías para el Medio Ambiente y los consumidores.
Ubicada en Polinyà de Xúquer (Valencia), la Finca Experimental Sinyent es una iniciativa sin prácticamente precedente en el ámbito de las organizaciones agrarias europeas, en la que AVA-ASAJA ha invertido más de dos millones de euros, de un montante global próximo a los ocho millones de euros.
Tal y como señala el presidente de la organización agraria valenciana, Cristóbal Aguado, «nuestro objetivo es convertirnos en el principal centro de referencia en Europa de una agricultura sostenible, entendiendo por tal la que es capaz de abastecer al mercado, de una manera respetuosa con el Medio Ambiente, con alimentos seguros y de calidad». Según explica, «se trata de un proyecto generador de empleo, iniciado con una plantilla de 6 personas, que en determinados momentos ha sumado hasta 20, y que está orientado no sólo hacia los agricultores sino hacia el conjunto de la sociedad. Con tal fin, estamos promoviendo todo tipo de acuerdos de colaboración con entidades, universidades, empresas proveedoras, etc, y acciones como visitas de escolares a los que mostrarles la realidad y diversidad de la producción agraria y los valores de una Dieta tan saludable como la Mediterránea».
Transferencia directa de tecnología
Con esas miras, esta Finca Experimental se plantea como un espacio innovador, de “investigación de proximidad». Lo cual significa que en cada una de sus parcelas (cuya dimensión aproximada es de 1 hectárea) se realizan ensayos que permitan luego transferir tecnología directamente a los agricultores de manera rápida y práctica. En concreto, se realizan ensayos con más de 20 cultivos diferentes, experimentándose con distintas variedades de cada cultivo, patrones, abonos, sistemas de riego, mecanización, biodiversidad, uso de insectos beneficiosos (control integrado de cultivos), nuevas prácticas de cultivo y eficacia de los productos fitosanitarios.
«Ése es el fin, asumir nosotros los riesgos de equivocarnos mediante todas esas pruebas y ensayos, antes que el agricultor, para evitarle la pérdida de tiempo y dinero que conlleva elegir una variedad que no da los resultados previstos. Así, cuando algunas de las pruebas llevadas a cabo en esta finca nos demuestran que no vamos por buen camino, al segundo año esa variedad ya ha sido injertada y cambiada», explica Aguado.
Asimismo destaca que «su superficie de cultivo, 21,2 h, en la que tenemos plantadas más de 500 variedades, cuenta con una red de distribución de riego muy sofisticada y de las más avanzadas de España para una explotación de estas características. En esos cultivos se están utilizando las técnicas de riego más eficientes para una adecuada gestión de los recursos hídricos, siguiendo con nuestra premisa de sostenibilidad, que es la esencia que rodea cada camino de esta explotación», ha asegurado.
Así, de la extensión total de esta finca, 25,30 ha de cultivo, unos 19.750 metros cuadrados corresponden a caminos de tierra, apelmazados con gravilla, y 5.642 metros cuadrados a caminos asfaltados.
Esta explotación reúne las condiciones climatológicas, edafológicas y de dimensiones adecuadas para el objetivo de la experimentación, dado que está adaptada a la mayoría de cultivos implantados en la Comunidad Valenciana. Desde sus inicios, se ha plantado ya para ensayos agronómicos la casi totalidad de la superficie disponible. Estudios de campo que se llevan a cabo en cultivos como cítricos, caqui, olivo, almendro, nogal, algarrobo, cereza, arándano, platerina, paraguayo, melocotón, nectarina, albaricoque, ciruelo, granado, litchi, aguacate, kiwi, uva de mesa, uva de vinificación, hortícolas, arroz y silvicultura.
Según ha avanzado Cristóbal Aguado, tienen previsto experimentar también en hidropónico con arándanos y en cultivos ecológicos. «Nuestra intención es hacer y probar todo tipo de producciones y ensayos, ya que nuestra Asociación que en 2017 cumple 40 años, aglutina 28 sectoriales».
«Ahora, comenta, estamos haciendo pruebas de poda para estudiar su influencia sobre la productividad, pruebas con herbicidas en cultivos con y sin malla, injertos, tratamientos con fungicidas, con insecticidas, comportamiento con fauna auxiliar, pulverizadores para evaluar la dispersión del producto y su ahorro, e incluso contamos con una parcela con brotes irradiados para ver si podemos descubrir alguna variedad nueva.» En ese sentido, Aguado asegura que quieren innovar y patentar en variedades, para ponerlas a disposición de los agricultores por un coste inferior al que están pagando en la actualidad. Otra de las actuaciones previstas es la hibridación.
En total, en más de un año se han podido iniciar una treintena de proyectos, aunque, antes de dos años será difícil contar con resultados concluyentes, aclara.
Para contribuir a la financiación de esta explotación, se ha destinado entre unas 8 y 10 ha de terreno para producción destinada a su comercialización que, ocasionalmente, podrán albergar tratamientos de experimentación compatibles con sus cultivos. No obstante, el presidente de AVA-ASAJA lamenta no contar con un apoyo público y de las administraciones más efectivo, máxime teniendo en cuenta que una de las futuras obras a acometer en esta finca será la restauración de un edificio de valor arquitectónico.
I+D+i para afrontar los retos de futuro
Experiencias como las de la Finca Sinyent viene a demostrar el alto grado de concienciación que existe en el sector agrario español sobre la importancia de una agricultura cada vez más profesionalizada y la fuerte apuesta que sus productores vienen realizando en los últimos años por el empleo de las nuevas tecnologías y las iniciativas innovadoras.
De hecho, ha sido precisamente esa actitud abierta a la innovación la que ha resultado esencial para que el sector agrario haya logrado ser el segundo más productivo en nuestro país -solo por detrás del turismo-, y España el primer exportador mundial de frutas y hortalizas.
En ese sentido, Cristóbal Aguado se muestra convencido de que la innovación y la I+D proveerá a la agricultura de la herramientas adecuadas para afrontar retos de futuro como los que plantea la Política Agrícola Común (PAC). «La necesidad de impulsar una agricultura sostenible es una visión marcada por la PAC y nos lleva a otro importante desafío, ya que se prevé que para 2050 la población mundial ascienda a 9.000 millones de personas, lo cual son muchas bocas por alimentar».
Fitosanitarios, parte de la solución
En el marco de experimentación que brinda esta Finca, AVA-ASAJA y AEPLA han suscrito un convenio con el objetivo de paliar el problema de la escasez de materias activas necesarias para proteger los cultivos de las plagas y enfermedades que los amenazan, una situación que pone en peligro la viabilidad de las producciones agrarias. Tal y como explica Carlos Palomar, director general de AEPLA, «nuestro apoyo a esta iniciativa se debe a que desde AEPLA consideramos fundamental que sean las organizaciones como AVA-ASAJA las que tomen la iniciativa y orienten, asesoren y enseñen a sus socios a producir mejor, dando un paso más en la profesionalización de la actividad agraria».
«Nuestro acuerdo con AVA-ASAJA -continúa- contempla que nuestras empresas puedan probar en esta finca sus productos». El objetivo, determinar las dosis y los plazos adecuados en su uso para garantizar unos alimentos seguros, sanos y de calidad.
En ese sentido, Palomar ha recalcado que lo fitosanitarios son parte de la solución y no el problema, ya que en su condición de «medicinas para las plantas», y como puede ocurrir con cualquier medicamento de consumo humano, no son malos ni buenos, sino que todo depende de su utilización. «El principal reto de nuestra Asociación, porque nuestro futuro nos va en ello, es conseguir que nuestros productos se utilicen de manera sostenible, es decir, con sentido común e informando y formando previamente al agricultor sobre el impacto de su actividad sobre el Medio Ambiente, del que depende para seguir produciendo».
«Por eso, añade, venimos realizando en esta finca ensayos con distintos cultivos y variedades e incluso estableciendo márgenes vegetales próximos al río en los que experimentamos con biodiversidad, para demostrar que la aplicación de fitosanitarios es compatible con garantizar la salud del consumidor, del agricultor, la protección de las aguas, la biodiversidad, y unos alimentos saludables y seguros».
«Teniendo en cuenta que poner un nuevo producto activo en el mercado conlleva un plazo medio de 11 años y una inversión cercana a los 300 millones de euros, nuestro sector es el más interesado en ser sostenible, para que nuestros productos gusten y convenzan», concluye.
Legislación desalentadora
Pese a ello, el director general de AEPLA lamenta que la legislación que actualmente se está desarrollando en Europa en materia fitosanitaria ponga el énfasis en la peligrosidad de estos productos, lo que dificulta una decidida inversión en I+D en este ámbito, limitando así que los agricultores dispongan de soluciones más eficientes para la protección de los cultivos. «La prueba es que hace 15 años, la inversión en sanidad vegetal era el 30% y en la actualidad se reduce a un 7%, y hemos pasado de contar con más de 1.000 sustancias activas en el 93 a unas 300 en la actualidad. Ello implica que se está dejando pasar un tren tecnológico clave para afrontar el reto de alimentar a esa gran población que se estima en un futuro y que, hoy por hoy, el sector agrario está necesitado de una mayor quimiodiversidad».
“Por esa razón, debemos favorecer una política basada en criterios científicos que valore de manera equilibrada los riesgos y beneficios de los productos fitosanitarios y no demonice las excelentes soluciones que la ciencia nos proporciona”, reclama. “Los productos sanitarios desempeñan un papel importante en la Gestión Integrada de Plagas y resultan fundamentales en el actual sistema de agricultura productiva sostenible”, añade.
“Pero para garantizar la competitividad del sector agrario y ser líderes en innovación agrícola resulta imprescindible, además, un marco normativo que fomente y no desaliente la innovación, como actualmente está ocurriendo en Europa». De este modo se contribuiría también a la creación de una agricultura sostenible, eficiente, competitiva y productiva pues, como concluye Carlos Palomar, “innovando hoy hacemos frente a los retos de mañana”.
Ante ese horizonte de futuro, resulta inevitable hablar del TTIP (acuerdo de libre comercio entre EE.UU y la Unión Europea). Un tratado, que según Palomar, podría ser beneficioso siempre y cuando facilite los intercambios armonizando los sistemas de producción agraria entre las diferentes zonas. En esa misma línea, Cristóbal Aguado demanda que se explique bien dicho acuerdo, para poder valorarlo en consecuencia, y, sobre todo, que sea conforme a los principios de reciprocidad e igualdad entre ambas partes, es decir, con las mismas reglas de juego, en lo que se refiere a cuestiones fundamentales, como el uso de fitosanitarios, entre otras.
Agricultura, la gran desconocida
Palomar considera esencial que experiencias como las de la Finca Sinyent se trasladen de una manera divulgativa y clara a la sociedad, que todavía muestra un claro desconocimiento sobre el sector agrario, del que la mayoría tiene una imagen de tradicional, artesano, con personal de escasa cualificación, poco industrializado y alejado de los avances tecnológicos, según un estudio sobre percepción e imagen de la agricultura presentado recientemente por AEPLA. «Ello plantea un serio reto, por lo cual es importante concienciar al ciudadano de que no es así, y que la tecnología que aquí estamos probando es lo que nos dará de comer en un futuro», indica.